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EL ROCK VOLVIO A LA FALDA, CON LA DECIMOSEGUNDA FECHA DE "ARGENTINA EN VIVO"
Si había choclos, se los comieron

El desgarrado Richard Coleman, símbolo negro, en un momento del show de Los Siete Delfines, que cerró la velada

En 1997, la multitud vapuleó a choclazos a buena parte de los artistas que participaban del Festival de La Falda. En el mismo anfiteatro de entonces, un grupo de alternativos del 2000 --Los Siete Delfines, Juana La Loca, María Gabriela Epumer, Erica García, Francisco Bochatón y Mongo Aurelio-- no tuvo problema alguno: la vedette del show fue la música.


Por Pablo Plotkin
desde La Falda

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Más que terminar su última canción, Los 7 Delfines parecieron abandonarla. Richard Coleman jugó por un momento a Pete Towshend, dándole latigazos a la guitarra con la propia correa, moviéndose como si estuviera fornicándosela. El tema era "A Marte", y el epílogo instrumental se extendió más de lo habitual, con chillidos de guitarra, golpes de batería punk y un despliegue escénico como para recordar que el festival era en La Falda. En los ochenta, tal vez, la actitud de los artistas hubiera provocado una respuesta similar en los espectadores. Pero no tiene mucho que ver aquello que cuenta la leyenda con este respetuoso, a veces apático, y escaso público que se acercó al Anfiteatro Municipal para ver la decimosegunda fecha del ciclo de recitales gratuitos "Argentina en Vivo". Coleman lo explicó bien: "Es claro que éste no es el festival de La Falda: esto es 'Argentina en Vivo' haciendo escala en La Falda. No es lo mismo. En los ochenta esto se convertía en un pueblo copado por hippies tirados al sol en cada esquina, con una lluvia de ciencia ficción. Siempre". Tampoco la programación estaba pensada para las multitudes: cinco artistas de convocatoria más bien underground, todos ellos aparecidos en escena hacia fines de los ochenta o en la primera parte de los noventa.

  "Qué bueno que no nos tiren cosas", agradeció María Gabriela Epumer, que ya se había subido a ese escenario con Viuda e Hijas de Roque Enroll, en la caótica edición '87 del festival. El comentario pasó casi inadvertido, pero dejaba en claro que podía bromearse al respecto, y que los hoy adolescentes cordobeses apenas si escucharon algo sobre la hostilidad de los viejos tiempos. Por supuesto, durante la tarde del sábado llovió a baldazos, pero después paró. Además, el anfiteatro está techado desde hace casi diez años, lo que no es del todo bueno. Sí, no más suspensiones por diluvios, pero la acústica del lugar está al nivel de la de un gimnasio de escuela. En medio de un volumen brutal y monolítico, la banda local Mongo Aurelio presentó su blues veterano ante los primeros concurrentes.

  Francisco Bochatón repasó las canciones de Cazuela, su único disco solista, y estrenó algunas del próximo, a editarse en los próximos meses.  Erica García, que antes del show había hablado de cómo ganarse o no al público sobre un escenario, provocó los primeros pogos teenagers. "Todo depende de la onda que vos pongas en el escenario", dijo. "Del músico depende potenciar o contrarrestar ciertas actitudes históricas de un público." Bastaron algunas sonrisas, un par de rocanroles ardientes ("El símbolo", "Vete destino", "Rock Annabella"), y la chica se fue ovacionada al cabo de sus cuarenta minutos de show.

  "Creo que hay tanto agite con el mito de los ochenta que la gente va a salir a matar para no defraudar." Rodrigo Martín, cantante y estrella de Juana La Loca, pronosticaba --un poco en serio, un poco en chiste-- la noche que le tocó vivir en La Falda. El show de su banda fue el más vibrante de la velada, con un prolijo y contundente set de rock anglófilo, bastante adrenalina, y la respuesta más caliente del público, que hasta el momento se había mantenido algo impávido. La nueva formación de Juana (el líder se peleó con todos sus antiguos compañeros, ahora agrupados en Deluxe, y se rodeó de nuevos músicos) recicla lo más distorsionado del rock británico de ayer y hoy. Y aunque roza la clonación, hay muchos argentinos que también lo intentan. Y pocos lo logran.

  Epumer salió después de Erica, presentando varias de las canciones que estarán incluidas en su próximo álbum solista (el segundo), Perfume. Bochatón se unió a la banda para el cover de "Quiero estar entre tus cosas", de Daniel Melero, que estará en el disco. Hilda Lizarazu, radicada en Córdoba, también subió al escenario durante la performance de Epumer, y brilló en la versión de "No te animás a despegar", de Charly García. En medio de un pasaje instrumental épico de la canción, mientras las guitarras de Kabusacaki y Epumer cabalgaban sobre la base triunfal y el público aplaudía, la ¿ex? Man Ray hizo un corte de manga a la audiencia, señalando a la guitarrista de Charly García como diciendo "¡tomen!". Nadie se había mostrado hostil, en verdad.

  Los Delfines coronaron la noche. "Ahora, la canción de siempre", anunció Coleman antes de "Héroes", una vieja versión en castellano de un viejo clásico de David Bowie. Ya era de madrugada, no había mochileros, pero los rockers cordobeses pedían "otra". A más de cinco horas del comienzo del festival, los cuatro Delfines, de punta en negro, volvieron al escenario para tocar una balada oscura. Aplausos, desconcentración en paz, fin.

 

Una sola tribu, y reducida

Era raro ver a chicos y chicas con remeras de Almafuerte, los Redondos, La Renga o A.N.I.M.A.L. hacer pogo durante la actuación de Juana la Loca, uno de los emblemas del pop de la década pasada. Al revés de lo que pasaba en los ochenta con los choclazos a los artistas que no eran "del palo" (el caso de Daniel Melero con Los Encargados, las Viudas, Zas o Metrópoli), la nueva generación de rockers cordobeses parece haber dejado de lado cuestiones genéricas. Ante las pocas oportunidades que tienen de ver bandas de Buenos Aires tocando en la provincia, la curiosidad aumenta y la capacidad de asimilación también. Aunque es cierto que éste fue un festival menor, que en nada se pareció a los legendarios, ni al de 1992, en el que se presentaron grupos populares como Divididos, Las Pelotas, Attaque 77 y el Flaco Spinetta, entre otros. La gente que asistió al show el sábado a la noche era casi toda de La Falda. No había mochileros de Córdoba capital, Rosario ni de Buenos Aires. No había "ciudad tomada por hippies" ni nada parecido. En la conferencia de prensa previa al festival, el intendente de La Falda hablaba de la necesidad de reactivar el turismo juvenil, puesto que en las últimas temporadas sólo fueron familias a veranear. De aquellos febriles festivales de los '80 quedó cierto temor a las grandes concentraciones rockeras. Además de eso, en verdad, los rockers son una minoría en la capital del cuartetazo. 

 

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