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Como
en otras oportunidades, el público era de lo más heterogéneo. Muchos
extranjeros, que llegaron con los djs italianos, suizos y alemanes,
fotografiaban a los bailarines. Un grupo de jóvenes uruguayos viajó
especialmente para asistir a la fiesta. Los locales se dividían entre los
ravers asumidos y los observadores ocasionales, aunque quizá los primeros
eran mayoría. Belén, una chica de Barrio Norte que estuvo en fiestas de
todo el mundo (Londres, los Estados Unidos, incluso Bolivia), llevaba unas
coloridas plumas de indiecita en la cabeza, y un atuendo glamoroso.
"Me gusta la fiesta", decía, "pero me molesta un poco que
no haya agua gratis, como en otros países". Un grupo de siete chicos
que llegó desde Merlo, llevaban plataformas peligrosamente altas, y ropas
coloridas que habían confeccionado por su cuenta. "Nos cambiamos en
los baños de acá", se reían, "porque si venimos así en el
tren nos cagan a piñas. No teníamos ganas de encontrarnos con ningún
redondito o ningún fierita que nos rompiera la cara". Los llamativos
jóvenes se definían como psicodélicos. ¿La diferencia? En sus propias
palabras "los psicodélicos somos más 'hágalo usted mismo'. Es otro
espíritu. Los ravers son más caretas".
Otra particularidad de Goliath
2000 fue que las ambientaciones de diseñadores de interiores y la típica
comida exótica o vegetariana que suelen ser una escenografía corriente
de las raves estuvo ausente: sólo se vendían panchos y hamburguesas,
bien a la Argentina. No se trató tanto de una fiesta de cultura rave: más
bien fue un encuentro para bailar, y escuchar a djs de otras latitudes.
Entre los que tocaron promediando la noche se contaban los alemanes Piet
Blank y Jaspa Jones comandaron las bandejas en la carpa de circo, la pista
más grande. Y a pesar de que ellos también notaron la escasez de
participantes, cuando tomaban algo en el backstage decían "si bien
eran pocos, nos gustó la calidez de la gente, estamos impresionados. En
Alemania es completamente distinto, es raro que la gente te vitoree o
algo. Acá, si bien quizá no bailan tanto, la pasan muy bien. Saben
divertirse". Jaspa Jones y Piet Blank son de Colonia y grabaron su nuevo video la noche del sábado en la fiesta para lo que trajeron su propio equipo de filmación. "La situación de la música dance nos recuerda lo que está pasando en Europa en los países del Este, como Polonia: la escena está creciendo. Todavía es under, pero suponemos que tiene futuro. En Europa Occidental la situación es totalmente distinta: obviamente es el estilo más popular y todos los clubes pasan esta música." Gary D, otro alemán, pero de Hamburgo, un veterarano que viene pasando música desde 1988, también estaba conforme con la fiesta. "Quizá no sea un género muy popular aquí, pero lo que siento es que el espíritu es el mismo en todas partes del mundo." Gary D debía ponerse detrás de las bandejas a las 6 de la mañana, cuando ya la fiesta no estaba demasiado concurrida: todos los djs con turno de after hours (después de las 6) sólo contaron con los ravers más entusiastas, nucleados en la carpa de circo, la pista mayor. Los otros dos boxes y la carpa chica habilitadas para bailar nunca lograron llenarse totalmente, salvo en las horas pico de entre las 3 y 5 de la mañana.
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