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ASTOR PIAZZOLLA EN LA COLECCION DE TANGO DE PAGINA/12
El mejor comienzo de todos


Una grabación hasta ahora inconseguible en compact, con los temas grabados en 1957 por Astor Piazzolla al comando de un octeto en que alineaban Leopoldo Federico, Atilio Stampone y Horacio Malvicino inaugura mañana la 
serie.

La tapa y la contratapa del compact que publica mañana Página/12.


Por Diego Fischerman
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En 1954, Astor Piazzolla está en París. Y París, en 1954, es fácil de resumir en dos palabras: jazz y existencialismo. Falta un año para que el ex arreglador de Aníbal Troilo grabe uno de sus discos más extraños, con la Orquesta de la Opera de esa ciudad y Martial Solal y Lalo Schiffrin alternándose en el piano. Piazzolla, entonces, escucha a Gerry Mulligan. El grupo es su tentette --con Chet Baker en la trompeta y Bob Brookmeyer en el trombón a válvula-- y el bandoneonista lo confundirá en su recuerdo con un octeto. De esa confusión y de ese clima en el que las brumas de la ribera izquierda del Sena conviven con el Be Bop, la sombra de Arolas, la pintura de Georges Bracque y unos mareados nostálgicos de otro puerto y otro río, nacerá uno de los grupos más brillantes y más efímeros de la carrera de Piazzolla: su Octeto Buenos Aires.

  Este grupo fue moldeado desde la impresión que le causó al bandoneonista el concepto de orquestación de Gerry Mulligan. Allí no había secciones orquestales sino, a la manera del viejo contrapunto bachiano, instrumentos solitarios para cada parte musical. La claridad de los diálogos instrumentales era máxima. La transparencia de la arquitectura musical, insuperable. A partir de ese momento, Piazzolla no volverá a pensar para grandes orquestas, salvo en algunos trabajos comerciales de los años 70 (música para películas, sus canciones con Amelita Baltar). El octeto que cambió para siempre el rumbo de su música tardó dos años en grabar y, en 1957, produjo uno de los registros más importantes de la historia de la música argentina. Ese disco inevitable y hoy inconseguible es el que abrirá mañana la colección De Tango en Tango. Durante cinco domingos, Página/12 ofrecerá un CD dedicado a alguno de los nombres más importantes del género (Piazzolla, Troilo, Goyeneche, Pugliese y Mores). En todos los casos se trata de registros de gran valor artístico, casi imposibles de conseguir en el mercado.

  Algunos de los rasgos del Octeto Buenos Aires ya estaban presentes en los arreglos del '44 que Piazzolla había hecho para Troilo y, desde ya, en su orquesta del '46. Otros seguirían formando parte de su estilo hasta el último quinteto y el magnífico sexteto con Julio Pane y luego Daniel Binelli como segundo bandoneón y con Gerardo Gandini en el piano. Pero hay algo en el octeto que luego resultó irrepetible y es precisamente esa cualidad de tensión entre dos mundos estéticos, de irresistible energía, de curiosidad y de osadía. Allí, como en sus trabajos anteriores, se alternan algunos temas propios (e incluso de otros integrantes del grupo) con clásicos. Y es en esas versiones de tangos perfectos como "Arrabal" o "El Marne", donde puede entenderse de una manera más clara la originalidad del pensamiento musical de Piazzolla.

  Un dato esencial lo aporta la conformación del grupo, una especie de selección sólo comparable con el sexteto de Julio De Caro en el '26. Enrique Mario Francini y Hugo Baralis en primer y segundo violín, Piazzolla y Leopoldo Federico en bandoneones, Atilio Stampone en piano, Malvicino en guitarra eléctrica (en ese entonces una novedad para el género), José Bragato en violoncello y Juan Vasallo en contrabajo ofrecen una homogeneidad y un ajuste paralizantes. Algunos de los títulos dan pistas acerca de sus influencias. "Marrón y azul", por ejemplo, hace referencia a los colores de Bracque, pero también a la "Fantasía en negro y canela" y a "Negro, marrón y beige" de Duke Ellington. Y no parece casual que sea exactamente en ese tema donde por primera vez queda grabado en un tango un solo de guitarra eléctrica improvisado.

  "Tangology", de Malvicino, remite a "Birdology" y a "Boplicity", dos temas estandarte del Bop. "Neotango", de Leopoldo Federico, habla a las claras de la intención de pensar al tango desde otro lado y "Anone", de Baralis, es la palabra japonesa para el imperativo "escuchá". Lo demás, en una suerte de canon del género sesgado al máximo por Piazzolla, abraza a Arolas ("El Marne") con Salgán ("A fuego lento"), a Rosendo Mendizábal ("El entrerriano") con Cobián y Cadícamo ("Los mareados") y a José Pascual ("Arrabal") con Héctor Grané ("Haydée"). Después, Piazzolla formó su primer quinteto, un nuevo octeto, más quintetos, un noneto, un octeto más --aunque esa vez con instrumentos electrónicos--, todavía otros quintetos y un sexteto. Sin embargo, el espíritu de aquel grupo en que el tango fue atravesado, por primera vez, por la libertad del Bop, por la sutileza del Cool y por el aliento del París de la rive gauche, no volvió a aparecer jamás.

 

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