Con
un llamativo �Sí, prometo� que reprodujo el juramento de Salvador
Allende 30 años después, el socialista Ricardo Lagos se convirtió a las
11.40 de la mañana de ayer en el nuevo presidente de Chile. El escenario
del tercer traspaso de mando desde el fin de la dictadura pinochetista en
1990 fue el Congreso Nacional ubicado en la ciudad costera de Valparaíso,
hasta donde llegaron 600 invitados oficiales, entre jefes de Estado y de
gobierno, ex presidentes y representantes de organismos internacionales,
que se ubicaron a ambos lados del pasillo por el que hicieron su entrada
Lagos y su mujer, Luisa Durán, después de unas brevísimas palabras
pronunciadas por el presidente del Senado Andrés Zaldívar. La ausencia
más comentada fue, como era de esperar, la de Augusto Pinochet. La
ceremonia fue corta y, tal como la calificó el presidente argentino
Fernando de la Rúa, uno de los invitados especiales, �de una gran
austeridad�. La celebración oficial se trasladó luego al lujoso
Palacio Presidencial de Cerro Castillo, en Viña del Mar, donde el
flamante presidente ofreció un almuerzo a los presidentes y ex
mandatarios que asistieron a su asunción, acompañado por su esposa y una
de las principales gestoras de su ajustada victoria, la nueva ministra de
Relaciones Exteriores Soledad Alvear.
Fue una ceremonia inusual que se desarrolló en cuatro lugares del país:
empezó en el Salón de Plenarios del Congreso en Valparaíso, siguió en
Viña del Mar, continuó en el campus de la Universidad de Concepción, a
500 kilómetros de Santiago, se trasladó a la capital, y terminó con una
gala para 5000 invitados. El presidente saliente Eduardo Frei y su sucesor
llegaron a la sede del Parlamento en Valparaíso por separado. Frei lo
hizo con honores de mandatario en un Ford descapotable modelo �60 en el
que se trasladó junto a su ministro del Interior, Raúl Troncoso, desde
Santiago, donde la guardia del Palacio de La Moneda, integrada por un
selecto grupo de 24 carabineros, lo despidió con un unísono �Buenos
días, señor presidente�. �Me voy con la frente en alto y contento,
contento por Chile�, declaró al abandonar la sede del gobierno que
ocupó durante seis años.
Lagos llegó en un auto cubierto, escoltado por una larguísima caravana
civil y militar. Bajó del coche en silencio y en ese estado se dirigó
hacia una habitación contigua al salón principal, donde esperó hasta
que un secretario del Congreso fuera a buscarlo para prestar juramento.
Frei ya había hecho su entrada en medio de aplausos y del brazo de su
mujer, saludando a los invitados y con la banda presidencial tricolor
puesta. El estrado ubicado al final del recinto estaba ocupado por el
presidente del Senado y el presidente de la Cámara de Diputados Carlos
Montes, con los edecanes de Presidencia apostados detrás. Los otros dos
lugares eran para los hombres de la Concertación. Después de que
Zaldívar diera inicio a la sesión haciendo sonar una campanita, el
secretario fue a buscar a Lagos, que atravesó el pasillo con paso lento y
ocupó su lugar a la izquierda de Frei. En apenas minutos se desarrollaron
los hechos centrales: Zaldívar preguntó a Lagos si juraba o prometía
�hacer respetar y resguardar el cumplimiento de las leyes�, a lo que
el socialista respondió con una promesa, subrayando su condición de
agnóstico al evitar jurar y poner a Dios como testigo. Frei se quitó la
banda, se la dio a Zaldívar y Lagos se convirtió en el primer presidente
socialista después de Allende, mientras en Santiago se registraba un
sismo de tres grados en la escala de Mercali.
Pero los aplausos se dispararon cuando Frei hizo entrega del máximo
símbolo del poder en Chile: la estrella de O�Higgins con el escudo
nacional, la misma que pasó de mano en mano con cada traspaso
presidencial y que Augusto Pinochet consiguió después de bombardear La
Moneda el 11 de setiembre de 1973. Inmediatamente, Lagos y Frei cambiaron
de asientos y el socialista pasó a realizar su primer acto oficial: tomar
juramento a su gabinete compuesto por 16 ministros, cinco de ellos
mujeres. Después de 40 minutos, el traspaso de mando terminaba con el
Himno Nacional. Frei abandonó el salón de la misma manera en que había
entrado, sólo que el descapotable quedó para su sucesor. Lagos subió al
auto junto a suministro del Interior José Miguel Insulza y cubrió los
pocos kilómetros que lo separaban del Palacio de Cerro Castillo
lentamente, seguido por decenas de autos y rodeado por gente con banderas
chilenas y algunos carteles que recordaban a Pinochet a pesar de su
ausencia: �Las víctimas del golpe militar están esperando justicia�,
decía el más visible. Pero esas no fueron las únicas referencias al ex
dictador refugiado en su morada particular de descanso en la costera
localidad de Bucalemu, a menos de 100 kilómetros de la ceremonia. El
presidente del Senado, Andrés Zaldívar, aseguró que �la no presencia
fue una decisión prudente�, y la canciller Soledad Alvear reconoció
que �fue mejor que no asistiese a esta ceremonia�. La otra ausencia
notoria y llamativa fue la de Joaquín Lavín, que perdió las elecciones
frente a Lagos en segunda vuelta por apenas dos puntos.
