Por
Mónica Gutiérrez
Desde
Córdoba
La vida de un
pintor, de otros tres vecinos y decenas de casas desaparecieron tras el
violento vendaval que castigó duramente al Gran Córdoba en la tarde del
domingo, en una hora siniestra "donde la tarde se hizo noche de
repente", según el relato todavía conmocionado de los que vivieron
la tragedia. Una hora de agua, piedra y viento desmesurados bastó para
que el manso arroyo que desemboca en el río Suquía se llevara todo en su
imparable carrera desde el noroeste -�la zona más afectada-- hacia la
ciudad. Juan Antonio Rivilli, uno de los habitantes más ilustres de La
Calera, se había despedido minutos antes de sus cuadros y sus pinceles,
sabiendo que el agua se llevaría todo. "Se me escapó de entre las
manos", recordó angustiado su hijo Marcelo, quien vio cómo la
creciente se llevaba a su padre.
"No nos dio tiempo a
salvar nada", recordó ayer entre lágrimas María Rosa Montero, una
mujer de 45 años que permanece evacuada con sus cuatro hijos en la
iglesia del pueblo después de ser rescatada del techo de la vivienda.
Rosa es una de las tantas que perdió de vista su casa durante el
temporal. La Calera es la primera localidad que anticipa el paisaje de las
sierras de Córdoba, a apenas 30 minutos del centro de la capital y
alberga a un costado de la ruta la usina que provee de agua potable a gran
parte de Córdoba. Los problemas en la usina derivaron en que casi el 50
por ciento de los cordobeses carezcan del servicio de agua. También hay
un tercio de la ciudad sin luz.
En Saldán y en Villa Allende
permanecían hasta anoche decenas de evacuados, pero la situación más
dramática se vivía en La Calera, donde los vecinos no salían de la
conmoción: "De pronto conocimos el diluvio, y el río parecía un
monstruo, con olas de barro y agua que arrastraban troncos y todo lo que
encontraban en el camino", graficó Juan Carlos, que también vio cómo
se perdía su casa bajo la creciente.
Durante una hora cayeron 120
milímetros de agua, lo que ocasionó que los mansos arroyos que bajan de
las sierras mostraran una fisonomía nunca vista. Un puente arrancado por
la creciente, varios otros cubiertos por el río que creció tres metros
por sobre su nivel normal, semáforos fuera de funcionamiento y la falta
de luz conformaban ayer un panorama caótico en la capital. Si bien los
aludes llegaron a la ciudad con menos furia de la que habían desatado en
las localidades aledañas, cientos de casas quedaron repletas de barro y
algunas inclusive fueron invadidas por troncos y ramas de árboles.
Tras el desastre, ayer los
bomberos encontraron dos cuerpos sin vida: uno fue identificado como el
del artista plástico Rivilli, reconocido dibujante y pintor que había
elegido el apacible pueblo como lugar de trabajo y de inspiración. El
intenso vendaval lo sorprendió tal como solía pasar la mayor parte de su
día: entre telas y pinceles. En su estremecedor testimonio, su hijo
Marcelo contó cómo su padre "había estado pintando hasta las seis
de la tarde", pero la lluvia se hacía cada vez más intensa y no
quedaba otra opción que abandonar la casa ante la crecida desorbitante
del río. Antes de irse, pareció haberse resignado a perder su tesoro más
preciado, cuando se despidió de las obras que guardaba con pasión junto
a su archivo personal en el sótano de su casa, donde también tenía su
atelier.
El nombre del artista había
trascendido por primera vez en 1963, cuando fue el retratista de Arturo
Illia cuando asumió la presidencia. Después, críticos de todo el país
elogiaron sus dibujos y pinturas, que se cuentan en más de 500; el
domingo estaba trabajando en uno de los cuadros que integraban su colección
de arte sacro con la que iba a participar de una muestra en Italia.
"Ibamos los tres, con mi padre y mi madre, tomados del brazo, pero no
alcanzamos a salir de la zona del arroyo cuando el agua nos arrastró con
fuerza, perdí a mi padre y nosotros quedamos enganchados en un árbol",
relató el hijo del pintor. Cuando el agua bajó, nada quedaba de la casa
de los Rivilli.
