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LOS CUESTIONABLES FUNCIONARIOS QUE ELIGE RICO PARA LA BONAERENSE
Lo mejor de cada casa

Uno es un experto en documentología, comisario veterano..., que fue grabado por el juez Galeano combinando una pericia trucha nada menos que con su colega Juan José Ribelli, acusado estrella del caso AMIA. El otro también es un especialista: tiene dos procesos abiertos por múltiples y graves irregularidades con subsidios de la Nación a la provincia, incluyendo una partida para una colonia de vacaciones de chicos minusválidos, que nunca llegó a destino.

El candidato de Rico a la Escuela de Criminalística de la bonaerense es el comisario Raúl Torre. El subsecretario Norberto Washington Cruz, experto en subsidios, atiende las relaciones con la comunidad.

Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) Aldo Rico sumó otra perla al collar de la Policía Bonaerense. Como nuevo director de la Escuela de Criminalística �donde se forman todos los peritos de la fuerza� se dispone a asumir el comisario inspector Raúl Torre. Torre es un experto en documentología muy conocido en la Bonaerense, donde hizo una ascendente carrera en los años en que Pedro Klodczyk comandaba la fuerza. Sólo un hecho imprevisto �y hasta casi azaroso� cortó su buena estrella: en 1996, cuando el ex comisario Juan José Ribelli estaba a punto de ser detenido por el atentado contra la AMIA, el juez Juan José Galeano intervino sus teléfonos. Las escuchas revelaron que el talento del comisario Torre para levantar rastros e interpretarlos era tan vasto como su disposición para redactar informes a medida.
Los investigadores de la causa AMIA pescaron in fraganti al flamante director de la Escuela de Criminología mientras arreglaba los detalles de una pericia con Ribelli. Lo que oyeron �y grabaron� aquel 4 de julio de 1996 no tiene desperdicio.
Primero Ribelli habló con un abogado para dictarle una serie de �puntitos� que debía contener el informe. El ex comisario fue muy claro:
�Un puntito tendría que decir exactamente que los disparos que tienen los cuerpos no pueden corresponder a la forma y distancia que surge de los dichos de los testigos en la reconstrucción �dictó. Y después:
�Que recalquen bien esto: que las vainas que se encontraron en Monte Chingolo de ningunísima manera �subrayó�, de ninguna manera, pueden corresponder a las armas de los imputados.
El contenido de los �puntitos� fue festejado por Ribelli y su interlocutor con un estallido de carcajadas. El ex comisario, solidario con los suyos, se estaba jugando todas sus fichas para salvar de la cárcel a tres policías �César �El Pollito� Ahumada, Daniel Paz y Francisco Aguilera� acusados del fusilamiento de dos jóvenes. La investigación del caso estaba cercando a estos compañeros de Ribelli; Ahumada, Paz y Aguilera habían secuestrado a Miguel Angel Paulinelli y Héctor Puccio en su barrio de San José, en Temperley, a plena luz del día. Los jóvenes estaban desarmados y no se resistieron a la detención, pero igual fueron baleados. Los subieron, heridos, a un vehículo que recorrió 20 cuadras hasta un paredón de las afueras de Monte Chingolo, y allí los remataron. Lo que siguió fue macabro: los uniformados intentaron entregar los cuerpos en la clínica de Monte Chingolo pero los médicos y enfermeros no los aceptaron. �Están muertos, háganse cargo ustedes�, dijeron a los policías. Los cadáveres quedaron tirados frente a la clínica.
Como tantas veces, el caso fue presentado como el lamentable resultado de un tiroteo. Pero numerosos testigos de Monte Chingolo desmintieron a los policías: habían visto lo que realmente sucedió y lo contaron a la Justicia.
Así las cosas, la única salvación posible para los hombres de confianza de Ribelli era una pericia trucha que desacreditara los dichos de los testigos. Y la llave para conseguirla estaba en manos de Raúl Torre, el comisario que acaba de ser designado por Rico como director de la Escuela de Criminalística. Por aquellos días Torre era el jefe del Servicio de Investigaciones Técnicas (SEIT) Zona Norte de la policía bonaerense.
Hombre minucioso, Ribelli se encargó personalmente de volver a dictar los puntos de la pericia a uno de sus subordinados para que los pusiera en un sobre cerrado y lo enviara �al comisario inspector Torre�. Todo indica que el jefe del SEIT no se escandalizó por el envío. El viernes 5 de julio Ribelli llamó a Torre para pedirle que se apurara en enviar los resultados de la pericia al juzgado.
�Necesitarían esto para el miércoles 10 �apuró.
�Voy a hacer lo posible �respondió Torre.
El martes 9, un día antes de lo solicitado, el informe estaba en Tribunales. Allí se lee, entre otras cosas, que las vainas encontradas enMonte Chingolo �no se corresponden� con las armas secuestradas. Los deseos de Ribelli parecían cumplidos.
El círculo del encubrimiento hubiera cerrado por completo si no fuera porque, dos días después de que el juzgado recibiera la pericia, Ribelli y sus hombres fueron detenidos por orden del juez Galeano y la televisión reprodujo las escuchas telefónicas. La pericia armada a medida se transformó en un papel tan inútil para salvar a los policías como peligroso para quienes lo habían firmado. Un juzgado de Lomas de Zamora recibió la copia de las escuchas para que Ribelli y Torres fueran investigados.
Comenzó entonces un segundo capítulo de encubrimientos. La causa quedó en manos del juez de Lomas Emilio Villamayor y comenzó a avanzar a tranco lento. Entonces se robaron el expediente, sin forzar ninguna cerradura ni desacomodar un solo papel del juzgado. No está muy claro cuánto tiempo pasó hasta que el juez descubrió el robo, pero lo concreto es que el magistrado terminó pasándole el caso a una colega. Toda la investigación debió ser reconstruida y fue girada al despacho de Marta Carranza. En agosto del `97 una pericia del Area Especial de la Policía Bonaerense confirmó, con un 90 por ciento de certeza, que la voz grabada en las escuchas era la del comisario Torre. Desde entonces pasaron casi tres años y no hubo condenas ni sobreseimientos.
El misterioso robo del expediente estuvo a tono con un sinnúmero de irregularidades que rodearon la investigación de los asesinatos de Monte Chingolo. La reconstrucción del hecho se demoró nada menos que diez años y los testigos que habían visto los fusilamientos sufrieron atentados y amenazas. Mientras la pesquisa pasaba de juez en juez, los policías acusados �Paz, Ahumada y Aguilera� estuvieron detenidos, luego fueron sobreseídos y reincorporados a la fuerza, más tarde los premiaron con ascensos y finalmente los volvieron a detener.
Paz, mientras estaba prófugo, abrió una agencia de seguridad a metros de una dependencia judicial. Ahumada se mantenía en contacto con Ribelli a pesar de tener pedido de captura. El último de los acusados, Francisco Aguilera, fue capturado y condenado a cadena perpetua, pero el día en que debían confirmarle la sentencia alguien le abrió la puerta de la comisaría y se esfumó sin dejar rastros. Pasó mucho tiempo hasta que los tres fueron recapturados. Llevados a juicio, todos fueron condenados por el doble homicidio.
Página/12 quiso comunicarse con Raúl Torre. En la Escuela de Criminalística informaron que �el comisario va a asumir el martes o miércoles�. Voceros del Ministerio de Seguridad dijeron desconocer la causa abierta contra él y alegaron que el director de la escuela es Guillermo Meyer. Lo que nadie supo explicar es por qué en el nomenclador oficial distribuido la semana pasada por Prensa y Ceremonial del ministerio, Torre ya figura como director de la escuela. El comisario Meyer, a su vez, confirmó que efectivamente él es el titular de ese centro de estudios, �pero sólo hasta la semana que viene�, aclaró.
�¿En su reemplazo va a asumir el comisario Raúl Torre?
�Sí. Si quiere ubicarlo llame la semana que viene.
�Busco al Raúl Torre, que es comisario inspector y se retiró hace dos años. El que en 1996 fue jefe del SEIT Zona Norte.
�Es el mismo. A Pipa lo va a encontrar acá la semana que viene.


