Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro desde París
Quien
quiera saber para qué lado se inclina la balanza de la propiedad del
patrimonio genético humano sólo tiene que mirar los índices de la Bolsa
norteamericana. Ayer, luego del que el presidente estadounidense Bill
Clinton y el primer ministro británico Tony Blair pidieran que los datos
sobre el llamado �genoma humano� se mantuvieran en el �dominio
público�, las acciones ligadas a las empresas de biotecnología cayeron
estrepitosamente en Wall Street. �Los datos fundamentales del genoma
humano, incluida la decodificación de todo el genoma de la ADN y sus
variaciones, deberían ser accesibles libremente a los científicos del
mundo entero�, dijeron los dos líderes políticos, tornando así más
tensa la guerra entre el sector público y el privado por la posesión de
la preciosa información contenida en ese �libro de la vida�. Prueba
de ese antagonismo es la caída en 1,5% de la bolsa neoyorquina,
arrastrada por el derrumbe significativo �un 20%� de la compañía
líder en biotecnologías, Celera, y de otras cinco del mismo ramo.
El llamado Clinton-Blair tuvo lugar al día siguiente del fracaso de las
negociaciones entre el sector público y el privado. El Proyecto Público
de Genoma humano, HGP, a cargo del Instituto Nacional de la Salud, estaba
negociando con la empresa Celera Genomics una suerte de �plataforma de
trabajo común� para descifrar los 3000 millones de pares de genes
humanos donde están incluidos los 100 mil genomas que constituyen los
cimientos de la estructura con que funciona el organismo humano. La cumbre
fracasó a raíz de que Celera, que ya anunció haber descifrado más del
90 de la cartografía del genoma, sigue manteniendo su exigencia de
conservar durante cinco años y en exclusividad los datos para la
explotación de los productos derivados. Entre éstos figuran los tests
para la detección de las enfermedades genéticas. Sin embargo, luego del
anuncio bilateral, la empresa norteamericana modificó su posición al
hacer público un comunicado en el que, además de felicitarse por la
posición común de Clinton y Blair, se compromete a publicar �en una
revista científica� la cartografía del genoma elaborada por sus
equipos, así como a ponerla en �circulación libre y gratuita�.
Clinton y Blair defienden el libre acceso a la totalidad de los datos en
bruto sobre el genoma humano, al tiempo que admiten el derecho de las
empresas a �proteger la propiedad de los productos derivados�. Pero
ese derecho es ejercido hoy por la decena de compañías especializadas en
biotecnologías que, sirviéndose de los trabajos públicos, patentan los
genes con capacidad para producir moléculas que sirven luego a la
elaboración de medicamentos. La lucha por este mercado es tan colosal
como la desigualdad de medios entre las ramas públicas y privadas. La
primera, al poner los genomas a disposición de todos, permite que los
investigadores del mundo entero descifren la compleja escala del �libro
de la vida�. Los segundos, que disponen de sistemas informáticos
ultrasofisticados para descifrar los datos en bruto, se apropian del
derecho de autor del genoma. La posición norteamericano-británica apunta
a poner un freno a las garras privadas. En el Instituto francés de
genética, varios especialistas consideran �indispensable que los
poderes públicos limiten la voracidad de las compañías privadas. De lo
contrario, dentro de cinco años la esencia del hombre pertenecerá a una
multinacional�. De hecho, los observadores estiman que Clinton podría
anunciar próximamente la modificación de los mecanismos que autorizan
las patentes. De lo contrario, nada ni nadie impedirá que la totalidad de
los resultados del Proyecto Público del Genoma Humano vaya al sector que
mejor saca provecho de ellos.
Las empresas como Celera ya están en condiciones de ofrecer la secuencia
detallada de los genomas, cosa que los investigadores públicos, por
faltade medios, aún no pueden hacer. La disparidad entre ambos radica en
ese �detalle�. Entre un conjunto de datos brutos, los públicos, y
otro con informaciones puntuales, las privadas, éstas presentan más
ventajas comerciales: obtener los genomas es una cosa, establecer sus
lazos con esta u otra enfermedad es otra. En esa lucha pendular, EE.UU. y
Gran Bretaña parecen optar por que lo público prime sobre la propiedad
privada. El ocaso espectacular de los valores de Wall Street registrado
ayer puede indicar que la confianza que se había depositado en el sector
de las biotecnologías es permeable a las decisiones políticas. La
reacción de Celera, aunque no responde a lo esencial, es decir la
propiedad de los derechos sobre los descubrimientos, representa un paso
atrás del mundo privado.
