Por Cristian Alarcón
Cuando Sandra Black �consultora del Sistema Correccional Canadiense y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)� llegó a Buenos Aires hace una semana, la primera historia carcelaria que escuchó fue la masacre de Sierra Chica y sus truculentos detalles. Las referencias que tuvo después en las páginas de los diarios no mejoraron. Ayer, cuando presentó en sociedad un flamante �Plan Nacional para Prisiones Saludables� importado como experiencia piloto por la Secretaría de Política Criminal y Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Justicia, seguían las noticias que revelan un sistema carcelario en putrefacción. Black, dedicada hace diez años a la coordinación de un plan de salud que continúa ocupándose de los presos canadienses cuando dejan la cárcel, incluyendo la atención gratuita de psicólogos y terapeutas, prefiere no comparar a la Argentina con su país. �Nosotros también tenemos motines�, dice para mitigar el abismo.
�¿Cómo está estructurado el sistema penitenciario en Canadá?
�Hablo del sistema federal de prisiones, porque también existe un sistema provincial. La diferencia entre ambas está relacionada con la longitud de la sentencia o de la pena para el delito del que está acusada la persona. Si es superior a dos años, corresponde una cárcel federal.
�¿Cómo son, con qué concepción están hechas las cárceles?
�Black cree que la pregunta es sobre los penales argentinos; entonces dice:
�Bueno... las viejas son horribles. Las nuevas serán buenas. Pero cuando se pone en ejercicio un programa, es mejor buscar qué es lo positivo: en el caso de la Argentina, su sentido comunitario y el alto nivel de compromiso de las familias involucradas con quien está preso.
�¿Y en Canadá?
�La mayoría de las viejas fueron cerradas o las reacondicionaron. Existe un comité de planeamiento que explora las acciones a seguir. Es un equipo operativo que se ocupa de eso, considera la filosofía particular de las poblaciones de acuerdo con el sexo y los grupos étnicos. Salvo casos excepcionales, cada preso tiene su propia celda, y eso es muy importante.
�¿Cómo se aseguran el control de los abusos que pueden ocurrir en una institución cerrada con el único criterio de la verticalidad de mandos?
�Tenemos muchos procesos regulatorios, tenemos un sistema donde se hacen auditorías para verificar que los tratamientos se hagan en forma apropiada. También a veces entran al sistema organizaciones profesionales y universidades que asisten en la evaluación de los programas.
�¿Cómo evalúan y deciden si un preso está preparado para gozar de un permiso de salida?
�Hay una organización independiente del Servicio Correccional. Cada caso se le presenta y ellos lo estudian. Son abogados o maestros, profesionales de la comunidad que tienen una experiencia educativa que les permite decidir este tipo de situaciones. Son tres miembros designados que definen la situación de una persona.
�¿Cómo lograron bajar la tasa de reincidencia?
�Muchos internos tienen, fundamentalmente, problemas de adicción y salud mental, por lo tanto cuando ellos salen de la cárcel les suministramos programas para que puedan enfrentar el exterior teniendo en cuenta sus problemas, porque es ese tipo de interno el que tiene tendencia a repetir sus crímenes, en general robos a mano armada u homicidios en robos.
�¿Cómo realizan el seguimiento de los liberados?
�Tenemos un programa comunitario muy estructurado con gente que se dedica a ver cómo se comporta el preso afuera. Está todo dentro de la misma jurisdicción del sistema correccional, que no sólo se ocupa de los que están adentro de las cárceles sino también de los liberados. En este momento tenemos 14 mil presos adentro y siete mil afuera. Estos siete mil están bajo supervisión.
�¿El acceso a la salud para los presos es gratuito?
�Cuando sale de la prisión tiene acceso a la salud. Así es en Canadá. Todo el mundo tiene libre acceso porque la salud no está de ninguna manera privatizada. También puede acceder a una terapia y sostenerla afuera sin pagar. Aunque no necesariamente tengan problemas psicológicos, por lo general, cuando los presos salen del encierro, tienen problemas de estrés.
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