Claves

  Aldo Rico suma valores al Ministerio de Seguridad: nominó al frente de la Escuela de Criminalística a un comisario retirado, Raúl Torre, investigado por arreglar pericias.
  Lo descubrieron a través de las escuchas judiciales de la causa AMIA.
  El expediente sobre Torre está en la Justicia hace cuatro años. Todavía no hay condenas ni sobreseimientos.
  Como director de la Escuela, será el responsable de la formación de todos los peritos de la fuerza.
  Uno de los subsecretarios de Rico está acusado por el presunto desvío de subsidios y nombramiento de ñoquis.
  Se trata de Norberto Wahington Cruz, quien es investigado por dos jueces.

Las escuchas de Galeano

Los siguientes son algunos fragmentos de las escuchas grabadas por orden judicial. El primero es parte del diálogo telefónico que Ribelli sostuvo el 4 de julio de 1996 con un abogado ligado a los tres policías acusados por el doble homicidio:
RIBELLI: �Que recalquen bien esto: que las vainas que se encontraron en Monte Chingolo de ningunísima manera (ríe)...
ABOGADO: �Qué novedad...
RIBELLI: ...de ninguna manera pueden corresponder a las armas de los imputados.
ABOGADO �¡Qué novedad!..
RIBELLI: Otro puntito: tendría que decir que, de acuerdo al enfrentamiento de San José, las víctimas murieron debido a esos disparos, y que nunca se podrían haber desplazado como dicen los testigos de la reconstrucción...
Ribelli ordenó que enviaran un detalle con lo que debía decir la pericia a Torre. Y al día siguiente, lo llamó para pedirle que apurara sus conclusiones y las entregara al juzgado:
RIBELLI: �Necesitarían esto para el miércoles 10...
TORRES: �Bueno, voy a hacer lo posible. Para escribirla no hay problema, el tema es ubicar al forense.
Un análisis de las voces certificó que eran las de Ribelli y Torres.

