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Al cierre de esta edición, la
principal cárcel de San Luis --que aloja a condenados, procesados,
menores y mujeres-- estaba rodeada por más de 200 policías. Sin embargo,
el personal del Servicio Penitenciario continuaba sin poder ingresar. En
el perímetro del penal también podían verse bomberos y ambulancias.
Aparentemente, de los cuatro
sectores que hay en el penal sólo habría quedado al margen de la
revuelta el pabellón de mujeres. Por la mañana, el Servicio
Penitenciario local informó sobre el inicio del motín, aunque las
autoridades dijeron no conocer los reclamos, que luego los reclusos
hicieron llegar a la prensa.
En el petitorio, dirigido al
ministro de Justicia provincial, Mario Merlo, los presos incluyeron la
aceleración de las causas de los procesados, la reanudación de las
visitas, que habían sido suspendidas, a la vez que se quejaron porque en
"reiteradas oportunidades elevamos petitorios a los magistrados
judiciales sin tener eco ni ninguna respuesta".
El penal de la capital puntana,
situado a tres kilómetros del centro de la ciudad, ha sufrido en los últimos
tres meses cuatro amotinamientos. El gobernador de la provincia, Adolfo
Rodríguez Saá, quitó trascendencia a la revuelta de presos al señalar,
en declaraciones a Radio América, que los motines que suelen producirse
allí "no son situaciones demasiado graves". No obstante, admitió
que hace pocos días visitaron el penal representantes de organismos
internacionales que "hicieron algunas observaciones" como por
ejemplo sobre cuestiones vinculadas con la atención médica de los presos
y también por el "tema de las visitas a los procesados".
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