Página/12 en España
Por Raúl Kollmann desde Madrid
Telefónica,
Repsol, los bancos españoles, Iberia. Todas las empresas que han
desembarcado con extraordinaria fuerza en la Argentina se han convertido
en el centro del debate de la elección que hoy se realiza en España.
José María Aznar, el presidente del gobierno español y candidato del
Partido Popular, es acusado por su adversario, el socialista Joaquín
Almunia, de haber favorecido durante su mandato a esas grandes empresas y,
por consiguiente, administrar el Estado a favor de los ricos. Aznar se
defiende argumentando que el impulso a esas grandes empresas permitió
mejorar la situación de todos los españoles.
Este choque tradicional derecha-izquierda ocupó el centro de la escena de
una carrera que no despertó pasiones en la gente y que llega al final con
una ventaja de tres puntos para Aznar. De todas maneras puede haber
sorpresas: hay una franja de la población que hace años que no vota
porque se decepcionó de los socialistas por los casos de corrupción. Si
esa gente va hoy a las urnas �es difícil�, puede darse vuelta la
tortilla. En diálogo con Página/12, uno de los especialistas en
encuestas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) reconoció que
Aznar puede conseguir alrededor del 42 por ciento de los votos, Almunia el
39 y la Izquierda Unida, que apoya a Almunia, cerca del seis por ciento.
Pero en este país no gana el que saca más votos sino el que consigue
más diputados. Y la realidad es que buena parte de los legisladores salen
de las provincias chicas, donde el oficialismo tiene más fuerza. Contando
diputados, las previsiones son que la gente de Aznar logre 164
legisladores, contra 141 del PSOE. Para ganar, hay que sumar 175 y el
oficialismo lograría ese total �si todo sale como dicen las encuestas�
acordando con los nacionalistas catalanes.
En las calles, el ambiente es bastante frío. Casi no se nota que hay
elecciones y toda la propaganda que se ve son unos afiches chicos que
cuelgan de un lado de los postes de luz. En una cuadra hay afiches de
Aznar, en la siguiente, de Almunia. No hay pintadas, no hay pasacalles y
casi no se hace propaganda por televisión. Es muy cara, dicen. Además en
España existe la saludable norma de que sólo se puede hacer campaña
durante las últimas dos semanas de la carrera electoral, algo que reduce
los costos y evita que los partidos recurran a fondos que nunca se sabe de
dónde vienen.
En otros países las últimas contiendas electorales giraron alrededor de
las características buenas o malas de los candidatos, la corrupción y la
eficiencia para gobernar. Aquí en España, el debate fue mucho más
ideológico porque los socialistas se unieron a Izquierda Unida y la
polémica se relacionó casi instantáneamente con las empresas que, no
por casualidad, conviven con los argentinos desde hace unos años.
Los
socialistas argumentan que Aznar enriqueció a las grandes compañías,
que crecieron en forma extraordinaria. Sus accionistas mayoritarios y
gerentes ganaron sumas fantásticas, mientras que el 80 por ciento de los
impuestos los paga la clase media. Es obvio que, si gana Aznar,
Telefónica, Repsol, Iberia y otras empresas estarán en su salsa y
seguramente continuarán su política de expansión, incluyendo a la
Argentina.
Por el lado
del PSOE, la estrategia no será confrontar con esas empresas, pero
obviamente harán una fuerte ofensiva para cambiar a todos sus
directorios. Les cobrarán más impuestos que ahora y lo más probable es
que se reduzca un poco la política de crecimiento de esas companías.
La otra
polémica que existe aquí también es conocida para los argentinos: los
contratos de trabajo. En España se puede contratar a unapersona incluso
por una semana y los nuevos trabajos que se consiguen son muy precarios:
no hay empresas que tomen personal fijo. El oficialismo argumenta �y las
cifras lo confirman� que la desocupación se redujo notoriamente,
mientras que el PSOE retruca que la baja en la desocupación no es un
fenómeno español: se produjo en Estados Unidos y toda Europa, gracias al
crecimiento de la economía. �Ese no es mérito de Aznar -argumentan�.
Por el contrario, aquí el gobierno permitió que los nuevos trabajos sean
todos a contrato, muy precarios�.
A pesar de las polémicas, los ciudadanos prestaron poca atención a la
carrera electoral. Aquí ni siquiera hubo un debate televisado entre Aznar
y Almunia �Aznar no quiso� que le pusiera cierto condimento a la
competencia. El voto es voluntario �se calcula que votará más del 70
por ciento�, pero la vida continúa: hoy hay fútbol, cine y teatro como
siempre.
Tal vez lo que mejor pinte el panorama es un chiste que el viernes
publicó el diario El Mundo:
En el dibujo, la vidente está sentada delante de la bola de cristal. El
cliente no es otro que José María Aznar, el candidato oficialista.
�¿Y qué va a pasar? �pregunta Aznar ansioso.
�La bola dice que no habrá cambios después de las elecciones. Todo
seguirá igual �contesta la vidente.
