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EL SOCIALISTA RICARDO LAGOS ASUMIO LA PRESIDENCIA
Para Pinochet que lo miró por TV

Ricardo Lagos juró ayer como el tercer presidente de la Concertación gobernante, y se convirtió en el primer socialista en llegar al poder después del derrocamiento de Salvador Allende a manos de Augusto Pinochet, quien finalmente no estuvo presente en la ceremonia de traspaso de mando.

El flamante presidente chileno Ricardo Lagos.
La ceremonia se desdobló en cuatro ciudades del país.


t.gif (862 bytes) Con un llamativo �Sí, prometo� que reprodujo el juramento de Salvador Allende 30 años después, el socialista Ricardo Lagos se convirtió a las 11.40 de la mañana de ayer en el nuevo presidente de Chile. El escenario del tercer traspaso de mando desde el fin de la dictadura pinochetista en 1990 fue el Congreso Nacional ubicado en la ciudad costera de Valparaíso, hasta donde llegaron 600 invitados oficiales, entre jefes de Estado y de gobierno, ex presidentes y representantes de organismos internacionales, que se ubicaron a ambos lados del pasillo por el que hicieron su entrada Lagos y su mujer, Luisa Durán, después de unas brevísimas palabras pronunciadas por el presidente del Senado Andrés Zaldívar. La ausencia más comentada fue, como era de esperar, la de Augusto Pinochet. La ceremonia fue corta y, tal como la calificó el presidente argentino Fernando de la Rúa, uno de los invitados especiales, �de una gran austeridad�. La celebración oficial se trasladó luego al lujoso Palacio Presidencial de Cerro Castillo, en Viña del Mar, donde el flamante presidente ofreció un almuerzo a los presidentes y ex mandatarios que asistieron a su asunción, acompañado por su esposa y una de las principales gestoras de su ajustada victoria, la nueva ministra de Relaciones Exteriores Soledad Alvear.
Fue una ceremonia inusual que se desarrolló en cuatro lugares del país: empezó en el Salón de Plenarios del Congreso en Valparaíso, siguió en Viña del Mar, continuó en el campus de la Universidad de Concepción, a 500 kilómetros de Santiago, se trasladó a la capital, y terminó con una gala para 5000 invitados. El presidente saliente Eduardo Frei y su sucesor llegaron a la sede del Parlamento en Valparaíso por separado. Frei lo hizo con honores de mandatario en un Ford descapotable modelo �60 en el que se trasladó junto a su ministro del Interior, Raúl Troncoso, desde Santiago, donde la guardia del Palacio de La Moneda, integrada por un selecto grupo de 24 carabineros, lo despidió con un unísono �Buenos días, señor presidente�. �Me voy con la frente en alto y contento, contento por Chile�, declaró al abandonar la sede del gobierno que ocupó durante seis años.
Lagos llegó en un auto cubierto, escoltado por una larguísima caravana civil y militar. Bajó del coche en silencio y en ese estado se dirigó hacia una habitación contigua al salón principal, donde esperó hasta que un secretario del Congreso fuera a buscarlo para prestar juramento. Frei ya había hecho su entrada en medio de aplausos y del brazo de su mujer, saludando a los invitados y con la banda presidencial tricolor puesta. El estrado ubicado al final del recinto estaba ocupado por el presidente del Senado y el presidente de la Cámara de Diputados Carlos Montes, con los edecanes de Presidencia apostados detrás. Los otros dos lugares eran para los hombres de la