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Trabajo quiere que las empresas
efectivicen a empleados transitorios

El Ministerio de Trabajo condicionará los beneficios de los programas de empleo �como el Plan Joven� que implican subsidios estatales a que las empresas incorporen finalmente a los trabajadores a sus plantillas. Se controlará a los institutos de capacitación.


Por Cledis Candelaresi

t.gif (862 bytes) Las empresas que pretendan acogerse a los beneficios de los programas de empleo que subvenciona el Estado sólo podrán hacerlo contra el compromiso de que una porción de los empleados transitorios sean, luego, incorporados a su planta permanente. Esta es una de las modificaciones sobre las que trabaja el Ministerio de Trabajo con el afán de mejorar la administración de un paquete de planes de capacitación en los que el Estado invertirá este año 30 millones de pesos.
La cartera conducida por Alberto Flamarique también intentará una selección más fina de las entidades dedicadas a capacitación, instituciones que en los últimos años proliferaron al amparo de las escasas exigencias impuestas para asumir esa responsabilidad.
Los programas de capacitación oficiales tienen dos etapas. Una, en la cual la persona interesada hace un curso en uno de los institutos habilitados. Otra, en la que el trabajador capacitado realiza una pasantía en una empresa privada, durante la cual el Estado se hace cargo de su remuneración.
En la actualidad, cuando esa beca concluye la empresa no tiene ninguna obligación de incorporarlo a la grilla del personal estable. Pero el proyecto del Gobierno consiste en que en el futuro inmediato sólo puedan utilizar el régimen de pasantías aquellas compañías que, como contrapartida, se comprometan a emplear una proporción aún no definida de becarios.
Entre las empresas más afectadas por los cambios previstos �de los cuales el Plan Joven es el más conocido y el que más recursos absorbe� están los hipermercados. Esas compañías han sido las que más apelaron al régimen de pasantías para cubrir puestos de trabajo en forma precaria. Además, la idea de Flamarique es �privilegiar� al sector productivo o manufacturero como beneficiario de los regímenes de pasantías, por encima del comercial o de servicios.
Para instrumentar esos programas, Trabajo no resignará la fiscalización centralizada pero sí apelará a sus delegaciones provinciales para definir qué programas de capacitación son necesarios y quién está en condiciones de desarrollarlos. Ese criterio podría servir para darle más eficacia y transparencia al sistema.
En la actualidad existen en todo el país cerca de 1300 institutos de capacitación, muchos de los cuales se reiteran sugestivamente en la nómina de beneficiarios y otros tienen sanciones pendientes. La sospecha oficial es que algunos de los Incaps privilegiados fueron utilizados por dirigentes políticos para desarrollar actividad proselitista o, simplemente, para hacer negocios. Uno de los que está en la mira oficial es el de la Unión de Obreros de la Construcción (Uocra), que a través de una fundación creada para capacitar, captura cerca de 5 millones al año.
En 1997 hubo una depuración drástica del padrón de los incaps, poblado de entidades unipersonales. Desde que se crearon esos planes de capacitación, los institutos se seleccionaron a través de una licitación pública. En cada uno de ellas se proponía los cursos a dictar. Ahora es la cartera laboral la que define en Buenos Aires qué tipo de capacitación es necesaria y adjudica los cursos al Incap más barato. En el futuro aquella determinación y esa selección se regionalizarán.
El boom de los programas de capacitación tuvo lugar en 1995, cuando el Programa Joven demandó el grueso de los 100 millones de pesos del Presupuesto Nacional. Ese monto bajó drásticamente a 46 millones al año siguiente y hoy se estabilizó en 30. Sin embargo, los fondos en juego pueden ser más elevados: ya existen préstamos disponibles del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por 136 millones de pesos.

 


 

EMPIEZA EL DEBATE SOBRE LA LEY DE RADIODIFUSION
Licencia otorgada no se toca

Por Raúl Dellatorre

La Secretaría de Comunicaciones puso en marcha el proceso para elaborar una nueva ley de radiodifusión, que no afectará las licencias ya otorgadas por el menemismo ni la concentración de medios convalidada por el decreto 1005/99, firmado por el ex presidente Carlos Menem pocas semanas antes de dejar el cargo. Henoch Aguiar, titular del área, aseguró que �se dará participación a todos los sectores involucrados en el tema�, pero no definió los alcances que tendrá la norma en materia de regulaciones.
Aguiar delineó ayer la estrategia que se seguirá para el otorgamiento de licencias de radio y televisión de aquí en adelante, sin echar mano a las sospechadas concesiones realizadas durante la gestión anterior. El menemismo llamó a concursos de licencias �sin definir criterios de evaluación ni otorgar puntaje técnico a los oferentes, como tampoco se requirió dictamen previo de la comisión evaluadora para la adjudicación�, según detalló el secretario de Comunicaciones. �No hubo voluntad de controlar de parte del anterior gobierno�, señaló.
De acuerdo con el �plan técnico� elaborado por Aguiar, estaría cerrada la habilitación de nuevas licencias de canales abiertos y radios AM en Capital Federal. En cambio, en el interior, existen amplias posibilidades para nuevas ondas de televisión (tanto por banda UHF como VHF) de medio alcance (un radio de 100 kilómetros), mientras que se considera que el 80 por ciento de las frecuencias de AM se encuentra �libre�. También se abriría la alternativa de licitar nuevas FM en el interior.
�El Gobierno ofrecerá la totalidad de frecuencias disponibles�, aseguró el funcionario, afirmando que se establecerá �un tope de licencias� por empresa o grupo económico, para evitar que se monopolicen �tal cual vino ocurriendo en los últimos años�. El cambio de criterio con respecto de la gestión del menemismo, sin embargo, no implicará una revisión de las licencias otorgadas ni la concentración producida en contra de la ley y luego habilitadas a través de un decreto, a mediados de 1999.
El propio Henoch Aguiar había redactado para el Instituto Programático de la Alianza, antes de asumir, un documento pidiendo la iniciación de acciones contra el decreto 1005, advirtiendo sobre las graves consecuencias por la concentración de medios que la norma habilitaba. Voceros oficiales confiaron a este diario, sin embargo, que hoy �no existen condiciones políticas� para avanzar sobre la anulación de dicho decreto, y en cambio prefieren �buscar un consenso�, que abarque a los principales grupos de la comunicación, para establecer las normas de regulación a futuro. En este plano, por otra parte, el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer) enfrenta la situación con graves limitaciones presupuestarias, que le impedirían ejercer un control eficiente que garantice la libertad de expresión.
En la búsqueda de este consenso amplio, el área de Comunicación del Gobierno (que incluye a la secretaría respectiva, la de Cultura y Medios a cargo de Darío Lopérfido y el Comfer) pretende reservar un cupo de licencias para organizaciones intermedias (sin fines de lucro). Y hacer fuerte su posición proclamando que la que se va a dictar �es la ley de radiodifusión de la democracia�, en reemplazo de la vigente, promulgada por la dictadura. Esta postura, sin embargo, disimula la concentración de medios convalidada por la democracia (gobierno de Menem), pero a través de un decreto con vicios de inconstitucionalidad que ahora no se tocará.

 

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