La llegada de Lagos a Viña del Mar fue calma, y el nuevo presidente
entró a pie en la residencia, atravesando una imponente alfombra roja
desplegada sobre el parque de entrada a la casa. A los pocos minutos
llegaron en grupo los 14 mandatarios extranjeros en ejercicio, encabezados
por De la Rúa y el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, junto
a sus respectivas mujeres, para el almuerzo y la tradicional foto de
protocolo. Los siguieron los representantes de organismos internacionales
y 10 ex presidentes, entre los que se encontraban Raúl Alfonsín y Carlos
Menem junto a Zulemita. �Pasada la elección todos nos ponemos detrás
de un mismo carro, para empujar con fuerza. Este carro se llama Chile�,
había declarado Lagos antes de partir desde Cerro Castillo al Congreso
para ser investido como presidente. A su regreso, el socialista ya era
presidente de Chile, y los 24 carabineros que habían despedido a Frei en
Santiago llegaron hasta la entrada de la residencia en Viña del Mar para
repetir el protocolar �Buenas tardes, señor Presidente�. Esta vez, el
que respondió fue Lagos.
FDR sobre sencillez y Brasil
El presidente argentino Fernando de la Rúa (en la foto con el
presidente chileno saliente Eduardo Frei) fue uno de los invitados a
la ceremonia de asunción presidencial de Lagos en Valparaíso. A la
salida del Congreso en que se realizó el traspaso de mando, De la
Rúa elogió �la austeridad y sencillez republicana� de la
ceremonia. Luego, de regreso en la capital chilena, brindó una
improvisada conferencia de prensa en el lobby del Hotel Sheraton donde
se aloja con su austera comitiva, y se refirió al conflicto con las
empresas petroleras que advirtieron que no bajarán el precio de los
combustibles aunque descienda el valor del petróleo, al adelantar que
el Gobierno �va a actuar y no permanecerá indiferente ante esta
situación�. También se refirió a la deslealtad de los estados del
nordeste brasileño: �La actitud de un estado particular que para
captar una empresa otorga subsidios y altera las reglas del comercio
tiene ese carácter�. |
El socialista que nunca
fue Allende
Por Gabriel Alejandro Uriarte
¿Quién es Ricardo
Lagos? Quizá la pregunta nunca fue tan importante como lo es ahora. Es que
a lo largo de su carrera política, Lagos siempre pareció destacarse más
por quien no era. Si bien fue la estrella socialista de la centrista
Concertación chilena, todo el tiempo enfatizó sus credenciales
conservadoras a fin de contrarrestar el fantasma de ese otro eminente
socialista, Salvador Allende. Esa maniobra, al menos, le permitió ayer
sellar el fin del tabú del socialismo en Chile. Pero, ahora que asumió la
presidencia, Lagos está en la cuerda floja. Como todo hombre de consensos,
se arriesga a no satisfacer a nadie en un tiempo en que un imperioso
descontento popular tuvo como su resultado más inquietante el vertiginoso
ascenso de su adversario de la derecha, Joaquín Lavín, en las elecciones
presidenciales de diciembre.
