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DEFENSA ENCONTRO DOCUMENTACION SOBRE LA REPRESION ILEGAL
Cuando un hallazgo puede ser un boomerang

Ricardo López Murphy, ministro de Defensa, decidió adelantarse a los hallazgos del Ejército.

En el marco de la búsqueda de documentos ordenada por el Ejército se encontraron reglamentos sobre "la lucha contrainsurgente". López Murphy dice que la remitió a la Justicia. Ahora los militares debaten acerca de cómo evitar que este hallazgo realimente la desconfianza hacia las Fuerzas Armadas.


Por Nora Veiras
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El Ministerio de Defensa se adelantó ayer al Ejército al anunciar que el Instituto Geográfico Militar le remitió documentación vinculada con "la lucha antisubversiva" y, de inmediato, la elevó al juez federal Claudio Bonadío, que investiga la represión ilegal en el marco del Plan Cóndor. "No hay listas de personas ni de centros de detención, pero el que tiene que decidir si el material sirve y aporta algo es el juez", explicaron los colaboradores del ministro Ricardo López Murphy. Otros reglamentos semejantes se encontraron en unidades militares y el próximo lunes el secretario general del Ejército, Eduardo Alfonso, los elevará también a la Justicia.

  La búsqueda ordenada por el jefe de la fuerza, general Ricardo Brinzoni, con el claro objetivo de poner punto final a las continuas demandas judiciales sobre documentación referida a "la lucha antisubversiva", empezó a tener anoche una lectura más compleja dentro del mismo círculo del general. "Lo que se encontró son documentos viejos, que no están en uso, cosas que ya se conocían que hacen a lo doctrinario, no a lo operativo, pero la gente puede decir 'si apareció esto, quiere decir que se pueden seguir encontrando cosas' y, así, se sigue alimentando la desconfianza", razonó ante Página/12 un oficial que pidió reserva de su nombre. 

  Los primeros documentos remitidos a la Justicia aparecieron en el Instituto Geográfico Militar (IGM) que si bien está a cargo del coronel César Milliet no depende del Ejército sino de Defensa. El IGM es el centro de la cartografía militar, pero durante toda la dictadura actuó como la "gran imprenta" del Ejército. El coronel informó a López Murphy y el ministro dispuso que el secretario de Asuntos Militares, Angel Tello, lo enviara de inmediato al juzgado de Bonadío. En realidad, el magistrado recibió al mediodía un llamado telefónico informándole del hallazgo y una lista con los títulos de los reglamentos de órdenes generales relacionadas con "la lucha contrainsurgente". 

  Voceros de Defensa explicaron que "son unos siete u ocho cuadernillos de carácter reservado--confidencial, encuadernados por el Instituto Geográfico Militar --es decir que son oficiales-- con instrucciones de tipo doctrinario y operativas que emitía el Ejército para oficiales superiores destinadas a la lucha antisubversiva". Los hombres de López Murphy elogiaron la orden de Brinzoni porque "no es una declaración a los medios, sino una orden interna en la que se les pide a los jefes de unidades que se hagan responsables por escrito de la búsqueda de documentación. Si un jefe de unidad firma un documento en el que dice que no hay nada y después aparece algo va a ser responsable penalmente ante la Justicia. No hay una cobertura político--institucional sino que cada uno es responsable".

  Hace años que distintos reglamentos e instrucciones referidas a "la lucha antisubversiva" vienen siendo presentados ante la Justicia (ver recuadro). Los militares aseguran que lo que se encontró anteayer es "más de lo mismo", viejos reglamentos del terrorismo de Estado que son copias de los elaborados por Estados Unidos para combatir en Vietnam. Repiten que "no se puede confundir esos documentos doctrinarios con la documentación de procedimientos de operativos que son los que sí aportarían datos para las diversas causas judiciales. Lo que se encontró sirve para la historiografía". Sin embargo, a partir de esos textos, los jueces empezaron a reconstruir el sustento legal de la existencia del plan sistemático del robo de bebés.

  En enero del año pasado, el entonces titular del Ejército, Martín Balza, y los altos mandos firmaron un comunicado en el que aseguraron que no existía documentación referida a la represión ilegal. Fue la respuesta institucional de la fuerza a la declaración del ex general Cristino Nicolaides quien --molesto porque Balza había recordado que había sido

él quien en diciembre de 1983 ordenó incinerar toda documentación referida a ese período-- contraatacó exigiendo que el Ejército mostrara las actas de esa incineración.