 

LA ESPECIALIZACION DEL SUBSECRETARIO NORBERTO WASHINGTON CRUZ
Cómo usar el dinero de la Nación

Por L. V.

En los tribunales de San Martín y La Plata avanzan dos investigaciones que tienen como centro a Norberto Washington Cruz, el subsecretario de Relaciones con la Comunidad de Aldo Rico. La primera, a cargo del juez federal Hugo Gurruchaga, apunta a comprobar si Cruz se apropió de subsidios destinados a enfermos y a instituciones intermedias. La segunda, en manos de su colega del fuero criminal y correccional Omar Pepe, determinará si perjudicó al Estado provincial con la obtención irregular de otra serie de subsidios a través de dos fundaciones con sede en La Plata. El tema no es el único que tiene a mal traer al funcionario, sobre el que también pesa una denuncia por el supuesto nombramiento de ñoquis en el Senado bonaerense.
Cruz es un dirigente del PJ de San Miguel, la intendencia que Aldo Rico gobernó hasta ser designado por Carlos Ruckauf como ministro de Seguridad bonaerense. Fue senador provincial de 1993 a 1997 y antes había trabajado en el Ministerio del Interior de la Nación. En su puesto actual es el encargado de los vínculos entre el ministerio que comanda Rico y los foros vecinales de seguridad. Las causas judiciales en las que se lo investiga ya estaban abiertas cuando el ex teniente coronel carapintada lo eligió para ocupar la Subsecretaría de Relaciones con la Comunidad.
Para seguir el hilo de las dos investigaciones abiertas sobre Cruz hay que remontarse a 1992 y al escándalo que llevó a la cárcel al ex intendente de San Miguel, José de Luca. El ex jefe comunal fue acusado de corrupción en el caso de un subsidio de 160 mil pesos enviado por el Ministerio de Salud de la Nación para la construcción de una colonia de vacaciones para chicos discapacitados. El dinero terminó en manos de una inexistente Asociación de Olimpíadas Especiales, que invirtió en la obra menos de 10 mil pesos. En octubre del `96, Gurruchaga procesó a De Luca por administración fraudulenta. La causa debe pasar ahora a juicio oral.
Ya en aquella pesquisa, Cruz debió dar explicaciones sobre su papel en la tramitación del subsidio. Alegó, por ese entonces, que sólo había realizado gestiones menores. La Justicia no encontró elementos para incriminarlo. La denuncia contra De Luca había sido impulsada por el periodista Ariel Sar, quien el año pasado aportó nueva documentación al juzgado de Gurruchaga que incrimina a Cruz en maniobras similares. Se abrió así una causa independiente, pero en la que se trabaja sobre una serie de subsidios gestionados en la misma época, ante el mismo ministerio, y en la que aparecen nombres coincidentes con el caso de la colonia de vacaciones.
En su presentación, Sar no dejó espacio para la duda: �Se trata �dijo� de una organización delictiva que se dedicó a tramitar y obtener subsidios del Ministerio de Salud con el único fin de apropiarse del dinero para su uso personal�.
La acusación incluye, además de a Cruz, a Walter Maida �su hombre de confianza durante años� y Fabián Banus, quienes entre agosto y diciembre de 1992 habrían gestionado y obtenido subsidios a nombre de instituciones y personas que presentaron solicitudes ante el Ministerio de Salud de la Nación, pero nunca habrían recibido el dinero.
Entre los documentos que engrosan el expediente hay un poco de todo: por ejemplo, comprobantes sobre la entrega de subsidios por montos tres veces mayores a la suma pedida, y memos en lo que se presta conformidad a trámites sin número de expediente.
El juez de La Plata Omar Pepe, por su parte, sigue el rastro de operaciones similares realizadas tiempo después, cuando Cruz ya se había convertido en senador provincial. Entre otras cosas, deberá determinar si dos fundaciones encabezadas por el ahora funcionario de Rico recibieron otra tanda de subsidios de manera irregular. También si durante los cuatro años que duró su mandato designó como colaboradores a personas que nuncatrabajaron en el Senado pero para quienes mensualmente se libraban sueldos. El mecanismo denunciado es el de los ñoquis virtuales. Es decir, el nombramiento de empleados fantasma que nunca se enteraron de su condición de trabajadores del Estado.

 

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