El País de Madrid
Por Francesc Relea desde Santiago de
Chile
Ricardo
Lagos Escobar, de 62 años, entrará mañana como primer presidente de
Chile del siglo XXI en el Palacio de la Moneda, el mismo que bombardearon
los aviones de combate de Augusto Pinochet Ugarte hace 17 años. Ahora, el
general golpista enfrenta la acción de la Justicia de su país, después
de 503 días de detención en Londres, y Chile vuelve a tener un
presidente socialista desde el golpe que derrocó a Salvador Allende.
Símbolo de los nuevos tiempos, la fachada del palacio presidencial
chileno exhibe un blanco luminoso recién pintado, que entierra la vieja
imagen de un edificio tétrico. �Creo que es un buen indicador de los
temas que tenemos pendientes. La Moneda está blanca sólo por una
fachada; las otras tres todavía no lo están. Eso es un poco el país, la
mayoría del esfuerzo hay que hacerlo todavía�, dice el presidente. Uno
de sus primeros gestos, dice, será abrir La Moneda y permitir que los
chilenos transiten por el interior del palacio para acortar el camino de
una plaza a otra. Así fue hasta el 11 de setiembre de 1973.
�No sé lo que pasará cuando entre a La Moneda como presidente, pero le
puedo decir que fue muy fuerte para mí, muy fuerte, cuando hace 10 años
tuve que ir a una reunión en el palacio presidencial antes de asumir como
ministro de Educación�, evoca Lagos. �No había vuelto desde que fue
bombardeado. La última vez que había estado era con el presidente
Allende. Entré solo, avancé hacia el lugar de la reunión y sentí mucha
emoción. Sentí que allí había ocurrido algo. Murieron muchos amigos en
La Moneda. Personas con las que compartí mis sueños de joven. No sé
qué ocurrirá mañana, pero mi sensación es que lo fuerte lo viví hace
10 años. De igual manera que el día del triunfo del plebiscito del 5 de
octubre de 1988 le dije a mi esposa: nunca vamos a tener un día como
éste. Mi vivencia cuando derrotamos en el plebiscito a Pinochet es
infinitamente más fuerte, más alegre, más emocionante que cuando gané
la presidencia. Ese sí era un hito�.
�¿Qué tienen que hacer el gobierno, la oposición, el Ejército y el
Poder Judicial para que Pinochet deje de planear sobre la vida política
chilena?
�Una sola cosa. Lo que se hace en cualquier país democrático: el
gobierno y la oposición discuten sobre políticas públicas, sobre
políticas de gobierno, pero no discuten sobre los fallos de los
tribunales ni cómo los tribunales hacen su tarea; las Fuerzas Armadas
deben ser obedientes y no deliberantes y menos tienen que discutir sobre
lo que hacen los tribunales. Por lo tanto, estas tres instituciones lo
único que tienen que hacer es cruzarse de brazos y dejar que los
tribunales trabajen. Cualquier otra actuación sería tremendamente
negativa y el mundo no la entendería. Hemos estado en el ojo del huracán
del mundo y yo dije, junto a muchos otros chilenos, tenemos que ser
capaces de arreglar nuestros asuntos aquí. Que los jueces hagan lo que
tienen que hacer.
�La reciente iniciativa del Consejo de Defensa de Estado de hacerse
parte en las querellas contra Pinochet ¿significa el pleno apoyo a la
acción de la Justicia hasta las últimas consecuencias?
�Esta iniciativa se pidió hace más de un año sin éxito. Creo que
ahora resolvió hacerse parte de una manera muy autónoma. No hubo, que yo
sepa, ningún tipo de presión o interferencia del gobierno saliente. De
mi gobierno lo único que va a haber es garantizar que puedan trabajar
tranquilos. El CDE es un organismo autónomo.
�¿Qué hará usted si el Ejército niega su colaboración a la Justicia
en un momento determinado?
�No veo por qué el Ejército va a negarse a colaborar con la Justicia.
Yo me he comprometido claramente con el país a decir la verdad de lo que
ocurra. Y lo voy a hacer.
�¿Qué diferencia tendrá su gobierno respecto de los anteriores de la
Concertación? ¿Habrá continuismo o ruptura?
