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Una obra al margen de la imagen cubana for export

El director José González y la actriz Vivian Acosta cuentan por qué La Habana que homenajean en la obra �Santa Cecilia� poco tiene que ver con los estereotipos que rodean la historia de la Isla.

El director y la actriz que representan a Cuba en el Festival Iberoamericano de Teatro, en el Cervantes.


Por Silvina Friera

t.gif (862 bytes) �Hacer teatro en Cuba es como pasar el desierto sin agua y sin camello�, sostiene el director José González, fundador, junto a la actriz Vivian Acosta, del grupo Galiano 108, que desde ayer desembarca en el Teatro Nacional Cervantes presentando, en el marco el Tercer Encuentro Iberoamericano de Teatro, Santa Cecilia, un homenaje a La Habana. La compañía se creó en 1990, producto de una necesidad de profundizar el trabajo teatral a partir de los ritos de la cultura afrocubana. �Cuba se simplifica con las mulatas, el tabaco, el ron y las maracas. Mucha sensualidad y una vida bohemia. Ahora, cuando visitas La Habana te das cuenta de que ésa es una imagen que te han vendido�, afirma González en una entrevista que concede, junto a la actriz, a Página/ 12.
�¿Por qué es difícil hacer teatro en Cuba?
José González: Por la producción y los requerimientos técnicos y materiales. El teatro no escapa a la crisis que vive el país, que tiene necesidades mucho más urgentes que el teatro. Esto que por un lado es una limitación, por otra parte se convierte en un desafío a la creación, en el que a la larga sale ganando el hecho artístico.
Vivian Acosta: Sin embargo, hasta ahora los teatristas no tuvimos que dedicarnos al teatro comercial, entonces eso nos ha permitido que los temas de las obras fueran muy polémicos, siempre en función de la situación actual. Como la cultura está subvencionada, nosotros no tenemos que hacer taquilla. Se hacen obras donde el público se ve constantemente reflejado.
�A pesar de los problemas económicos, ¿los cubanos van al teatro?
Vivian Acosta: Independientemente de las dificultades con el transporte, que son muy graves, la afluencia del público es muy buena. En Cuba el teatro no compite con la televisión y el cine para captar la atención de la gente. El cubano busca esa realidad que está viviendo pero desde una perspectiva metafórica. En Cuba el público es muy culto y va a pensar al teatro. Tiene que romperse la cabeza.
�¿Cuál es el tema principal de �Santa Cecilia�?
Vivian Acosta: Es un homenaje a La Habana y el nombre de una canción de Manuel Corona. Es una mujer muy bella que con el transcurso del tiempo ha ido perdiendo toda su belleza, su linaje y su encanto pero que sigue ahí. No solamente se habla de La Habana en el momento actual, sino desde el 20 de mayo de 1902, cuando se izó por primera vez la bandera. Hay muchas tradiciones que hemos perdido, como la siesta y los pregoneros, que le daban mucho color y sabor a nuestro país, así como también tradiciones muy auténticas que no se sabe por qué de pronto desaparecieron y quedaron en el olvido. Yo soy La Habana, una ciudad, un mito que encierra muchas cosas.
José González: En la obra se mencionan a los grandes héroes de la ciudad, los mercados, el ferrocarril, lo que significó la visita del cantante napolitano Enrico Caruso, la manera de ser de las cubanas, los hombres, los prostíbulos. La Habana no es sólo lo bueno, vamos a ver lo otro también, porque si algo existe forma parte aunque uno no lo quiera ver. No podía faltar el sentimiento de patria, que para el cubano es casi intocable. Hay maneras de ver la patria. Santa Cecilia sostiene que quiere patria, pero si eso significa que hay que renunciar a todo en beneficio de la patria, de qué patria se habla donde se sacrifica al ser humano.
�¿Qué otras cuestiones plantea la obra?
José González: El fatalismo de ser una isla, de estar rodeado por todas partes de agua. Para el cubano el horizonte es importante, necesita saber qué hay más allá porque el mundo parece que acaba aquí.
Vivian Acosta: En una parte Santa Cecilia dice que el mundo no existe, el mundo es lo que alcanza mi vista. París es mentira, Venecia es mentira, el mundo es esta ciudad, esta muralla y este calor. En todas lasgeneraciones de creadores y pensadores cubanos ha estado presente el fenómeno de la �islitis�. Además se evoca la avenida del Prado, frente al Capitolio, una suerte de calle Corrientes a lo cubano. Era una zona que tenía cines, cabarets, pequeñas salas de teatro y muchos cafés. Esa era la vida bohemia de la ciudad, donde se reunía la intelectualidad y se mezclaba con el hombre que trabajaba en el puerto. Las grandes orquestas comenzaban a tocar a partir de las once de la noche. Ahí estuvo Beny Moré.
�¿Incluyen la música cubana?
José González: Por supuesto, es parte de nuestra historia. La banda sonora está hecha con material de archivo. Quisimos mantener ese sabor de cuando se hizo. Hay grabaciones de los años veinte del Cuarteto Patria, conjunto Matamoro, Beny Moré, María Teresa Vera, entre otros.
�¿La obra es una excusa para hablar de otros problemas universales?
José González: Sí, el personaje de Santa Cecilia dice en un momento que la ciudad no es sólo la suma de monumentos, de calles y parques, sino que es la gente, porque las ciudades las hace el hombre. La ciudad no cambia porque pierda un edificio sino porque tú has dejado de creer en algo, porque tú has perdido esa manera de ser, de andar o de hablar. Hay un fenómeno que La Habana, Buenos Aires, ni nadie puede soslayar, que es la modernidad. Cada día la vida se está haciendo más informatizada. Esto es bueno si tú lo sabes utilizar, pero lo que está sucediendo es que la informática también está usando al hombre. La gente está sometiéndose a eso y aislándose.