Puede decirse que fue el golpe de Estado de Pinochet lo que impulsó a
Ricardo Lagos a adentrarse en la alta política. Fue recién tras el
derrocamiento de Allende cuando, exilado por decisión propia en Estados
Unidos, comenzó a pasar al primer plano del socialismo. En Carolina del
Norte organizó un seminario cuyo resultado sería el autocrítico
1970-1973: Lecciones de una experiencia. De regreso en Chile, su actitud
crítica le ganó amigos del centro. �Nos gustaba su izquierda sin el
estigma de la Unión Popular de Allende�, explicó uno de sus compañeros
democristianos de la Concertación. Lagos fue catapultado a la fama en 1988,
cuando en un memorable debate televisivo apuntó ante las cámaras un dedo
acusador al mismísimo Pinochet. �Usted, señor Pinochet, es el
responsable�, lo imprecó severamente acerca de las violaciones a los
derechos humanos. En 1993, sin embargo, perdió ante Eduardo Frei en las
internas presidenciales de la Concertación. Eso sólo lo decidió a ganar
la próxima ronda. Se rodeó de incondicionales y cultivó desde el
Ministerio de Obras Públicas la reputación de ser �inteligente y muy
capaz�. Rápidamente creó el perfil de un hombre que podría romper el
fantasma socialista en Chile sin arriesgar la transición democrática ni
alarmar demasiado a los sectores conservadores. En 1999 ya era el candidato
natural de la Concertación. En las internas de ese año aplastó sin
dificultades a sus oponentes. Se preparó entonces para una victoria a todas
vistas regalada en la primera vuelta el 12 de diciembre de las elecciones
presidenciales.
Pero siguió un abrupto despertar. Si bien Lagos podía parecer populista
dentro de la muy partidocrática Concertación, a nivel nacional perdió
terreno a un ritmo alarmante ante el mucho más populista Joaquín Lavín.
Sus propuestas eran demasiado cautelosas en contraste con el aluvión de
promesas que fluían de los discursos de Lavín. Mientras que era imposible
persuadir a Lagos de que se quitara el saco durante los mitines, Lavín se
disfrazaba alegremente de indígena o visitaba decenas de hogares humildes
en las poblaciones. De gozar una ventaja superior a los 10 puntos, el 12 de
diciembre Lagos apenas logró un empate técnico: 47,96 por ciento de los
votos contra el 47,54 de Lavín. Había rumores inquietantes de que sectores
duros del DC habían preferido a Lavín antes que votar al socialista
aggiornado. Todo esto explica el motivo por el que el humor del laguismo
durante la segunda vuelta rayó la desesperación. La declaración final de
Lagos en su cierre de campaña dio cuenta del cambio de ánimo que le impuso
la neoderecha chilena: �Denme una oportunidad para gobernar Chile�.
Ahora que finalmente obtuvo esa oportunidad, Lagos se enfrenta a una
situación difícil. Para reducir el actual desempleo de 8 por ciento,
prometió restaurar �dinamismo� a las exportaciones y a las inversiones
extranjeras. Con un poco de suerte lograría un crecimiento anual del 7 por
ciento. El �dinamismo� también reduciría al desempleo con la creación
de 200.000 nuevos puestos de trabajo para 2001. Lagos hará todo esto con un
cuidado no muy socialista de que la inflación no exceda el 3 por ciento.
Otro aspecto impecablemente neoliberal de su programa es un ajuste
presupuestario que buscará obtener un superávit del 1 por ciento del
PBI.Lagos prometió impulsar programas sociales, pero solamente utilizando
los fondos que espera ganar reduciendo la actual evasión fiscal de 4000
millones de dólares. Sin embargo, el proceso que comenzó el martes contra
Pinochet podría ser la situación más peligrosa para Lagos. Para colmo, el
contexto político en cual operará no es acogedor. Por un lado está
Lavín, quien se beneficiará de cualquier tropiezo o falta de resultados de
su plan económico. Por el otro, la retaguardia del presidente en la
Concertación no es del todo segura. �Durante las internas marginó las
cúpulas partidarias�, subrayó un análisis del diario La Tercera. La
dudosa lealtad de algunos democristianos tampoco es un buen signo para el
futuro. �Jamás hablo de lo que hubiera pasado; hay que actuar con la
realidad, por dura que sea�. Lagos reiteró esa frase ante los reveses que
marcaron su carrera. Ahora, en su momento de mayor triunfo, la realidad a la
que se enfrenta el segundo presidente socialista de Chile podría ser la
más dura que jamás conocerá.
REPORTAJE A ISABEL ALLENDE
�Desde lo de Londres, el miedo
cambió de bando�
Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro desde París
La hija del difunto
presidente socialista chileno Salvador Allende, Isabel Allende, no pierde
su convicción: Pinochet será juzgado por una u otra razón. La diputada
socialista no sólo está convencida de que �el miedo cambió de bando�
sino, también, asegura poseer pruebas que implican a Pinochet en la
muerte de Salvador Allende. Sin embargo, en momentos en que, 30 años
después de Allende, Chile vuelve a estar gobernado por un presidente
socialista, su hija asegura que ahora lo más importante es que el
desafuero de Pinochet prospere. Queda también el hecho simbólico de que
la diputada presenció la asunción de Ricardo Lagos ayer como presidente.
�Es otro momento histórico, no es obviamente el mismo socialismo�,
dijo Isabel Allende en esta entrevista con Página/12.