Concertación. Después de que Zaldívar diera inicio a la sesión haciendo sonar una campanita, el secretario fue a buscar a Lagos, que atravesó el pasillo con paso lento y ocupó su lugar a la izquierda de Frei. En apenas minutos se desarrollaron los hechos centrales: Zaldívar preguntó a Lagos si juraba o prometía �hacer respetar y resguardar el cumplimiento de las leyes�, a lo que el socialista respondió con una promesa, subrayando su condición de agnóstico al evitar jurar y poner a Dios como testigo. Frei se quitó la banda, se la dio a Zaldívar y Lagos se convirtió en el primer presidente socialista después de Allende, mientras en Santiago se registraba un sismo de tres grados en la escala de Mercali.
Pero los aplausos se dispararon cuando Frei hizo entrega del máximo símbolo del poder en Chile: la estrella de O�Higgins con el escudo nacional, la misma que pasó de mano en mano con cada traspaso presidencial y que Augusto Pinochet consiguió después de bombardear La Moneda el 11 de setiembre de 1973. Inmediatamente, Lagos y Frei cambiaron de asientos y el socialista pasó a realizar su primer acto oficial: tomar juramento a su gabinete compuesto por 16 ministros, cinco de ellos mujeres. Después de 40 minutos, el traspaso de mando terminaba con el Himno Nacional. Frei abandonó el salón de la misma manera en que había entrado, sólo que el descapotable quedó para su sucesor. Lagos subió al auto junto a suministro del Interior José Miguel Insulza y cubrió los pocos kilómetros que lo separaban del Palacio de Cerro Castillo lentamente, seguido por decenas de autos y rodeado por gente con banderas chilenas y algunos carteles que recordaban a Pinochet a pesar de su ausencia: �Las víctimas del golpe militar están esperando justicia�, decía el más visible. Pero esas no fueron las únicas referencias al ex dictador refugiado en su morada particular de descanso en la costera localidad de Bucalemu, a menos de 100 kilómetros de la ceremonia. El presidente del Senado, Andrés Zaldívar, aseguró que �la no presencia fue una decisión prudente�, y la canciller Soledad Alvear reconoció que �fue mejor que no asistiese a esta ceremonia�. La otra ausencia notoria y llamativa fue la de Joaquín Lavín, que perdió las elecciones frente a Lagos en segunda vuelta por apenas dos puntos.
La llegada de Lagos a Viña del Mar fue calma, y el nuevo presidente entró a pie en la residencia, atravesando una imponente alfombra roja desplegada sobre el parque de entrada a la casa. A los pocos minutos llegaron en grupo los 14 mandatarios extranjeros en ejercicio, encabezados por De la Rúa y el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, junto a sus respectivas mujeres, para el almuerzo y la tradicional foto de protocolo. Los siguieron los representantes de organismos internacionales y 10 ex presidentes, entre los que se encontraban Raúl Alfonsín y Carlos Menem junto a Zulemita. �Pasada la elección todos nos ponemos detrás de un mismo carro, para empujar con fuerza. Este carro se llama Chile�, había declarado Lagos antes de partir desde Cerro Castillo al Congreso para ser investido como presidente. A su regreso, el socialista ya era presidente de Chile, y los 24 carabineros que habían despedido a Frei en Santiago llegaron hasta la entrada de la residencia en Viña del Mar para repetir el protocolar �Buenas tardes, señor Presidente�. Esta vez, el que respondió fue Lagos.


