Por Luciano Monteagudo
Se
lo ve más joven que en la pantalla, y eso que en Rescatando al soldado
Ryan y El precio de la justicia parecía casi un adolescente. No lo es
(nació el 8 de octubre de 1970), pero Matt Damon tiene algo aniñado en
su rostro, de chico aplicado, que le viene muy bien al protagonista de El
talentoso señor Ripley. Con esa máscara de inocencia llega a la
entrevista con Página/12, en el Festival de Berlín. Damon se presenta
con toda modestia, a pesar de que, después de haber trabajado para
Spielberg, Coppola y Gus Van Sant, es uno de los actores más cotizados de
Hollywood.
Ripley es �en su propio estilo patológico� un actor. �Ese era uno
de los grandes desafíos del personaje�, afirma Damon. �Es tan
consciente de sí mismo, siempre bajo control, siempre tan pendiente de la
imagen que los demás puedan ver de él... Yo como actor quiero ser lo
más desinhibido posible. La dificultad consistía en conseguir un
equilibrio, en representar ese esfuerzo del personaje por ser otro sin que
el público pensara que yo, Matt Damon, estaba haciendo una mala
actuación�. El eterno juego de espejos, que en el film de Minghella
está muy presente, particularmente en una escena crucial, cuando Ripley
es descubierto por Dickie (Jude Law). �Lo que hace Ripley no es una
imitación de Dickie, sino más bien una apropiación�, confirma Damon.
�Hay una fantasía de lo que Ripley cree que es Dickie, o de lo que
debería ser. Ripley decide que Dickie, en vez de gastar su dinero en
barcos y clubes de jazz, debería comprarse un piano de cola y tocar a
Bach. Ripley quiere ser Dickie, con todas las ventajas que Dickie tiene en
la vida, pero a su manera. Le molesta que esos egresados de Princeton
desperdicien las ventajas que él nunca tuvo. Desprecia esa vulgaridad de
nuevo rico�.
Damon tuvo que aprender a tocar el piano, que practicó de cuatro a seis
horas por día durante dos meses, pero lo que más le costó fue aprender
a llevar los trajes, a caminar, hablar y sentarse como Ripley. �Cuando
empiezo a tener claro cómo es un personaje, en la lectura del guión,
trato de habitarlo lo antes posible, porque me gusta llegar al rodaje
sabiendo que el personaje de algún modo ya está dentro de mí�, dice
de su técnica. Por otra parte, ninguna otra película le había exigido
tanto: 94 días de rodaje y seis meses dedicados al proyecto. �Nunca
había hecho un film en el que no tuviera ni un día libre. Me sentí como
un integrante del equipo técnico�. Es más, Damon incluso canta. �Un
montón de las claves de Ripley vienen de la música y Minghella nos dio
casi la totalidad de la banda de sonido antes de filmar. Conocíamos el
sonido con el que íbamos a trabajar, así como tuvimos imágenes de las
locaciones. Sabíamos antes del rodaje cuál era el entorno visual y
sonoro de los personajes�.
¿Y la novela de Highsmith? �Después de leerla me metí en el guión y
vi que había diferencias importantes. La novela es una celebración de la
inmoralidad. Highsmith permite que el lector odie a Dickie y a Marge, que
son los víctimas de Ripley. El guión de Minghella tiene otra actitud
hacia ellos. La película vive o muere de acuerdo a la impresión que el
espectador se lleve de Dickie. El guión es una suerte de cuento moral�,
señala Damon. Para él, era esencial �relacionarme con la soledad de
Ripley, el desesperado sentido de soledad del personaje, con su falta de
pertenencia. Creo que entendí cómo es Ripley, por qué hace lo que hace,
y pienso que presenté su caso de la mejor manera posible. No era
cuestión de pedirle al público que simpatizara con él, pero sí que
comprendiera sus motivaciones. Ese era mi desafío y eso es lo que el film
tiene de antiestadounidense. En Hollywood todo es blanco o negro, y aquí
hay un protagonista que hace cosas horribles y le pedimos a la gente que
lo acepte y hasta se identifique con él�.
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