�Hay diferencias que corresponden a momentos distintos. Patricio Aylwin
tenía que demostrar que la coalición podría funcionar. Era distinto
estar todos de acuerdo para decir no a la dictadura que gobernar. Aylwin
demostró que era posible y tuvo el tema de los derechos humanos en el
primer lugar de la agenda, propio de la transición de la dictadura a la
democracia. Eduardo Frei quiso dar el salto de la modernización. El
crecimiento económico fue el elemento central de su gobierno. Y lo
logró. Hemos crecido en 10 años a un promedio del 7 por ciento y hemos
doblado el PBI. Todo un record. Ahora, tenemos una estructura social
inadecuada. Quiero dejar un país distinto al término de mis seis años,
donde la población perciba que el mercado es muy importante, pero que hay
ciertas áreas que la sociedad les garantiza a todos, independientemente
del mercado.
�¿Qué iniciativas concretas va a adoptar en los primeros 100 días de
gobierno que demuestren sus prioridades?
�Voy a mandar un seguro de desempleo la primera semana, porque no puedo
mantener una flexibilidad laboral sin este seguro; voy a sentar las bases
para una reforma laboral indispensable para darles poder negociador a los
trabajadores; voy a establecer las bases de una retención escolar para
que los niños más pobres terminen enseñanza media; modificaré la
atención primaria en salud; espero que la derecha cumpla su promesa y me
apoye en las reformas políticas; voy a generar un amplio espacio en el
ámbito cultural y aquí entran los derechos de los mapuches, que son un
millón de chilenos. Tiene que haber educación bilingüe en aquellos
colegios de mayoría mapuche. La diversidad cultural es parte de nuestra
riqueza.
�¿Y las reformas políticas que requieren una mayoría parlamentaria de
la que usted no dispone?
�Espero que las promesas que hizo la derecha durante la campaña
electoral se cumplan. Cuando dije que, si no llegábamos a acuerdos
convocaría plebiscitos, no me dijeron que no. No quiero pensar que sólo
se comprometieron porque estaban en campaña electoral. Voy a plantear la
cuestión del plebiscito en aquellos temas en los que discrepemos. Quiero
una Constitución no sólo sin senadores designados sino en la que estemos
todos de acuerdo.
�¿Y si la derecha no le permite convocar plebiscitos?
�¡Ah!, bueno, tenemos tiempos políticos distintos a los de Frei y
Aylwin. Ellos no tuvieron prácticamente elecciones en los primeros tres
años. Yo tengo una elección municipal dentro de ocho meses y una
elección parlamentaria en un año y nueve meses. Si estos temas no son
debidamente consensuados, haré de estas elecciones el verdadero
plebiscito y le plantearé a Chile lo que estoy buscando.
�¿Cuándo se produce el llamado punto final?
�Creo que nunca. Otra cosa es decir que tenemos otros temas en la
agenda, que son más importantes. Aboquémonos a ellos. ¿Qué me
gustaría en mi gobierno? Que exista la sensación de que resolvimos el
tema de los detenidos-desaparecidos, porque es una herida abierta muy
fuerte. Saber qué pasó, dónde están, de los que se pueda saber y de
los que no, que se diga lo que ocurrió. Esto sería muy importante.
Cuando un �amigo� se va
Según la familia de Pinochet, la �clara movida política� del
Consejo de Defensa del Estado al decidir ser parte en las querellas
criminales en contra del patriarca achacoso, precipitó la decisión
de trasladarlo desde su casa en el barrio santiaguino de La Dehesa a
su apartada residencia de descanso en Bucalemu, a 120 kilómetros de
la capital. Ayer, el ex dictador subió a un Mercedes Benz que lo
llevó hasta la Escuela Militar, donde lo esperaba un helicóptero
entre fuertes medidas de seguridad dispuestas por el Ejército. El
traslado indicaría que Pinochet no estará presente en la asunción
presidencial del socialista Ricardo Lagos, a pesar de que por su
condición de senador vitalicio recibió una invitación protocolar
para asistir a la ceremonia que se realizará en el Parlamento ubicado
en la ciudad de Valparaíso. Paralelamente, en Santiago, el juez Juan
Guzmán Tapia, que el lunes pidió el desafuero parlamentario de
Pinochet, recibió la demanda número 73 contra el ex dictador por la
desaparición de un dirigente campesino y otro del Partido Socialista
durante la dictadura. |
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