FDR sobre sencillez y Brasil

El presidente argentino Fernando de la Rúa (en la foto con el presidente chileno saliente Eduardo Frei) fue uno de los invitados a la ceremonia de asunción presidencial de Lagos en Valparaíso. A la salida del Congreso en que se realizó el traspaso de mando, De la Rúa elogió �la austeridad y sencillez republicana� de la ceremonia. Luego, de regreso en la capital chilena, brindó una improvisada conferencia de prensa en el lobby del Hotel Sheraton donde se aloja con su austera comitiva, y se refirió al conflicto con las empresas petroleras que advirtieron que no bajarán el precio de los combustibles aunque descienda el valor del petróleo, al adelantar que el Gobierno �va a actuar y no permanecerá indiferente ante esta situación�. También se refirió a la deslealtad de los estados del nordeste brasileño: �La actitud de un estado particular que para captar una empresa otorga subsidios y altera las reglas del comercio tiene ese carácter�.

 

El socialista que nunca fue Allende

Por Gabriel Alejandro Uriarte

¿Quién es Ricardo Lagos? Quizá la pregunta nunca fue tan importante como lo es ahora. Es que a lo largo de su carrera política, Lagos siempre pareció destacarse más por quien no era. Si bien fue la estrella socialista de la centrista Concertación chilena, todo el tiempo enfatizó sus credenciales conservadoras a fin de contrarrestar el fantasma de ese otro eminente socialista, Salvador Allende. Esa maniobra, al menos, le permitió ayer sellar el fin del tabú del socialismo en Chile. Pero, ahora que asumió la presidencia, Lagos está en la cuerda floja. Como todo hombre de consensos, se arriesga a no satisfacer a nadie en un tiempo en que un imperioso descontento popular tuvo como su resultado más inquietante el vertiginoso ascenso de su adversario de la derecha, Joaquín Lavín, en las elecciones presidenciales de diciembre.
Puede decirse que fue el golpe de Estado de Pinochet lo que impulsó a Ricardo Lagos a adentrarse en la alta política. Fue recién tras el derrocamiento de Allende cuando, exilado por decisión propia en Estados Unidos, comenzó a pasar al primer plano del socialismo. En Carolina del Norte organizó un seminario cuyo resultado sería el autocrítico 1970-1973: Lecciones de una experiencia. De regreso en Chile, su actitud crítica le ganó amigos del centro. �Nos gustaba su izquierda sin el estigma de la Unión Popular de Allende�, explicó uno de sus compañeros democristianos de la Concertación. Lagos fue catapultado a la fama en 1988, cuando en un memorable debate televisivo apuntó ante las cámaras un dedo acusador al mismísimo Pinochet. �Usted, señor Pinochet, es el responsable�, lo imprecó severamente acerca de las violaciones a los derechos humanos. En 1993, sin embargo, perdió ante Eduardo Frei en las internas presidenciales de la Concertación. Eso sólo lo decidió a ganar la próxima ronda. Se rodeó de incondicionales y cultivó desde el Ministerio de Obras Públicas la reputación de ser �inteligente y muy capaz�. Rápidamente creó el perfil de un hombre que podría romper el fantasma socialista en Chile sin arriesgar la transición democrática ni alarmar demasiado a los sectores conservadores. En 1999 ya era el candidato natural de la Concertación. En las internas de ese año aplastó sin dificultades a sus oponentes. Se preparó entonces para una victoria a todas vistas regalada en la primera vuelta el 12 de diciembre de las elecciones presidenciales.
Pero siguió un abrupto despertar. Si bien Lagos podía parecer populista dentro de la muy partidocrática Concertación, a nivel nacional perdió terreno a un ritmo alarmante ante el mucho más populista Joaquín Lavín. Sus propuestas eran demasiado cautelosas en contraste con el aluvión de promesas que fluían de los discursos de Lavín. Mientras que era imposible persuadir a Lagos de que se quitara el saco durante los mitines, Lavín se disfrazaba alegremente de indígena o visitaba decenas de hogares humildes en las poblaciones. De gozar una ventaja superior a los 10 puntos, el 12 de diciembre Lagos apenas logró un empate técnico: 47,96 por ciento de los votos contra el 47,54 de Lavín. Había rumores inquietantes de que sectores duros del DC habían preferido a Lavín antes que votar al socialista aggiornado. Todo esto explica el motivo por el que el humor del laguismo durante la segunda vuelta rayó la desesperación. La declaración final de Lagos en su cierre de campaña dio cuenta del cambio de ánimo que le impuso la neoderecha chilena: �Denme una oportunidad para gobernar Chile�.
Ahora que finalmente obtuvo esa oportunidad, Lagos se enfrenta a una situación difícil. Para reducir el actual desempleo de 8 por ciento, prometió restaurar �dinamismo� a las exportaciones y a las inversiones extranjeras. Con un poco de suerte lograría un crecimiento anual del 7 por ciento. El �dinamismo� también reduciría al desempleo con la creación de 200.000 nuevos puestos de trabajo para 2001. Lagos hará todo esto con un cuidado no muy socialista de que la inflación no exceda el 3 por ciento. Otro aspecto impecablemente neoliberal de su programa es un ajuste presupuestario que buscará obtener un superávit del 1 por ciento del PBI.Lagos prometió impulsar programas sociales, pero solamente utilizando los fondos que espera ganar reduciendo la actual evasión fiscal de 4000 millones de dólares. Sin embargo, el proceso que comenzó el martes contra Pinochet podría ser la situación más peligrosa para Lagos. Para colmo, el contexto político en cual operará no es acogedor. Por un lado está Lavín, quien se beneficiará de cualquier tropiezo o falta de resultados de su plan económico. Por el otro, la retaguardia del presidente en la Concertación no es del todo segura. �Durante las internas marginó las cúpulas partidarias�, subrayó un análisis del diario La Tercera. La dudosa lealtad de algunos democristianos tampoco es un buen signo para el futuro. �Jamás hablo de lo que hubiera pasado; hay que actuar con la realidad, por dura que sea�. Lagos reiteró esa frase ante los reveses que marcaron su carrera. Ahora, en su momento de mayor triunfo, la realidad a la que se enfrenta el segundo presidente socialista de Chile podría ser la más dura que jamás conocerá.

 


 