El operativo de emergencia que
el gobierno cordobés montó junto con las localidades vecinas a Córdoba
se desarrolló con más lentitud que eficiencia: recién hoy los evacuados
-�quedan 572 en total-- recibieron elementos de ayuda para sobrevivir
hasta que regresen a sus casas, los que aún la tienen. Recién después
de las nueve de la noche llegó el auxilio desde Córdoba hacia la zona
del desastre. El inicio de las clases, previsto en toda la provincia para
ayer, se suspendió en todas las localidades afectadas así como en
algunas escuelas capitalinas que no tenían luz ni agua.
Anoche, una nueva tormenta se
abatía sobre Córdoba, lo que hacía prever que las condiciones de los
evacuados y el trabajo para la restitución de los servicios esenciales
podían complicarse.
EN
EL NOROESTE, SANTIAGO LLEVA LA PEOR PARTE
Las
aguas bajan demasiado lentas
El agua comenzó a
bajar lentamente en las provincias del noroeste argentino, aunque la
situación generada por las lluvias y el desborde de los ríos continúa
siendo muy compleja, por lo que las autoridades provinciales y
nacionales continúan en estado de alerta. En especial en Santiago del
Estero, la provincia más afectada por las inundaciones, donde la
creciente de los ríos no se ha detenido y complicó aún más la
desesperante situación de una provincia en la que ya fueron evacuadas
cerca de 15 mil personas. Los pronósticos suman intranquilidad: de
acuerdo con el Servicio Meteorológico, las condiciones climáticas
adversas continuarán al menos hasta el viernes. La ministra de
Desarrollo Social, Graciela Fernández Meijide, y el titular de la
cartera de Salud, Héctor Lombardo, recorrieron la zona y asistieron a
los pobladores más perjudicados. El presidente de la Nación,
Fernando de la Rúa, manifestó públicamente su preocupación por las
pérdidas de cosechas y anticipó la colaboración de la Nación.
Santiago del Estero sufrió
nuevas crecientes de los ríos Dulce y Bermejo, que provocaron la
destrucción de las defensas construidas en zonas ribereñas de la
capital provincial y de localidades del sur. La dramática situación
que vive la provincia fue calificada por sus autoridades como la peor
inundación de su historia. Fernández Meijide, quien retornó ayer a
la Capital Federal luego de permanecer el fin de semana en la zona
inundada para evaluar y coordinar las políticas de ayuda encaradas
por el Gobierno nacional, reconoció que la situación en Santiago es
muy compleja porque sus habitantes "no sólo están bajo las
aguas por la lluvia caída en su territorio sino también porque el
agua que corre desde Tucumán les cae a ellos. Han tenido que abrir
las compuertas del dique de Río Hondo y en este momento están viendo
cómo avanza el agua".
La situación también
empeoró en Salta y en Formosa. En Salta, las persistentes lluvias
provocaron anegamientos y el aislamiento de aproximadamente 800
pobladores de 37 parajes del interior de la provincia y de las calles
céntricas de la capital provincial. En Formosa, las crecientes de los
ríos Pilcomayo y Bermejo obligaron a evacuar a más de mil personas y
pusieron en alerta a las poblaciones cercanas a estos ríos.
En cambio, en Tucumán, que
después de Santiago del Estero fue la provincia más afectada por las
inundaciones, con cuatro muertos y casi dos mil evacuados, la situación
mejoró levemente. De acuerdo con la ministra, "ha mejorado la
situación climática en cuanto a que las aguas que han inundado se
han retirado", aunque advirtió que "lo que queda es un
destrozo enorme". Una circunstancia similar vivieron los
habitantes de La Rioja y Catamarca, donde la escasa cantidad de agua
caída permitió que bajara el nivel de los ríos y arroyos.
Fernández Meijide señaló
que junto a Lombardo enviaron "todo el fin de semana mercaderías,
alimentos, medicamentos, ropas, colchones, todo aquello que se
necesita, y nos fuimos para ver cuál era el impacto que había tenido
la inundación". La funcionaria anticipó que su cartera va
"a seguir sosteniendo" el envío de ayuda, por lo cual
"ya fletamos varios aviones" de la Fuerza Aérea para
trasladar los cargamentos. Por su parte, la Secretaría de Empleo de
la Nación informó que funcionarios de esa cartera se trasladaron a
la región afectada para analizar "programas de emergencia
laboral que contribuyan a paliar la magnitud de la catástrofe".
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