�Usted reveló hace unos días que tenía pruebas fehacientes para
acusar a Augusto Pinochet por la muerte de su padre durante el golpe
militar.
�Así es, dispongo de todas las pruebas necesarias para llevar a
Pinochet ante la Justicia. Si yo quisiera entablar una querella, creo que
tendríamos elementos de prueba. Basta recordar el libro de Patricia
Verdugo con el disco compacto anexado y donde sale claramente el diálogo
que sostiene Pinochet con otro general del ejército: Pinochet dice: �Lo
subimos a un avión y luego los tiramos�. Desde el inicio hay un
evidente deseo de destruir la persona de mi padre: es el bombardeo, que
Pinochet no hace nada por evitarlo, es el hecho de decir lo subimos a un
avión y lo tiramos, etc. Las grabaciones reflejan y revelan la voluntad
que tenía Pinochet de destruir a Salvador Allende. Pinochet estaba al
corriente de todo lo que ocurría en La Moneda. Pero nosotros no hemos
tomado todavía ninguna decisión para ver si presentamos o no una
querella. Pero, por supuesto, moralmente hablando, el responsable en ese
sentido es Pinochet: por la ruptura del orden, por la manera en que se
comportó, por su afán de destrucción, todo está claro.
�¿Y la decisión está a la espera de qué?
�Mire, en este momento hay 71 causas abiertas contra Pinochet y lo
importante es ahora ver qué respuesta dará en este país la Corte de
apelaciones y después la Corte Suprema: se trata de que puedan desaforar
a Pinochet, eso es lo importante, lo fundamental.
�Con todo, se dio un hecho extraordinario en Chile con la participación
del Estado chileno a través del Consejo de Defensa, que se aunó a las
querellas contra Pinochet. ¿Cuál es su opinión sobre los hechos de esta
semana, donde tantas cosas parecen haber cambiado en Chile?
�Es muy importante que el Consejo de Defensa del Estado se haya hecho
parte en esta causa específica que es la Caravana de la Muerte, porque
tuvo graves consecuencias: hubo 74 personas asesinadas. Creo que esas
cosas no pueden quedar en la impunidad. Además, la intervención del
Consejo muestra una clara voluntad política de la relevancia que tiene
para el Estado de Chile el asesinato de 74 personas en esas condiciones.
Aquí, por primera vez, se abre la posibilidad histórica de quitarle el
fuero a Pinochet y terminar con su inmunidad, que al final se transformó
en impunidad. El desafuero de Pinochet sería una demostración de que en
este país hay garantías de justicia. No sólo es posible sino además
necesario que se abra el juicio.
�¿No existe en Chile como una suerte de negociación para solucionar el
caso de Pinochet de manera... digamos, �consensual�? El canciller
chileno dijo hace unos días que, si se demostraba que Pinochet estaba
enfermo y se retiraba de la vida política, no habría juicio. De lo
contrario sí.
�Aquí no hay pactos ni negociaciones de ningún tipo, ni tampoco veo
ninguna razón ni justificación por la cual la Justicia no podría hacer
su trabajo. No existen pactos.
�¿Cuál es su impresión ante la entrega de la presidencia a Ricardo
Lagos? ¿Tiene confianza en él, en su compromiso con la Justicia?
�Bueno, desde el punto de vista personal por supuesto que es muy emotivo
el hecho de que un hombre que viene de las filas del socialismo como
Ricardo Lagos haya sido elegido. Esto significa que después de 30 años
vuelve a ser electo un presidente socialista, aunque evidentemente es un
presidente de la Concertación con un programa de la Concertación. La
coalición del gobierno es hoy otra, muy distinta de la que había en los
70. Estamos hablando de otro momento histórico. Sin embargo, es muy
importante porque significa que no hay más retos y que la madurez
alcanzada por el pueblo chileno, que no se dejó impactar por ninguna
seudocampaña de terror, dio lugar al triunfo de Ricardo Lagos. Es
esencial. En cuanto a la otra parte de su pregunta, el compromiso que ha
asumido Ricardo Lagos es hacer respetar un estado de derecho, y un estado
de derecho significa en primer lugar que los tribunales actúan de forma
independiente y soberana y, en segundo, que todos somos iguales ante la
ley. Por lo tanto no existe ninguna razón por la cual Pinochet no pueda
ser enjuiciado como cualquier otro ciudadano. Para eso hay que levantar su
actual inmunidad. El único riesgo que corre la democracia chilena es
precisamente que se perpetúe la impunidad. Pero sabemos que desde la
detención de Pinochet en Londres el miedo cambió de bando.
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