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El Sarajevo del rock argentino

Tres participantes de La Falda cuentan cómo eran las cosas en las ediciones de los ochenta, cuando el caos amenazaba a cada instante.

Epumer soportó una andanada de salivazos con Viuda e Hijas: �Algunos músicos la pasaron muy mal�.
Rodolfo García cerró allí la gira de Almendra, en 1980: �Siempre, al menos una noche, llovía a cántaros�.

Por Roque Casciero

t.gif (862 bytes) �El recuerdo más patente que tengo del Festival de La Falda son los escupitajos que recibí�, se ríe, a la distancia, la cantante y guitarrista María Gabriela Epumer, quien tocó con Viuda e Hijas de Roque Enroll en la edición de 1987. �Tengo imágenes borrosas, pero fue una especie de Sarajevo: hubo gases lacrimógenos, corridas, gente que se robaba instrumentos�, continúa Epumer. �Uno se llevaba un teclado DX7 abajo del brazo y los músicos estábamos parapetados en los hoteles, sin poder salir a la calle. No sé bien qué pasaba, porque había artistas de todos los estilos, pero a la gente parecía no gustarle nadie. El festival duraba tres días y todos tomaban mucho alcohol, supongo que eso ayudaba para que hubiera problemas. Fue un desastre, y algunos músicos la pasaron muy mal. Al bajista de Metrópoli le pegaron un botellazo en el hombro y a Miguel Mateos le tiraban naranjas�.
A las Viudas no les acertaron con ningún proyectil, aunque tampoco era muy agradable para ellas tocar y que todo el público les gritara �Viudas culeadas, putas reventadas�. �Nunca nos había pasado algo así�, relata Epumer. �La única vez que nos habían escupido había sido en Tucumán, pero era con buena onda, algo casi punk que nosotras habíamos promovido. En general no tocábamos en festivales con mezclas de estilos�, memora la guitarrista. Epumer es una de las pocas que tocó en los festivales de los 80 y que volverá a La Falda para tocar en �Argentina en Vivo�. El otro es Richard Coleman, por entonces líder de Fricción y actual Los Siete Delfines, quien acaba de participar como invitado en Perfume, el nuevo disco de la cantante y guitarrista. También Francisco Bochatón grabó en el álbum, así que es probable que el ex Peligrosos Gorriones y Coleman se crucen con Epumer sobre el escenario.
En los viejos festivales de La Falda también había cruces espontáneos entre los músicos. El minishow de Charly García en la edición 1987 fue uno de los más recordados. El bajista y productor Cachorro López, uno de los que reclutó el actual Say No More, recuerda que �Charly enganchó a los amigotes y organizó un ensayo en un baño�. �Tocamos con los ojos llenos de lágrimas, pero de la risa. Encima, estrenamos un tema que después fue un hit y él cerró el show con aquel bocadillo genial (ver nota acá al lado). Fue inolvidable�.
Esa no fue la primera participación de López en La Falda. Ya había ido antes con Los Abuelos de la Nada y como músico de la banda de García. �Siempre que toqué pasaron cosas tremendas. Con los Abuelos fuimos antes de que saliera el álbum debut y nos recibió una bola de insultos, pero hicimos el show igual y nos divertimos mucho. Había agresiones para todos: esa noche cerró Seru Giran y le pegaron un botellazo a David Lebón. Al año siguiente fui con la banda de Charly. Esperábamos un desastre y fue una gloria, una sincronía total con la gente. Y en el �87, cuando terminé tocando con esa banda improvisada de García, había ido como músico de Miguel Mateos, a quien le tiraron choclos durante todo el concierto. En un momento, Mateos dijo: �Ja, tiraron veinte y me pegaron uno�. Y justo le acertaron un choclazo en plena cara. Siempre pasaban cosas así en La Falda, aunque nunca me expliqué bien por qué�.
El baterista Rodolfo García fue varias veces al festival cordobés, como músico y como espectador. Allí se cerró la gira de Almendra en 1980 y durante el concierto subió a tocar Rubén Rada en el tema �Mestizo�. García lo recuerda muy bien, porque �debe haber sido el único invitado en toda la historia de la banda�. Una particularidad de La Falda que le llamó la atención al baterista era que �en cada festival, al menos una noche llovía a cántaros�. Y como nadie tomaba la previsión de poner a buen resguardo la consola de sonido, los músicos de Almendra debieron ayudar a sus técnicos a improvisar una casilla... ¡con los estuches de los equipos!
Pero no todas eran malas en La Falda, según García. �Era bueno ir porque ahí se podía tener un panorama de todo lo que se estaba haciendo en lamúsica, además de poder compartir unos días con los colegas. Y me acuerdo muy bien del tributo que se le hizo al Cuchi Leguizamón, a quien el folklore nunca lo homenajeó así�.

 

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