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"No nos dio tiempo a
salvar nada", recordó ayer entre lágrimas María Rosa Montero, una
mujer de 45 años que permanece evacuada con sus cuatro hijos en la
iglesia del pueblo después de ser rescatada del techo de la vivienda.
Rosa es una de las tantas que perdió de vista su casa durante el
temporal. La Calera es la primera localidad que anticipa el paisaje de las
sierras de Córdoba, a apenas 30 minutos del centro de la capital y
alberga a un costado de la ruta la usina que provee de agua potable a gran
parte de Córdoba. Los problemas en la usina derivaron en que casi el 50
por ciento de los cordobeses carezcan del servicio de agua. También hay
un tercio de la ciudad sin luz.
En Saldán y en Villa Allende
permanecían hasta anoche decenas de evacuados, pero la situación más
dramática se vivía en La Calera, donde los vecinos no salían de la
conmoción: "De pronto conocimos el diluvio, y el río parecía un
monstruo, con olas de barro y agua que arrastraban troncos y todo lo que
encontraban en el camino", graficó Juan Carlos, que también vio cómo
se perdía su casa bajo la creciente.
Durante una hora cayeron 120
milímetros de agua, lo que ocasionó que los mansos arroyos que bajan de
las sierras mostraran una fisonomía nunca vista. Un puente arrancado por
la creciente, varios otros cubiertos por el río que creció tres metros
por sobre su nivel normal, semáforos fuera de funcionamiento y la falta
de luz conformaban ayer un panorama caótico en la capital. Si bien los
aludes llegaron a la ciudad con menos furia de la que habían desatado en
las localidades aledañas, cientos de casas quedaron repletas de barro y
algunas inclusive fueron invadidas por troncos y ramas de árboles.
Tras el desastre, ayer los
bomberos encontraron dos cuerpos sin vida: uno fue identificado como el
del artista plástico Rivilli, reconocido dibujante y pintor que había
elegido el apacible pueblo como lugar de trabajo y de inspiración. El
intenso vendaval lo sorprendió tal como solía pasar la mayor parte de su
día: entre telas y pinceles. En su estremecedor testimonio, su hijo
Marcelo contó cómo su padre "había estado pintando hasta las seis
de la tarde", pero la lluvia se hacía cada vez más intensa y no
quedaba otra opción que abandonar la casa ante la crecida desorbitante
del río. Antes de irse, pareció haberse resignado a perder su tesoro más
preciado, cuando se despidió de las obras que guardaba con pasión junto
a su archivo personal en el sótano de su casa, donde también tenía su
atelier.
El nombre del artista había
trascendido por primera vez en 1963, cuando fue el retratista de Arturo
Illia cuando asumió la presidencia. Después, críticos de todo el país
elogiaron sus dibujos y pinturas, que se cuentan en más de 500; el
domingo estaba trabajando en uno de los cuadros que integraban su colección
de arte sacro con la que iba a participar de una muestra en Italia.
"Ibamos los tres, con mi padre y mi madre, tomados del brazo, pero no
alcanzamos a salir de la zona del arroyo cuando el agua nos arrastró con
fuerza, perdí a mi padre y nosotros quedamos enganchados en un árbol",
relató el hijo del pintor. Cuando el agua bajó, nada quedaba de la casa
de los Rivilli.
El operativo de emergencia que
el gobierno cordobés montó junto con las localidades vecinas a Córdoba
se desarrolló con más lentitud que eficiencia: recién hoy los evacuados
-�quedan 572 en total-- recibieron elementos de ayuda para sobrevivir
hasta que regresen a sus casas, los que aún la tienen. Recién después
de las nueve de la noche llegó el auxilio desde Córdoba hacia la zona
del desastre. El inicio de las clases, previsto en toda la provincia para
ayer, se suspendió en todas las localidades afectadas así como en
algunas escuelas capitalinas que no tenían luz ni agua.
Anoche, una nueva tormenta se
abatía sobre Córdoba, lo que hacía prever que las condiciones de los
evacuados y el trabajo para la restitución de los servicios esenciales
podían complicarse.
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