  La aparición ahora de reglamentos que tendrían que haber sido quemados por lo menos hace diecisiete años siembra más dudas que certezas sobre lo que puede encontrarse en los cuarteles. Oficiales retirados que conocen en detalle la lógica castrense calificaron como una "payasada" el día de búsqueda y sugirieron que son los jueces los que tendrían que ingresar al Archivo General del Ejército para buscar los legajos personales de oficiales fallecidos y dados de baja, los boletines militares; en la Jefatura 1 de Personal del Estado Mayor del Ejército para buscar los legajos y fichas personales de oficiales en actividad; la Jefatura IV-bienestar del Estado Mayor General del Ejército para buscar los legajos personales de los oficiales retirados; la Biblioteca Central del Ejército  para buscar la colección de leyes y decretos militares y los boletines oficiales. Con toda esa información se podrían reconstruir los movimientos de personal y la actividad de cada unidad y cruzar la información con los datos existentes sobre centros clandestinos, denuncias de desaparición y asesinatos en cada zona, subzona y área. "¿Por qué no allanan los domicilios particulares de los antiguos jefes procesados y desprocesados", se preguntó un oficial retirado. Brinzoni dijo que sólo podría haber algo en la casa de algún represor. Pero, ahora parece que en la fuerza sobreviven documentos. El fin de semana, los altos oficiales lo dedicarán a idear una estrategia que les permita eludir el efecto boomerang de la búsqueda.

 

Registros del horror

Entre los documentos que prueban el sustento doctrinario y operativo de la represión ilegal ya conocidos están:   

 
1) Dos manuales del Ejército titulados "Plan del Ejército. Operaciones contra elementos subversivos" RC-9-1, fechados en febrero y diciembre de 1976, que fueron aportados por el represor Adel Vilas cuando fue interrogado por la Cámara Federal de Bahía Blanca en 1987.

 
* El "Plan del Ejército" contiene la doctrina y las acciones concretas para tomar el poder. En el anexo 2 del documento se asegura: "Se considera oponente a todas las organizaciones o elementos integrados en ellas existentes en el país o que pudieran surgir del proceso, que de cualquier forma se opongan a la toma del poder y/o obstaculicen el normal desenvolvimiento del gobierno militar a establecer". En el anexo 3 se incluyó como oponentes activos o potenciales a "organizaciones político-militares, políticas y colaterales, gremiales, estudiantiles, religiosas, personas vinculadas". 
 
* En el Reglamento RC-9-1, punto 4.0003- se puede leer que "cuando las Fuerzas Armadas entran en operaciones contra estos delincuentes, no deben interrumpir el combate ni aceptar rendiciones". Figura en el "Plan del Ejército" que "la composición de los equipos especiales de detención, y todo el accionar de los mismos será registrado en documentos secretos a elaborar, dentro del más estricto marco de seguridad y de secreto militar".  
 
* En la página 86 de Reglamento de "Operaciones contra elementos subversivos" se describió que "el concepto es prevenir y no curar", impidiendo mediante la eliminación de los agitadores posibles acciones insurreccionales masivas. "(Los activistas) deben ser capturados de inmediato en el lugar en que se encuentren, ya sea en el domicilio, la vía pública o el trabajo (fábrica, oficina, establecimiento de enseñanza, etcétera). El ataque permite aniquilar la subversión en su inicio y mostrar a la población que las tropas son las que dominan la situación".    

 2) Los organismos también lograron salvar un documento reservado del Ejército aprobado el 17 de diciembre de 1976 que fue importante para el juicio en el que se investiga la sustracción de menores como práctica sistemática durante la última dictadura. Se denomina "Instrucción para operaciones de seguridad" y son órdenes impartidas por el entonces jefe del Ejército Roberto Viola. Entre las instrucciones figuran: 
 
* Que la evacuación de los detenidos "se producirá con la mayor rapidez posible, previa separación por grupos (jefes, hombres, mujeres y niños) inmediatamente después de la captura". Se recomienda llevar a los operativos "palos, cuerdas y capuchones o vendas para el transporte de los detenidos".

3) También se encontraron órdenes de detención de desaparecidos con membretes del batallón de Inteligencia 601. Allí se escribía el nombre y apellido de la "presa", la "filiación" política y su "grado de peligrosidad". Entre las órdenes recuperadas están las de los chicos secuestrados en la Noche de los Lápices y del matrimonio Zaffaroni Islas, cuya hija fue apropiada.         


