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OPINION

Primeras imágenes del sufragio

Por Mario Wainfeld

Domingo Cavallo. Jugó fuerte y ganó. En una prueba más de lo que su socio llamó --insuperablemente-- "bulimia de poder", tragó saliva y llamó a "Gustavo". Aceptó competir con quien considera, en forma a menudo demasiado ostensible, un competidor menor. Sobrellevó un par de knocks downs en los debates, sin amilanarse, quizá sin registrarlo. Y terminó en lo que considera su lugar natural, de hecho el único que soporta: el de número uno. Y va por más. Si consigue el batacazo de derrotar a Aníbal Ibarra no sólo será Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. También quedará ubicado en la pole position para candidatearse a presidente por el PJ en el 2003.

  Aun si pierde en forma honrosa (con alrededor del 35 por ciento de los votos, hipótesis más que posible) quedará en carrera. Y, como fuera, engrosará sus huestes con un batalloncito de legisladores porteños, ya que tendrá su lista propia de diputados. En la anterior elección le había dejado ese feudo a Beliz. Tendrá por añadidura casi dos meses de protagonismo, el juego que mejor juega y que más le gusta.

Gustavo Beliz. Cavallo lo tiene de hijo, en el sentido futbolístico de la expresión. Lo domina, le impone las reglas, de alguna forma le gana siempre. De nada le sirvió al ex ministro del Interior su abrumadora superioridad en el maratón de debates que jalonó la breve e intensa primaria del centroderecha. De poco sirvieron sus pretendidas potentes redes territoriales reforzadas por punteros peronistas. Con los primeros datos a la vista, todo indica que los justicialistas que mejor trabajaron el territorio fueron los cavallistas Jorge Argüello y Alberto Iribarne, tal vez favorecidos porque son fuertes en los barrios del norte de la ciudad, obviamente más proclives a participar en la partida. Los participantes en el sur de la Capital donde Beliz fincaba buena parte de sus expectativas apenas superaron el 18 por ciento del total.

  Beliz podía haber terminado aún peor: su reconciliación con Cavallo lo salvó de una caída libre, precipitada en buena medida por su gravísimo error de buscar una entente con sectores impresentables del PJ Capital. Pero esas dos jugadas consecutivas no le saldrán gratis: erosionarán a futuro su patrimonio simbólico, lo que seguramente no ocurrirá con Cavallo que no "vende" coherencia ni estilos impolutos sino pragmatismo y ambición de poder.

  Para redondear sus desdichas, es razonable profetizar que su lista de legisladores sacará menos votos que la del ex ministro de Economía, por lo que su bloque de 11 legisladores corre serios riesgos de adelgazamiento.

   La Alianza. Los aliancistas dicen estar contentos porque aseguran, basándose en encuestas propias, que la presencia de Encuentro por la Ciudad polarizará al electorado y les dará mayores perspectivas de ganar en la primera vuelta. Pero también deberán bancar a un adversario de primer nivel, capaz de hacer campaña 18 horas por día, que ayer empezó a mojar la oreja de Aníbal Ibarra exigiéndole debate y tratando de "provincializar" la elección.

  Los independientes. Los candidatos y sus allegados se llenaron la boca festejando la mayoritaria presencia de votantes "independientes" (72, 6 por ciento del total). Habría que aclarar un "detalle": hay muchos no afiliados que son igual periferia de los aparatos partidarios, en este caso del PJ. "Detalle" que los peronistas que trabajaron para Cavallo o Beliz le harán saber e intentarán facturar como adicional de los afiliados al PJ que llegaron a ser un --nada desdeñable-- 11 por ciento del total de televotantes.

  Lateralmente, cabría preguntarse si es válida esa permanente apología del "independiente" frente a quien define su pertenencia, se afilia, tal vez milita. Una suerte de superioridad del descomprometido que opera sobre los discursos públicos. Amén de eso, tal y como funciona el sistema político, el no afiliado tiene una ventaja enorme sobre el que lo es: puede votar en la pléyade de internas abiertas que convocan la inmensa mayoría de los partidos y alianzas. Una suerte de voto calificado respecto de los afiliados, que sólo pueden hacerse valer en la propia interna. Una paradoja, entre tantas, de un sistema que funciona a golpes de efectos publicitarios, cimentado en discursos efectistas que usualmente contienen una permanente desvalorización de lo político como algo antagónico a "la gente".

   Good show. Una de cal y una de arena. El sistema político tiene de vez en vez mayor competitividad y exigencia. La necesidad hecha virtud obligó a dos figuras con --atendibles-- veleidades de ser número uno a reconciliarse. Los integrantes de las dos fórmulas competitivas son dirigentes nacionales de primer nivel. El peronismo pagará su carencia de de figuras potentes con un papelón histórico. La asistencia de 67.370 votantes revela la proclividad de los ciudadanos a participar. Aunque los números finales de una interna siempre susciten dudas y aunque se tabule el aliciente "artificial" para participar que significa el anzuelo del chiche nuevo,

   El lugar. El resultado de la primera interna telefónica de la historia de la humanidad se dio a conocer en el porteñísimo barrio de Barracas, en un galponazo llamado Central Park que en sus buenos tiempos supo ser una fábrica. De ella se conservan el edificio original, una chimenea industrial de más de 20 metros y un laberinto de escaleras metálicas. Ahora el edificio está adornado en los pujantes colores que son la marca de fábrica de La Boca pero pintados por la mano de Pérez Celis y funciona como call center. Una fábrica reconvertida en call center con nombre en inglés, sede ideal para una interna de dos ex ministros del menemcavallismo. A veces, la realidad es generosa inventora de metáforas. Hasta a Pino Solanas le hubiera costado imaginar algo mejor.

 

 

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