REPORTAJE A ISABEL ALLENDE
�Desde lo de Londres, el miedo cambió de bando�

Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro desde París

La hija del difunto presidente socialista chileno Salvador Allende, Isabel Allende, no pierde su convicción: Pinochet será juzgado por una u otra razón. La diputada socialista no sólo está convencida de que �el miedo cambió de bando� sino, también, asegura poseer pruebas que implican a Pinochet en la muerte de Salvador Allende. Sin embargo, en momentos en que, 30 años después de Allende, Chile vuelve a estar gobernado por un presidente socialista, su hija asegura que ahora lo más importante es que el desafuero de Pinochet prospere. Queda también el hecho simbólico de que la diputada presenció la asunción de Ricardo Lagos ayer como presidente. �Es otro momento histórico, no es obviamente el mismo socialismo�, dijo Isabel Allende en esta entrevista con Página/12.
�Usted reveló hace unos días que tenía pruebas fehacientes para acusar a Augusto Pinochet por la muerte de su padre durante el golpe militar.
�Así es, dispongo de todas las pruebas necesarias para llevar a Pinochet ante la Justicia. Si yo quisiera entablar una querella, creo que tendríamos elementos de prueba. Basta recordar el libro de Patricia Verdugo con el disco compacto anexado y donde sale claramente el diálogo que sostiene Pinochet con otro general del ejército: Pinochet dice: �Lo subimos a un avión y luego los tiramos�. Desde el inicio hay un evidente deseo de destruir la persona de mi padre: es el bombardeo, que Pinochet no hace nada por evitarlo, es el hecho de decir lo subimos a un avión y lo tiramos, etc. Las grabaciones reflejan y revelan la voluntad que tenía Pinochet de destruir a Salvador Allende. Pinochet estaba al corriente de todo lo que ocurría en La Moneda. Pero nosotros no hemos tomado todavía ninguna decisión para ver si presentamos o no una querella. Pero, por supuesto, moralmente hablando, el responsable en ese sentido es Pinochet: por la ruptura del orden, por la manera en que se comportó, por su afán de destrucción, todo está claro.
�¿Y la decisión está a la espera de qué?
�Mire, en este momento hay 71 causas abiertas contra Pinochet y lo importante es ahora ver qué respuesta dará en este país la Corte de apelaciones y después la Corte Suprema: se trata de que puedan desaforar a Pinochet, eso es lo importante, lo fundamental.
�Con todo, se dio un hecho extraordinario en Chile con la participación del Estado chileno a través del Consejo de Defensa, que se aunó a las querellas contra Pinochet. ¿Cuál es su opinión sobre los hechos de esta semana, donde tantas cosas parecen haber cambiado en Chile?
�Es muy importante que el Consejo de Defensa del Estado se haya hecho parte en esta causa específica que es la Caravana de la Muerte, porque tuvo graves consecuencias: hubo 74 personas asesinadas. Creo que esas cosas no pueden quedar en la impunidad. Además, la intervención del Consejo muestra una clara voluntad política de la relevancia que tiene para el Estado de Chile el asesinato de 74 personas en esas condiciones. Aquí, por primera vez, se abre la posibilidad histórica de quitarle el fuero a Pinochet y terminar con su inmunidad, que al final se transformó en impunidad. El desafuero de Pinochet sería una demostración de que en este país hay garantías de justicia. No sólo es posible sino además necesario que se abra el juicio.
�¿No existe en Chile como una suerte de negociación para solucionar el caso de Pinochet de manera... digamos, �consensual�? El canciller chileno dijo hace unos días que, si se demostraba que Pinochet estaba enfermo y se retiraba de la vida política, no habría juicio. De lo contrario sí.
�Aquí no hay pactos ni negociaciones de ningún tipo, ni tampoco veo ninguna razón ni justificación por la cual la Justicia no podría hacer su trabajo. No existen pactos.
�¿Cuál es su impresión ante la entrega de la presidencia a Ricardo Lagos? ¿Tiene confianza en él, en su compromiso con la Justicia?
�Bueno, desde el punto de vista personal por supuesto que es muy emotivo el hecho de que un hombre que viene de las filas del socialismo como Ricardo Lagos haya sido elegido. Esto significa que después de 30 años vuelve a ser electo un presidente socialista, aunque evidentemente es un presidente de la Concertación con un programa de la Concertación. La coalición del gobierno es hoy otra, muy distinta de la que había en los 70. Estamos hablando de otro momento histórico. Sin embargo, es muy importante porque significa que no hay más retos y que la madurez alcanzada por el pueblo chileno, que no se dejó impactar por ninguna seudocampaña de terror, dio lugar al triunfo de Ricardo Lagos. Es esencial. En cuanto a la otra parte de su pregunta, el compromiso que ha asumido Ricardo Lagos es hacer respetar un estado de derecho, y un estado de derecho significa en primer lugar que los tribunales actúan de forma independiente y soberana y, en segundo, que todos somos iguales ante la ley. Por lo tanto no existe ninguna razón por la cual Pinochet no pueda ser enjuiciado como cualquier otro ciudadano. Para eso hay que levantar su actual inmunidad. El único riesgo que corre la democracia chilena es precisamente que se perpetúe la impunidad. Pero sabemos que desde la detención de Pinochet en Londres el miedo cambió de bando.

 

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