�Sí, sí, eso ya lo sé. ¿Pero gobernando yo o gobernando Almunia?
opinion
Por Juan Marsé * |
Siempre me decepciona
cuando me preguntan por cómo sigue la campaña de los partidos
políticos. Es claro que me ha interesado, pero lo que no me gusta es
tener que hablar sobre ello. Los políticos nos preguntan ahora,
cuando ellos quieren, pero ¿por qué no nos preguntan por temas que
son más importantes como, por ejemplo, la educación? Todo está por
hacer.
Siempre he votado y lo haré este domingo. A todo, antepongo mis
convicciones democráticas. Y, a pesar de todo, votaré a la
izquierda. El "pese a todo" es solamente a título personal.
Pero puede decirse que me siento renovado después del pacto entre el
PSOE e Izquierda Unida. No soy profeta y, por tanto, no puedo
aventurar si se trata de un acuerdo coyuntural, de una confluencia de
intereses... De momento me parece algo a considerar.
A las encuestas, sólo les doy el 50 por ciento de credibilidad.
Desconfío de ellas. Porque en realidad, sólo me creo la mitad de lo
que los periódicos cuentan cada día, no sólo en las encuestas, sino
de todo en general. Estuve respondiendo durante una hora a preguntas
en una rueda de prensa, y después no ha salido ni una palabra en
ningún sitio. Es que sólo se habla de la campaña.
* Novelista español, autor de Ultimas
tardes con Teresa y Si te dicen que caí. Declaraciones publicadas en
el diario El País. |
La interna de los artistas
La puja entre las figuras populares tiene un ganador apabullante:
la izquierda. El acto de cierre de Almunia se inició con un
impactante video en el que Antonio Banderas pide el voto por los
socialistas. Joan Manuel Serrat hizo campaña y lo mismo ocurrió
con Imanol Arias, Víctor Manuel, Ana Belén y Joaquín Sabina.
El Partido Popular sólo consiguió el apoyo de las viejas figuras
del teatro de revistas de la época del franquismo y un viejo
conocido de los argentinos, el cantante Rafael.
Por supuesto no faltaron quienes miraron para otro lado sin
pronunciarse. El más conocido: Pedro Almodóvar. Aprovechó que
está en Estados Unidos peleando por ganar el Oscar para Todo sobre
mi madre y no emitió opinión. |
Mire qué candidatos
El no tan pintoresco Jesús Gil y Gil, ex presidente del
Atlético de Madrid y famoso dictador que tantas veces echó a
jugadores y técnicos argentinos, resolvió presentarse como
candidato de su partido, que obviamente se llama GIL, Grupo
Independiente Liberal. Al principio preocupó al oficialismo por su
discurso derechista de ultratumba, pero pocos creen que pueda
conseguir la banca que busca. Gil quiere conseguir fueros para
escaparles a las increíbles imputaciones por administración
fraudulenta de su club.
Mario Conde estuvo en la cárcel por un desfalco multimillonario en
el Banesto, por entonces uno de los mayores bancos españoles. De la
cárcel salió para meterse con todo en la política y espera
conseguir una banca.
Otro ex presidiario, José María Ruiz Mateos también estuvo entre
rejas. Fue protagonista de uno de los desfalcos más grandes de la
historia deEspaña, el escándalo Rumasa. Ya en libertad, el hombre
tampoco se priva de presentarse con su propio partido. |
HABLA JOAQUIN ALMUNIA
�Contra el coto privado de Aznar�
El País de Madrid
Por Jesús Ceberio/ Xavier Vidal Folch
Desde Madrid
Joaquín Almunia
Amann (Bilbao, 1948), candidato socialista a la presidencia del Gobierno,
exhibe en su biografía una síntesis de muchas cosas de España. De
ascendencia familiar mitad árabe y mitad judía, es vasco y está casado
con Mila Candela, murciana. Es abogado economista; estudió en Deusto. Fue
ministro de Trabajo (con 34 años) y de Administraciones Públicas. Tomó
las riendas del Partido Socialist Obrero Español (PSOE) después de 25
años de liderazgo de Felipe González; organizó unas primarias que perdió
y asumió el liderazgo electoral por renuncia de Josep Borrell. Ha iniciado
la reconciliación de las izquierdas, concretando una alianza con Izquierda
Unida (UI). Pero la principal incógnita estriba en el grado de madurez que
exhibe.
�La prensa británica ha publicado que hubo una estrategia pactada, por
razones de Estado, para cerrar el �caso Pinochet�...
�La actitud del gobierno español ha sido penosa. La llegada de Pinochet a
Chile nos ha producido a muchos la sensación de que el gobierno Aznar nos
ha estado engañando. Dijo que respetaría cualquier paso que emprendiera la
Justicia española, pero la ha entorpecido continuamente. Engañó al
afirmar que el gobierno de Gran Bretaña no había mantenido conversaciones
con el español. El gobierno nos debe una explicación a los españoles, a
todos los demócratas que queremos que Pinochet no quede impune.
�Cada ministerio y cada sector exige más presupuesto. Pero ningún
partido se atreve a proponer subir los impuestos...
