Economía
festejó anteayer la obtención de un crédito por 500 millones de
euros, a través de la colocación de un nuevo título de deuda pública,
a una tasa del 10,36 por ciento, casi dos puntos más baja que la que
debió pagar en febrero. De hecho, en cuanto al manejo de sus fuertes
necesidades de fondos, la Argentina pudo atravesar sin sobresaltos la
transición entre el gobierno de Menem y el de De la Rúa. Y aunque el
drástico ajuste lanzado por José Luis Machinea ayuda a conseguir
dinero afuera, también es cierto que el contexto internacional es muy
favorable. Como explica José Siaba Serrate, conocido especialista en
finanzas internacionales, ese mismo contexto hizo posible que no sólo
México y Brasil hayan colocado papeles de deuda en el mercado, sino
hasta Venezuela (gracias al petróleo pero pese a Chávez) y Colombia
(en medio de su guerra interna). Ni la caída del índice Dow Jones
tradicional ni la perspectiva para este año de dos o tres alzas en
las tasas por parte de la Reserva Federal sembraron el habitual temor
acerca de la salud financiera de América latina, y no hay raptos de
histeria. Desde los centros financieros se ve que vuelve el
crecimiento a esta región, y esto es lo que más les importa. Economías
que crecen pagan sus deudas, tanto públicas como privadas.
Paralelamente, se cierra un ciclo político: sólo restan las
elecciones de Perú (que se celebrarán en abril) y de México (en
julio), y el resultado parece puesto. Ya no hay en ninguna parte un
Eduardo Duhalde hablando de no pagar la deuda. Las agencias
calificadoras de riesgo aportaron también lo suyo con el ascenso de México
por Moody's al "grado de inversión" (investment grade) y la
mejor visión de Standard & Poor's sobre Brasil.
Siaba destaca que, aunque
inferior, la tasa que acaba de conseguir el gobierno argentino sigue
siendo alta, y que, como toda deuda, hay que pagarla. El servicio de
esa deuda resulta más pesado aún para un país que viene de vivir
una deflación, porque ésta reduce la recaudación impositiva con que
se pagan los intereses a los acreedores. Esa deflación, que actúa
como una sobretasa, afectó particularmente a las exportaciones del país,
y por ahora la recuperación violenta del petróleo no se extendió a
los productos agropecuarios, cuyo repunte de precios fue ínfimo. Como
para el agro el petróleo (gasoil) es un insumo importante, al hacer
las cuentas los números le empeoraron, agravando sus problemas de
rentabilidad.
Pero en suma, ¿el mundo está
soplando a favor de De la Rúa, como esperaban los economistas de la
Alianza? Financieramente sí, porque el Gobierno tiene acceso al
mercado internacional de capitales, aunque debiendo pagar un precio
todavía muy alto. A pesar del nuevo acuerdo con el Fondo Monetario,
sobre la Argentina sigue pesando un riesgo país de más de 500
puntos, que equivale a una sobretasa del 5,5 por ciento anual. Pero
además de la financiación disponible para salvar los agujeros, a
este gobierno le toca la suerte de empezar el viaje cuando el comercio
mundial se está expandiendo a un ritmo del 7 u 8 por ciento anual,
similar al que prevalecía antes de la crisis asiática. Hay,
claramente, una demanda internacional en alza, y aunque los precios
suban poco o no suban, como en el caso de los granos, las
exportaciones argentinas podrán crecer en volumen. En todo caso,
parece asegurado que aumentarán entre 10 y 20 por ciento, según el
gusto de cada gurú. Pero el poder de tracción de las exportaciones
sobre el resto de la economía argentina es escaso porque pesan poco y
porque es muy bajo su contenido de valor agregado. De este modo, con
inversiones que no reaccionan, el tono viene dado por el consumo, cuyo
bajón asfixió el repunte que se insinuaba en la actividad.
Dos altas cabezas de la
conducción económica, Miguel Bein (Programación) y Pablo Gerchunoff
(asesor en jefe) rechazaron estos días la idea de que el paquete de
ajuste abortó la reactivación, y que los impuestos pincharon el
consumo. Ellos niegan que los argentinos hayan consumido menos este
verano. Lo que ocurrió es que se fueron a consumir a otra parte.
Concretamente, a las arenas brasileñas, donde habrían vacacionado
400 mil argentinos más que en la temporada anterior. Como la
devaluación del real empezó a medianos de enero de 1999, llegó un
poco tarde para cambiar los planes de veraneo. Lo que interesa, en
todo caso, es entender que veranear en el exterior equivale a
importar, a la sazón de Brasil, servicios de turismo. De la misma
manera, cualquier importación implica menor actividad interna, porque
sustituye trabajo que hubiese podido realizarse dentro de la economía
nacional. De hecho, el fuerte aumento en el número de veraneantes
argentinos en Brasil forma parte del problema de precios relativos, a
partir de la sobrevaluación del peso. La mayor competitividad
alcanzada por Brasil con la devaluación del real no sólo descoloca a
la industria turística argentina.
Otra cara de este problema
es la baja rentabilidad que hoy puede alcanzarse invirtiendo en la
Argentina. Mientras ella se mantenga por debajo del costo del dinero
será difícil que repunte la inversión. Esto ayuda a explicar la
escasa demanda de crédito por parte del sector privado y la virtual
ausencia de emisiones de papeles privados de deuda. En medio de este páramo,
Telecom colocó anteayer un eurobono por unos 250 millones de euros.
Esta telefónica figura, por supuesto, entre la crema de las empresas
que operan en la Argentina, y es poco por tanto lo que la afectan los
defaults (incumplimientos o repudios) de Soldati y Alpargatas el año
pasado. De todas formas, la colocación de Telecom parece romper el
hielo, y tal vez vuelva a oírse en poco tiempo hablar de la emisión
de papeles privados argentinos para captar fondos. Los bancos podrían
también sumarse a esta ola. Pero es difícil que ella se extienda
mientras no haya signos claros de crecimiento de la economía. Hoy
hasta los analistas más desentendidos de las variables reales
argumentan que sin crecimiento los capitales no vienen.
Ahora, tras la colocación del eurobono, Economía promete
retirarse del mercado de crédito y dejarle el lugar a las empresas,
por si tienen ganas de endeudarse. Deberán saber, en tal caso, que
las tasas de interés de corto plazo (que de eso se trata cuando se
habla de bancos) están subiendo internacionalmente. Habrá que ver si
el entrecortado ritmo de la recuperación económica justifica la
apuesta.
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