Después
de derrotar a una alianza rosa-roja, José María Aznar se convirtió en
el modelo para los partidos "populares" europeos.
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El socialismo español
interpretó la derrota como una sentencia de muerte para su plana mayor.
El domingo, su secretario general Joaquín Almunia había anunciado su
renuncia. El sucesor será nombrado en una cumbre partidaria en julio.
Almunia pronunció ayer su último discurso como secretario general del
partido. No minimizó la magnitud del fracaso. Con 9.425.678 votos en
1996, esta vez el PSOE atrajo 7.829.210. Es cierto que también la
participación electoral bajó drásticamente de un 78, 1 por ciento a un
69, 9. "Nuestro programa no encontró suficiente sintonía con el
pueblo español", estimó Almunia. Agregó que "era
patente" que el electorado socialista no había percibido un
verdadero recambio desde la conducción de Felipe González, su
cuestionado predecesor. Según él, una serie de motivos tácticos
explicaban el fracaso, como un sesgo antisocialista en los medios:
"El PSOE no estaba en condiciones de igualdad con el PP". No
mencionó si la alianza con Izquierda Unida (IU), mayoritariamente
neocomunista, fue finalmente negativa. IU perdió más de la mitad de su
base electoral. Ayer aseguró que sus diputados apoyarían al PSOE en el
Parlamento.
Los conservadores europeos no
disimularon su alegría por el fracaso electoral de la alianza rosa-roja,
inspirada por la que dio la victoria a Lionel Jospin en Francia. Todo lo
contrario. "Ese notable resultado me provoca, como puedes imaginar,
una inmensa satisfacción. Sé que es gracias a ti", manifestó a
Aznar el presidente francés Jacques Chirac en un telegrama. La secretaria
del partido neogaullista de Chirac, Michèle Alliot‑Marie, envió
otro telegrama al nuevo héroe conservador donde exaltaba "su magnífica
victoria contra una coalición plural de izquierda, que muestra la vía
del éxito para la oposición francesa". El "éxito" sería
derrocar al exitoso gobierno de Jospin. Desde Alemania, Karl Lamers,
encargado de asuntos exteriores de la Democracia Cristiana (CDU), estimó
que las elecciones españoles, "en una Europa gobernada
mayoritariamente por socialdemócratas, muestra que los partidos
conservadores pueden ganar". En España, la alegría entre las filas populares oscureció un desarrollo inquietante para el ultraespañolista Aznar: el fortalecimiento de los partidos regionalistas. La única y gran excepción fue el catalán Convergencia i Unió (CiU), que deploró la victoria que dio la mayoría a los populares y le quitaba margen de maniobra. Las otras agrupaciones regionalistas aumentaron su caudal de votos a expensas de PSOE y IU. Todas, excepto el peor villano del PP, el Partido Nacional Vasco (PNV), que ganó votos por la llamada de "abstención" de ETA a sus propios seguidores. Más allá de sus causas, el crecimiento político del regionalismo es lo único que podría aguarle la fiesta a Aznar. FEDERICO
STORANI, SOBRE LA DERROTA CENTROIZQUIERDISTA Por
Raúl Kollmann
--¿Usted cree que la
catastrófica derrota del centroizquierda prenuncia algo que pueda ocurrir
en el resto del mundo? ¿Esto que pasó aquí tiene relación con la
Alianza en la Argentina?
--No, de ninguna manera. La
Alianza que se hizo en la Argentina fue una unión estratégica, que se
hizo con dos años de anticipación y que ya en el '97 tuvo un triunfo
importante. Aquí hubo una especie de matrimonio de conveniencia, que
encima no se llevaba del todo bien. De todas maneras, lo más importante
es que el resultado que se vio aquí tiene que ver con la performance económica
de una España que está en alza. Si las cosas están así ¿para qué
cambiar?, razonó el electorado. No había razón para cambiar al gobierno
de Aznar. Tampoco la ciudadanía veía que el PSOE iba a traer un gran
cambio, salvo a nivel educativo o cultural.
--Parece que la juventud le
dio la espalda al centroizquierda, ¿podría ocurrir en la Argentina?
--Es cierto que hay una especie
de fiebre de individualismo. Una parte de la juventud está muy
concentrada en su bienestar y parece importante eso más que cualquier
otra cosa. En la Argentina, sin embargo, las diferencias entre pobres y
ricos son tan impresionantes que los jóvenes se dan cuenta de inmediato,
lo viven y son empujados, en muchos casos por el desempleo, a la
marginalidad. Esa es la diferencia: allá no es que se goza del bienestar,
sino que tenemos que luchar fuertemente contra las desigualdades. Tiene
que ser una de nuestras prioridades.
--¿Usted está trabajando
en otras cosas en esta visita?
--Sí. Mantuvimos reuniones con
el gobierno para tratar cuestiones de seguridad. --¿Es cierto que cambiarían las armas de la policía, por
ejemplo?
--No, no tenemos presupuesto
para eso. Lo que estamos conversando es básicamente un respaldo en
materia de asesoramiento y estrategias de seguridad, pero sobre todo nos
interesan algunos sistemas de comunicaciones. Anoche conversé con el
ministro del Interior de España sobre este tema.
--También hay diálogo
sobre los sistemas electorales.
--Bueno, estamos viendo todo lo
que se hizo aquí. Como se anunció en Buenos Aires, tenemos la idea de ir
modernizando nuestro sistema, por ejemplo con la iniciativa de hacer
internas abiertas en todos los partidos, para que el sistema de partidos
sea más democrático. Todo lo vamos a poner en marcha después de las
elecciones en la Capital Federal. Ahora no queremos enrarecer el clima.
Vamos a mantener una gran iniciativa en todos los terrenos. Por ejemplo,
insistiremos en que se iguale lo que ganan los legisladores de todo el país,
insistiremos en que se termine con la Ley de Lemas donde la haya y vamos a
proponer un sistema de auditorías sobre la actividad estatal.
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