Por J. N.
Es
curioso: los dos hermanos se recibieron con medalla de oro, ejercieron la
abogacía y escribieron best sellers jurídicos. Los dos tienen una larga
trayectoria política en el radicalismo. Sin embargo, a pesar de la
confianza y la amistad, sus trayectorias se desarrollaron en paralelo. Y
recién se cruzaron el año pasado, cuando Fernando de la Rúa decidió
convocar a su hermano menor, Jorge, para sumarlo a los equipos de gobierno
de la Alianza.
�Es todo y nada al mismo tiempo�, dice Jorge de la Rúa sobre las
funciones de la secretaría. En realidad, parece más todo que nada: el
funcionario administra la estructura de la Casa Rosada, es un canal
directo para las miles de personas que todos los días necesitan comunicar
algo al Presidente y participa de la redacción final de los discursos.
Pero lo más importante es que se encarga de la corrección de las leyes y
decretos clave del Ejecutivo, una tarea que no podría desarrollar sin una
formación jurídica sólida: Jorge de la Rúa se recibió de abogado a
los 21 años, asumió como titular de cátedra a los 26 y a los 28
escribió su comentario al Código Penal, un libro de consulta ineludible
para los estudiantes de derecho.
Era una época de militancia y universidad. Jorge de la Rúa se dedicaba a
defender presos políticos hasta que en 1976, luego del golpe, fue
amenazado de muerte. Escapó junto a su mujer Angelina y sus dos hijas a
Buenos Aires, en donde discutió las salidas posibles con su hermano, el
entonces joven senador �destituido por los militares� Fernando de la
Rúa. �Fue una decisión que tomamos con Fernando. Analizamos qué era
lo prudente y se concluyó que el que se equivocaba, perdía�, asegura
hoy.
Mientras su hermano Fernando conservaba la cátedra en la UBA, Jorge de la
Rúa se exiliaba en Caracas. Volvió en el �81 y un par de años
después asumió como secretario general de Gobierno de su amigo Eduardo
Angeloz. Desde ese cargo (y desde el Ministerio de la Función Pública
que ocupó más tarde), piloteó la reforma del Estado y la
descentralización administrativa de Córdoba. Renunció en el �91,
disconforme con la segunda reelección de Angeloz. Se refugió en su
estudio de abogado penalista, uno de los más grandes de Córdoba, y se
dedicó de lleno a su profesión.
La política volvió a convocarlo en el �94, cuando surgió la primera
diferencia de criterio seria con su hermano. Mientras Fernando de la Rúa
se oponía tenazmente al Pacto de Olivos, Jorge de la Rúa secundaba a
Raúl Alfonsín en la vicepresidencia del bloque y votaba en la
Convención Constituyente el artículo que habilitó la reelección de
Carlos Menem.
Reservado como su hermano, pero de un trato bastante más dulce, Jorge de
la Rúa asegura que las diferencias políticas del pasado no dejaron
heridas. La relación �asegura� siempre fue buena, a tal punto que el
año pasado el entonces candidato de la Alianza lo convocó para que
comenzara a estudiar la modificación de la estructura de gobierno. Poco
después de las elecciones, confirmaba su designación como secretario
general de la Presidencia.
�He tenido que volver a la función pública por razones familiares y
afectivas�, admite el funcionario, que a pesar de su ausencia mediática
es uno de los hombres claves de la administración delarruista. Es que,
además de sus funciones y de la evidente confianza depositada en él,
Jorge de la Rúa tiene una cualidad muy apreciada en el gobierno: es capaz
de seguir el extenuante ritmo de trabajo impuesto por el Presidente.
�Yo siempre he tenido una buena relación con mi hermano. Durante la
semana a veces voy a comer a Olivos, con mi esposa. Es una relación
normal�, dice Jorge de la Rúa. Todavía se resiste a dejar su
provincia, sigue viajando a Córdoba y en Buenos Aires aún vive en un
hotel. �En diez días me instalo�, promete.
�¿Es cierto, como dice su hermano, que usted es el inteligente y él es
el bueno? �le preguntó Página/12 en la entrevista.
�No. Es al revés. Yo soy el bueno y él es el inteligente �responde.
Y la tonada cordobesa se nota en cada palabra.
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