 

 

Unipersonal

En Cuba, la década del noventa se caracterizó por la explosión de los unipersonales. Es que, obviamente, las dificultades económicas del llamado �período especial� (los años posteriores a la caída del Muro de Berlín) no fueron ajenas al teatro. �La gente tenía tantos problemas que se dedicaba a otra cosa y era imposible hacer teatro con más de dos personas�, recuerda Vivian Acosta.
�¿Es cómodo, para un actor, interpretar un unipersonal?
�Es bueno, más que cómodo. Estar sola en el escenario te lleva a ser demasiado exigente contigo misma porque tienes que tratar de mantener la atención durante una hora y cuarto o más y todo el público te está observando. Esto me permitió trabajar más con el cuerpo, con la danza, con los elementos expresivos y con una forma de decir diferente. Yo busco constantemente la conexión con el público, que en definitiva es un actor vivo. Escogimos la modalidad del unipersonal para investigar más sobre el trabajo del actor.

 

�NUESTRA SEÑORA DE LAS NUBES�, del grupo Malayerba
�Los exiliados somos gente triste�

Por Hilda Cabrera

Este es el viaje a través del mundo del conocimiento y de la sensibilidad de dos personajes que, en algún tiempo lejano, habitaron un mismo pueblo o país. Son exiliados que, sumidos en el desamparo, describen una trayectoria circular, partiendo de una serie de vivencias tragicómicas, especie de funambulescas jornadas marcadas por el fracaso. Un incesante volver a empezar revitaliza la acción de esta pieza que protagonizan la excelente María del Rosario Francés y Arístides Vargas, a la vez autor y director de esta atrapante aventura creativa. Ser extranjero es aquí, y entre otras cosas, estar despojado de opinión, como lo ejemplifica la mujer, harta de callar y convencida de que �el silencio es la casa de los tontos�. El texto está poblado de ideas y conclusiones acaso inocentes (�necesitamos de otros para herirnos�, por ejemplo), pero también de un humor sagaz, reflexivo, que se lanza por el camino de la poesía.
En este trayecto que cruza lugares cuya identificación queda a cargo del espectador, se anudan y desanudan, sin solemnidad, opiniones sobre asuntos tan dispares como la soledad y el amor, el autoritarismo y la corrupción. De esta última se dice con deliberado candor que está bien que los corruptos denuncien a sus pares, porque ellos saben de qué están hablando. Los países por los que transitan estos personajes pueden ser tanto la Argentina como Ecuador, o España tal vez, pero también �como puntualizó el autor en una entrevista para Página/12� algún otro país europeo e incluso Estados Unidos. Por lo tanto, lo que se dice no resuena siempre de la misma manera. Esto ocurre así cuando se habla de un pueblo que �se fue a pique�, o se dice que una muerte posible es el silencio que nace del miedo.
Partir es en todo caso extrañar, incluso cuando lo que se abandona es �un lugar perverso�. Desolados, �con un pie adelante y el otro extraviado�, tanto la mujer como el hombre que creen pertenecer a un mismo pueblo se empeñan en ejercitar la propia memoria, trayendo reiteradamente a escena, a la manera de los cómicos de la legua, a aquellos entrañables y disparatados seres de Nuestra Señora de las Nubes. Melodramáticos o irónicos, melancólicos o pícaros, los intérpretes se multiplican, componiendo a una troupe de desahuciados, que incluye al tonto Memé y a su abuela Vista Hermosa, quien, una aciaga noche, decidió tomar un baño de luna antes de �pudrirse de miedo� encerrada en la casa. También al gobernador de las Nubes (pueblo fundado, según parece, a partir de un incesto), la mujer de éste y, entre muchos más, los hermanos Aguilera, piropeadores toscos y obscenos, protagonistas también ellos de anécdotas descabelladas y �hermosas historias de violencia�.
En este jugar a ser otros, el hombre y la mujer quedan atrapados en un tiempo que los ha marcado para siempre: �Los exiliados somos gente triste, imaginando cosas que tal vez nunca sucedieron�. Los inquieta el hecho de que la muerte los sorprenda en un país extranjero, donde, como dice la mujer mientras trocea y engulle el pasaporte en una pictórica escena de comida campestre, a veces se pierde la dignidad. Una secuencia que al autor le hace reflexionar con humor sobre la efectividad de algunos términos aplicados a la vida política y a los políticos, atareados en �duchar� sus antecedentes y �sacarse las manchas con piedra pómez�. Pero más allá de estas tristezas, algo queda por recuperar. Esta segunda obra que el Grupo Malayerba de Ecuador presenta en el marco del Encuentro Iberoamericano de Teatro (la anterior fue Pluma) rescata como valores fundamentales la ternura, el amor y la memoria, capaces de aliviar los estragos que producen la pérdida y el extrañamiento: �El exilio comienza cuando comenzamos a matar las cosas que amamos�, sostienen estos personajes que descubren la violencia del olvido, la de no saber cómo se llama el propio país o qué nombre tenía esa abuela a la que una noche de luna le hicieron �un agujerito rojo en el pecho�.

 

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