La súbita violencia
verbal en los cierres de campaña ayer en España resaltó un hecho
esencial: nadie puede estar seguro sobre lo que ocurrirá cuando los 34
millones de votantes registrados vayan mañana a las urnas. Un factor de
esa incertidumbre es la tradicional falta de precisión de las
encuestadoras españolas, que en las dos elecciones anteriores erraron por
amplio margen en sus pronósticos. Eso hace que nadie (ni siquiera los
beneficiarios) dé por sentada la supuesta ventaja de cinco puntos que el
oficialista Partido Popular (PP) del jefe de gobierno José María Aznar
tendría sobre la oposición. Pero la mayoría de las dudas son acerca de
lo que ocurrirá en los días que seguirán a la elección. Más
precisamente, cuántos partidos "bisagra" podrán encolumnar
respectivamente el PP y sus opositores del Partido Socialista Obrero
(PSOE) para reunir una mayoría de gobierno en la Cámara de Diputados.
Ayer, la incógnita se centraba especialmente en la actitud de los
partidos nacionalistas catalán y vasco. O quizá no tanto. Para los nacionalistas
catalanes de Convergencia i Unio (CiU), al menos, no existía ninguna incógnita:
el precio de su apoyo al PP es de dominio público. Si Aznar quiere
incorporar lo que podrían ser hasta 15 escaños del CiU, tendrá que
aceptar una lista de doce demandas. La más importante es que Madrid se
comprometa a disminuir en 400 millones de dólares el enorme déficit
fiscal catalán de 2450 millones. "No daremos nuestro apoyo si el
gobierno no está dispuesto a aceptar estos puntos", manifestó con
claridad ejemplar Xavier Trías, que encabeza la lista parlamentaria del
CiU. Aznar ha rechazado públicamente cerrar un trato. Y en el CiU se teme
que su apuesta dé resultado. Es que, bajo el mando de Josep Piqué, el PP
catalán le ha estado robado adherentes al CiU en el electorado de
centroderecha catalán. Si Aznar logra aumentar el actual número de escaños
populares (156) al quitarle algunos a los nacionalistas catalanes, estaría
muy bien posicionado para negociar la adhesión de los diputados restantes
para una mayoría de gobierno (176 escaños).
En el País Vasco existe una
situación similar, dado que allí el PP rompió con los nacionalistas.
Pero la diferencia crucial es que se espera que el Partido Nacionalista
Vasco (PNV) aumente de hecho su caudal de votos. La razón se puede
resumir en una palabra: ETA. La organización separatista ha llamado a los
partidarios de su brazo político (Euskal Herritarrok, EH) a que se
"abstengan activamente" de las elecciones. Eso podría resultar
en que una proporción importante del 18 por ciento del electorado vasco
que hubiera votado al EH se vuelque al PNV, aumentando su presencia en el
Parlamento. Eso crea una situación prometedora para los socialistas de
Joaquín Almunia. Más aún considerando que es posible que los
nacionalistas gallegos, que le prometieron su apoyo a Almunia, irrumpan en
la Cámara de Diputados con cinco escaños. Esos factores crean la
posibilidad de que los socialistas logren formar gobierno, aun habiendo
recibido un número menor de votos. Aznar no dudó en condenar a su
adversario de oportunismo por su supuesta "ambigüedad" hacia el
PNV.
En su último día de campaña,
Almunia se ocupó de refutar esa acusación. "Aznar se dedica al
comercio de la sangre para ganar votos", disparó ayer en el estadio
del Real Madrid. El miércoles había hecho una promesa sin precedentes
para un socialista al afirmar que "no habrá diálogo con ETA, sin
tregua o con tregua". En una conferencia de prensa juntamente con su
socio Francisco Frutos, de Izquierda Unida (UI), Almunia cerró ayer su
campaña con el slogan: "Ni una sola abstención-Ni un solo voto de
izquierda o socialista debe quedarse en casa".
De su lado, el presidente español enfatizó lo que sabe es su
mejor carta: la economía. Dado que respaldan a un gobierno que redujo
casi por la mitad el desempleo y logró el crecimiento sostenido, las
pancartas del PP afirman simplemente: "Vamos por más". Por las
dudas, Aznar se ocupó en los últimos días de recordar cómo estaba España
bajo su predecesor socialista Felipe González: "Esos años tristes,
de marcha atrás, cuando España no era respetada ni por su economía ni
por la creación de empleo sino que será recordada por tener record de
desempleo y de corrupción".
Claves
* Mañana
se celebrarán las elecciones generales en España.
* Los
principales contendientes son el oficialista Partido Popular (PP) de
José María Aznar y el Partido Socialista Obrero Español, que está
aliado con Izquierda Unida. El objetivo de los adversarios es lograr
una mayoría de gobierno en la Cámara de Diputados. Es decir, 176 de
los 350 escaños.
* El
PP se beneficia de una economía en crecimiento y su logro de reducir
sustancialmente el desempleo. Es por eso que las encuestadoras
vaticinan que saldrá primero por alrededor de cinco puntos.
* Sin
embargo, las encuestadoras españolas ya tienen en su haber famosos
fracasos en sus pronósticos de las elecciones generales de 1992 y
1996. Ahora, ni siquiera los populares los toman demasiado en
serio.
* Sea
cual sea el resultado, no se espera que ninguno de los principales
partidos logren reunir una mayoría parlamentaria por cuenta propia.
* Por
lo tanto, todos están cortejando el apoyo de los partidos menores, en
su gran mayoría los partidos nacionalistas regionales.
* Y
ése es el mayor peligro para el PP, que está peleado con los
nacionalistas catalanes y los del País Vasco. Los catalanes ya
pusieron precio a su apoyo. Pero Aznar se negó a cerrar un trato.
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