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OPINION
Bailar con la hermana
Por Eduardo Aliverti

Tres meses. ¿Para qué son mucho y para qué son pocos al momento de juzgar una gestión de gobierno? Contestar esa pregunta es como tomar una fotografía del estado de ánimo social frente a Fernando de la Rúa & Cía.
En un rincón hay la mitad de los votos que paró, centralmente, en la necesidad de cambiar el estilo menemista. Basta de robar y encima exhibirlo. Un objetivo que parece estar cumpliéndose con creces, al menos en las actitudes públicas y el reflejo de los medios. Aun cuando el culto de la imagen lleve a actitudes demagógicas, como el caso de la venta del avión presidencial o el pago de arancel en Ezeiza por un equipaje con exceso de perfumes. La hinchada quiere ver cosas como esas en los primeros minutos del primer tiempo. Pero en el rincón de las cuestiones estructurales, la frase es, o quiere empezar a ser, no pasa nada. O más de lo mismo. Y allí es donde aparece con fuerza aquello de si tres meses son suficientes o no para emitir un juicio de valor. Por un lado se teme ser injusto con la crítica dura y anticipatoria, y a la vez los signos son muy claros: más ajuste, más impuestos, más de no enojar al establishment local y externo y, en definitiva, más de promover medidas y debates que no se relacionan con la profundidad sino con la superficie. Con la sacrosanta imagen (la �reforma� laboral es una prueba emblemática).
Cuando ocurre esta contradicción es bueno guarecerse bajo una palabra que estúpidos y manipuladores de opinión pretenden pasada de moda. Ideología. Y subsecuentemente, poder. El poder. Quiénes lo manejan, en qué dirección y con cuáles objetivos, desde qué perspectiva de clase y bajo cuáles marcos. De lo contrario, es probable que se crean como centrales peleas de teatro entre dirigentes sindicales peronistas o teatralizados discursos de apertura parlamentaria. Podrá verse entonces que en el país sólo subsiste un único y formidable orden conservador, que en los hechos funciona como unión. El Frepaso desapareció bajo el peso de los repartos. Del peronismo ni siquiera un loco podría esperar el surgimiento de alguna vertiente progresista. Los sindicatos de mayor peso se consolidan en manos de los aparatos de siempre. La economía muestra una concentración descomunal en pocos grupos. Y hay la dispersión �ya crónica, a esta altura� de las organizaciones y luchadores sociales de diferente origen.
¿Cuál es hoy la causa a que se convoca a los argentinos? ¿Seguir ajustándose el cinturón las mayorías para qué? ¿Seguir pagando la clase media más impuestos para arribar dónde? El propio De la Rúa les pidió a sus ministros que pongan �más fervor� en la defensa del programa oficial. Difícil.
Un eficaz disparador de la campaña electoral de la Alianza decía, respecto del menemismo: �¿Alguien quiere seguir con esto?�. Hoy, la respuesta sería si alguien quiere bailar con la hermana.

 

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