Pareció Bernardo Neustadt haciendo hablar a doña Rosa. O como si doña Rosa se hubiera puesto el uniforme de general. El sentido común de doña Rosa le hubiera indicado que ningún militar podría ser capaz de planificar el robo de bebés. Y si sucedió, habrá sido por accidente. Si hay 260 denuncias de robos de bebés durante la dictadura, por lo cual se estima que pudieron haber sido más de 500, 60 de los cuales, no solamente fueron comprobados sino que, además, los chicos fueron encontrados y restituidos, el sentido común de doña Rosa le dirá igual que se trata de una coincidencia y que, la idea de que hubo un plan, es un disparate.
A doña Rosa no le interesa explicar cómo puede ser entonces que haya tantos casos y que en todos se repitan los mecanismos. Siempre tuvo partido tomado. Fue un invento publicitario para proclamar el discurso autoritario que predominó en el país durante muchos años.
Que el teniente general Ricardo Brinzoni hable como doña Rosa no es cosa de chiste. Hasta los pensadores de derecha de todo el mundo que salieron en defensa de Pinochet usaron a los militares argentinos y centroamericanos para tratar de demostrar que el chileno no había sido tan malo. Fue una figura recurrente en los diarios de las principales capitales mientras el viejo dictador estuvo preso en Londres. En la lista de horrores que usaron para comparar estaba el robo de bebés. Por supuesto, no decían que hubo un plan sistemático: lo daban por descontado. Pero ésa es la derecha de los �90, que no es la misma que la de los �70 y por eso doña Rosa se quedó sin rating: ya no es creíble.
Un puñado de ex grupos de tarea y funcionarios de la dictadura organizó hace unas semanas una conferencia de prensa con el mismo argumento del general Brinzoni. La principal prueba que esgrimieron fue una lista de otros bebés que sí fueron entregados a sus familiares. Un grupo que asalta bancos puede hacer una lista mucho más larga de los bancos que no asaltó.
La coincidencia del jefe del Ejército con esta gente que desprestigió a su arma en la Argentina y en todo el planeta da una imagen del retroceso. Porque negar la existencia de un plan sistemático está relacionado con el rechazo a que los ex comandantes regresen a prisión. Y este rechazo se relaciona a su vez con una visión corporativa que aisló a las Fuerzas Armadas y las convirtió en un factor de desestabilización. Si éste es el camino, la pregunta es si se trata también del que ha elegido el nuevo gobierno para las Fuerzas Armadas.
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