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Un empresario de San Luis fue
uno de los cuatro que se comunicaron directamente con el Gobierno para
revelar que eran víctimas de una extorsión supuestamente política y con
pinta de grupo guerrillero en operaciones. Ese empresario puntano
--propietario de empresas y campos--había perdido hace poco un hijo y por
lo tanto la carta de extorsión era aún más siniestra. Contenía los
siguientes elementos:
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"Conocemos el movimiento de sus cuentas bancarias en tales y tales
bancos." La información era muy precisa y demostraba que el supuesto
grupo tenía muy buenos datos y acceso a información confidencial.
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"En base a ese movimiento de dinero, nosotros evaluamos que su aporte
a nuestra causa revolucionaria debe ser de 200.000 pesos."
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"La operación se considerará fallida si usted no envía el dinero o
si hace la denuncia a la Policía Federal. Nosotros tenemos muy buenos
contactos y seremos los primeros en enterarnos si usted hace la
denuncia." La palabra "fallida" fue inmediatamente
vinculada con el idioma habitual de los servicios de inteligencia.
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"En caso de que la operación resulte fallida la represalia no será
contra usted sino contra su familia. ¿No querrá usted perder otro
hijo?"
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"Cumpla con el pago. Es usted el que debe tarifar cuánto vale la
vida de su familia."
En el final de la carta se
daban instrucciones sobre cómo enviar el dinero. Básicamente se trataba
de una encomienda que el empresario tenía que mandar a un domicilio en la
Capital Federal. El envío debía hacerse por una determinada empresa de
autobuses. Al final de la nota, aparecía el logo y el nombre de Patria
Libre.
El empresario puntano,
aterrorizado por el peligro que corría su familia, recurrió al dirigente
radical de su provincia, Walter Ceballos, y éste a su vez se comunicó de
inmediato con Storani. En una reunión reservada que el ministro, el
empresario y dirigente radical mantuvieron con el jefe de la Policía
Federal, Rubén Santos, se evaluó que efectivamente no se trataba de un
grupo de izquierda y que la firma de Patria Libre era falsa. Santos también
consideró difícil que hubiera ex integrantes de los servicios de
inteligencia detrás de la extorsión. En principio, la idea era que debía
tratarse de alguien que conocía bien al empresario puntano, aunque lo que
conspiraba contra esa teoría era que había otros empresarios, residentes
en otros puntos del país, que también recibieron las falsas cartas
extorsivas firmadas por Patria Libre.
Lo que se decidió fue hacer
efectivamente la encomienda con el dinero, pero no vigilar el punto de
llegada sino el de salida. O sea las oficinas de la empresa de autobuses
en San Luis. Y esa estrategia dio resultado: Ascar tenía una manera de
sacar allí la encomienda y lo agarraron con las manos en la masa. Ayer,
en Madrid, Storani recibió la noticia de la detención en el momento en
que era entrevistado por Página/12.
La cuestión no sólo lo tenía preocupado a él sino también al
presidente Fernando de la Rúa y hace dos semanas que trabajaba en el caso
un grupo especial de la Federal. Queda por ver ahora cómo se relaciona la extorsión de San Luis con las demás y fundamentalmente si Ascar era un "llanero solitario" --que es lo que cree el comisario Santos-- o una organización de mayor envergadura. Todo indica que en los próximos días podrán aclararse las relaciones de Ascar y cómo y con quién operaba.
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