�Es compatible reducir el déficit y afinar mejor las prioridades del
gasto, siempre que se mantenga la carga fiscal �sin necesidad de que
aumente, como ha hecho el gobierno Aznar� y crezca la economía. Pero
afinar las prioridades implica que otras cosas no se podrán hacer. No soy
un candidato de los que va a cada provincia prometiendo el AVE (tren de alta
velocidad). Me repugna ese tipo de política, el que Aznar diga que va a
bajar los impuestos cuando ya lo dijo hace cuatro años y lo que ha hecho es
subirlos.
�¿A qué se dedicaría el impuesto ecológico? ¿Por qué lo tienen
escondido?
�No lo tenemos escondido, está en el programa. El principio de que quien
contamina paga es eficaz tanto para reducir la contaminación como para
sustituir recaudaciones decrecientes en otros impuestos. Pero el gobierno
Aznar lo veta en Europa, y refleja así el modelo de crecimiento de la
derecha española, que fía todas nuestras posibilidades de competir a que
sigamos siendo inferiores, a que nuestros salarios sean más bajos, a que
los servicios sean peores.
�Se les critica a los socialistas por establecer pactos y alianzas
distintas según sea la situación en cada territorio.
�En un Estado tan descentralizado políticamente, con una fragmentación
del sistema de partidos que en cada territorio obedece a razones diferentes,
sería impensable que un partido tuviese posibilidad de gobernar sin
necesidad de alianza alguna. Y, a la vez, sería impensable que por no
pactar con quienes también han recibido apoyo popular se cercenase la
posibilidad de gobernar con estabilidad. Aznar dijo en Navarra que estaba
muy preocupado porque el PSOE podía estar tentado de coquetear con el
Partido Nacionalista Vasco (PNV). ¡Qué hipocresía! Lo que tenía que
haber hecho Aznar era no haber roto de forma irresponsable el consenso
autonómico.
�Ustedes se distancian de los nacionalistas, pero incluso en la mejor
hipótesis para la alianza PSOE-IU, les necesitarán para formar gobierno.
�He llegado a un acuerdo con Izquierda Unida, después de haber
incorporado en las listas del PSOE a otros progresistas, a Nueva Izquierda.
Me presento ante los electores con unos aliados y unos compromisos
conocidos. ¿Tiene aliados Aznar? Creo que sí, pero él no quiere
reconocerlo públicamente. Niega los apoyos que ha tenido y tiene, y oculta
los apoyos que está dando en el Parlamento de Cataluña.
�Todos los españoles tenemos un problema en el País Vasco. ¿Qué haría
su gobierno?
�Lo más urgente es tratar de recomponer el consenso, con tres actuaciones
simultáneas. Primero, reestablecer el diálogo entre el gobierno español y
el gobierno vasco, sean cuales fueren su composición y su apoyo
parlamentario. Segundo, recomponer el diálogo y el consenso entre el
partido gobernante y el principal partido de la oposición sobre la
estrategia contra el terrorismo. Aznar utilizó atentados terroristas para
deteriorar al gobierno socialista y yo, desde la oposición, me he negado a
utilizar el terrorismo como elemento de lucha entre partidos.
�Su campaña ha tenido dos ejes. Uno, basado en el lema �nosotros somos
la izquierda, con nuestros amigos de Izquierda Unida (IU)� y otra, �los
amigos de Aznar se apoderan de España�.
�Tanto los más centrados como los más inclinados a la izquierda
coinciden en muchos de los objetivos de nuestro proyecto de progreso. Pero
lo que une a mucha gente es el deseo de evitar que España sea un coto
privado de unos pocos amigos de Aznar encaramados a su enorme poder de
decisión.
�Ha parecido que hacían la alianza como de sopetón. En España la
izquierda ha tardado en dialogar entre sí más que en otros países.
�En España, a diferencia de lo que ocurrió en otros países tras la
caída del Muro de Berlín, la izquierda vinculada al modelo comunista, IU,
hizo del gobierno socialista el blanco de sus críticas, y eso retrasó el
diálogo hasta 1996.
�¿Qué actitud hubiera tomado un gobierno Almunia ante una guerra como la
de Kosovo? ¿Habría escondido la cabeza como hizo Aznar?
�Cualquiera que me conozca a mí y al PSOE sabe lo que haría como
presidente ante un conflicto como el de Kosovo. Los compromisos
internacionales están ahí y no cabe ninguna duda al respecto.
�¿Cree en una España mestiza?
�Empezamos a serlo. Y hay que defenderlo, hay que hablar de la política
para una plena integración de los inmigrantes.
�Usted ha anunciado las 18 decisiones que adoptaría en sus primeros cien
días en La Moncloa. De ellas, ¿por cuáles empezaría usted?
�Lo primero, recomponer el consenso en materia antiterrorista. En el
ámbito económico, rebajar las tarifas del teléfono y de la luz. En el
ámbito del empleo convocar a los interlocutores sociales y pedirles que
reanuden el diálogo social para corregir la precariedad del mercado de
trabajo.
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