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"Qué bueno que no nos
tiren cosas", agradeció María Gabriela Epumer, que ya se había
subido a ese escenario con Viuda e Hijas de Roque Enroll, en la caótica
edición '87 del festival. El comentario pasó casi inadvertido, pero
dejaba en claro que podía bromearse al respecto, y que los hoy
adolescentes cordobeses apenas si escucharon algo sobre la hostilidad de
los viejos tiempos. Por supuesto, durante la tarde del sábado llovió a
baldazos, pero después paró. Además, el anfiteatro está techado desde
hace casi diez años, lo que no es del todo bueno. Sí, no más
suspensiones por diluvios, pero la acústica del lugar está al nivel de
la de un gimnasio de escuela. En medio de un volumen brutal y monolítico,
la banda local Mongo Aurelio presentó su blues veterano ante los primeros
concurrentes.
Francisco Bochatón repasó las
canciones de Cazuela, su único disco solista, y estrenó algunas del próximo,
a editarse en los próximos meses. Erica
García, que antes del show había hablado de cómo ganarse o no al público
sobre un escenario, provocó los primeros pogos teenagers. "Todo
depende de la onda que vos pongas en el escenario", dijo. "Del músico
depende potenciar o contrarrestar ciertas actitudes históricas de un público."
Bastaron algunas sonrisas, un par de rocanroles ardientes ("El símbolo",
"Vete destino", "Rock Annabella"), y la chica se fue
ovacionada al cabo de sus cuarenta minutos de show.
"Creo que hay tanto agite
con el mito de los ochenta que la gente va a salir a matar para no
defraudar." Rodrigo Martín, cantante y estrella de Juana La Loca,
pronosticaba --un poco en serio, un poco en chiste-- la noche que le tocó
vivir en La Falda. El show de su banda fue el más vibrante de la velada,
con un prolijo y contundente set de rock anglófilo, bastante adrenalina,
y la respuesta más caliente del público, que hasta el momento se había
mantenido algo impávido. La nueva formación de Juana (el líder se peleó
con todos sus antiguos compañeros, ahora agrupados en Deluxe, y se rodeó
de nuevos músicos) recicla lo más distorsionado del rock británico de
ayer y hoy. Y aunque roza la clonación, hay muchos argentinos que también
lo intentan. Y pocos lo logran.
Epumer salió después de
Erica, presentando varias de las canciones que estarán incluidas en su próximo
álbum solista (el segundo), Perfume. Bochatón se unió a la banda para
el cover de "Quiero estar entre tus cosas", de Daniel Melero,
que estará en el disco. Hilda Lizarazu, radicada en Córdoba, también
subió al escenario durante la performance de Epumer, y brilló en la
versión de "No te animás a despegar", de Charly García. En
medio de un pasaje instrumental épico de la canción, mientras las
guitarras de Kabusacaki y Epumer cabalgaban sobre la base triunfal y el público
aplaudía, la ¿ex? Man Ray hizo un corte de manga a la audiencia, señalando
a la guitarrista de Charly García como diciendo "¡tomen!".
Nadie se había mostrado hostil, en verdad. Los Delfines coronaron la noche. "Ahora, la canción de siempre", anunció Coleman antes de "Héroes", una vieja versión en castellano de un viejo clásico de David Bowie. Ya era de madrugada, no había mochileros, pero los rockers cordobeses pedían "otra". A más de cinco horas del comienzo del festival, los cuatro Delfines, de punta en negro, volvieron al escenario para tocar una balada oscura. Aplausos, desconcentración en paz, fin.
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