PRIMERA AUDIENCIA DEL JUICIO CONTRA LOS REPRESORES
"Que Italia haga justicia"

Seis jueces populares, elegidos entre los ciudadanos con secundario completo y sin antecedentes penales, y dos jueces profesionales constituyen el Tribunal que juzga en Roma al ex general Guillermo Suárez Mason, al general Santiago Omar Riveros y a cinco miembros de la Prefectura argentina. "Que Italia haga justicia. Quiero que me devuelvan el cuerpo de mi hermano", dijo con lágrimas en los ojos Santina Mastinu, quien viajó a Roma para presenciar el inicio del proceso en el que se investiga el asesinato de su esposo, Mario Marras, su hermano Martín Mastinu y otros seis ciudadanos italianos.     

  Los jueces populares son dos hombres y cuatro mujeres entre 35 y 55 años que no tienen ninguna relación con los hechos que se investigan. Ellos y dos profesionales decidirán la suerte del proceso por los desaparecidos argentinos en Italia. Ayer, durante la primera audiencia realizada en el aula búnker de la cárcel de Rebibbia, los abogados defensores de los acusados plantearon la ilegitimidad del proceso con el argumento de que los imputados ya fueron juzgados por los mismos hechos en Argentina. El juez encargado de las investigaciones preliminares, Claudio D'Angelo, ya rechazó esa tesis pero el nuevo tribunal debe volver a considerarla.

  Alfredo Gentile, abogado de los familiares de desaparecidos italianos, aseguró que no hay cosa juzgada pues no existe ninguna sentencia que haya condenado a los acusados. Y el abogado Giancarlo Maniga, representante de la central sindical italiana y la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, argumentó que las leyes de Obediencia Debida y Punto Final "no equivalen a juicios sino que impiden que los juicios existan".

  El Tribunal Penal de Roma, que preside el juez Renato Mario D'Andria,

decidió postergar su decisión sobre este punto hasta el próximo 30 de marzo, cuando se retomará el proceso. Además se fijo el 7 de junio otra audiencia en la que se discutirá la situación de Suárez Mason, cuyo caso fue separado del resto de sus compañeros. Los otros imputados en este proceso en el que el estado italiano es parte querellante son Riveros, Juan Carlos Gerardi, Alejandro Puerta, Roberto Julio Rossin, Héctor Maldonado y José Luis Porchetto. 

  El ex jefe del primer cuerpo del Ejército, quien cumple arresto domiciliario por su responsabilidad en el plan para apropiarse de los hijos de los desaparecidos, manifestó su voluntad de viajar a Italia y por lo tanto no podrá ser juzgado en ausencia. Ahora el magistrado argentino debe decidir si acepta trasladar al reo. Ante un pedido de la fiscalía italiana Bagnasco aseguró que si se cumplían los requisitos legales Suárez Mason podría ir a Roma. Jorge Iturburu, uno de los impulsores del proceso, afirmó estar "esperanzado porque los familiares están tratando que se llegue a un acuerdo de cooperación entre ambos gobiernos".

  "Quiero una respuesta, después de tantos años, quiero justicia, que paguen por los crímenes cometidos; nosotros les damos oportunidad de defenderse, ellos no nos la dieron", afirmó Santina Mastinu ante un grupo de periodistas italianos y extranjeros en el aula búnker de 150 por 50 metros en cuyos lados hay celdas ahora vacías. En ese lugar se realizaron varios procesos contra jefes mafiosos y fue juzgado y condenado por la matanza de las Fosas Ardeatinas Erich Priebke. Santina Mastinu nació en Italia y llegó a la Argentina con su familia cuando era niña. El 22 de mayo de 1976 su marido fue asesinado y quince días después ella fue secuestrada. Santina estuvo detenida durante veinte días. Poco después su hermano, militante sindical de los astilleros de la zona norte del Gran Buenos Aires, fue apresado y aún continúa desaparecido. Además de los casos de Marras y Mastinu, la Justicia italiana investiga la desaparición y asesinato de Laura Carlotto y su hijo Guido, Roberto Julio Morresi, Pedro Lucio Mazzocchi, Luis Alberto Fabbri y Daniel Jesús Ciuffo.

 

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