Libro clave
El ADN, donde están localizadas las informaciones indispensables
para la fabricación de las células, está compuesto de dos extensas
bandas enroscadas sobre sí mismas, más o menos como una espiral.
Cada banda está unida a la otra a través de una multitud de lazos
que constan de cuatro ácidos representados por letras: A, T, C, G. La
A se asocia con la T y las C con la G para formar así los peldaños
de una escalera. La decodificación equivale a poner en una máquina
partículas de ADN y leerlas una tras otra para interpretar cada
peldaño de la escalera. Una vez que los 3000 mil millones de
peldaños hayan sido descifrados, la cartografía del genoma humano
estará completa. Hoy, quienes disponen de los instrumentos más
avanzados para llegar a esa verdad son los centros privados como
Celera. |
LA CLONACION DE CERDOS
PERMITIRA PRODUCIR ORGANOS
Había una vez cinco chanchitos
En los próximos
cuatro años la obtención de órganos sanos para ser trasplantados a seres
humanos podría dejar de ser un problema, si prosperan con éxito las
clonaciones y modificaciones genéticas practicadas la semana pasada en
cerdos. El anuncio fue hecho ayer por científicos escoceses del Instituto
PP1 Therapeutics de Edimburgo, quienes confirmaron que el pasado 5 de marzo
nacieron en los Estados Unidos, siguiendo el Procedimiento Dolly, los
primeros cinco cerdos clonados del mundo. El nuevo experimento forma parte
de un programa desarrollado por el centro de investigación escocés para
producir órganos y células, en cerdos, que puedan ser trasplantados a
seres humanos, a través de xenotrasplantes.
El procedimiento para traer al mundo a los cinco cerditos se llevó a cabo
siguiendo el método desarrollado hace tres años con la oveja Dolly, el
primer mamífero clonado a partir de una célula adulta. Los lechoncitos
idénticos nacieron en Blacksburg, en el estado norteamericano de Virginia,
y recibieron los nombres de Millie, Christa, Alexis, Carrel y Dotcom.
�El nacimiento de los animales abre la posibilidad de criar cerdos con
manipulaciones genéticas de modo que los órganos puedan ser trasplantados
a los humanos, a través de una técnica llamada xenotrasplante�, informó
Ron James, director del PPI.
Según explicó el científico, el desarrollo de esta técnica no plantea
problemas éticos debido a que �los cerdos son la especie más indicada
para concretar este tipo de trasplantes por motivos éticos y científicos�.
Por tal razón, el investigador no descartó que en cuatro años puedan
comenzar los experimentos con humanos.
La idea de los investigadores es lograr, durante ese lapso, a partir de
ciertas modificaciones genéticas, que órganos de cerdo como el corazón,
el hígado o los riñones no sean rechazados por el cuerpo humano. Para tal
fin, �antes de una operación los pacientes recibirían transfusiones de
sangre enriquecida con las células modificadas genéticamente de los
animales clonados. De ese modo se elevará el nivel de tolerancia del
paciente y se reducirá la posibilidad de rechazo�, precisó James.
Voceros del centro de investigación informaron además que los cerdos
pueden ser utilizados para crear células productoras de insulina y de ese
modo evitar que los diabéticos deban suministrarse inyecciones a diario.
�Todos los obstáculos técnicos han sido superados. La tarea que queda
por realizar es combinar las diferentes estrategias en un macho y una hembra
y hacer que éstos se reproduzcan�, estimó James, quien definió el
experimento en curso como una solución posible a largo plazo para el
problema mundial de la falta de órganos para los trasplantes. Al respecto,
fuentes del instituto estimaron que el mercado de órganos tiene un valor
actual de seis mil millones de dólares.
opinion
Por Leonardo Moledo |
Conocimiento y dinero
Pocas cosas hay tan conmovedoras como la declaración de Bill
Clinton y Tony Blair pidiendo, a la vez, que la información sobre
la secuencia del genoma humano se haga pública y que se protejan
las patentes. También conmueve hasta las lágrimas que el
presidente de Celera Genomics, Craig Venter, pionero del
patentamiento de cuanto gen decodificó, haya apoyado la
declaración y haya dicho que de todas maneras su compañía pensaba
publicar los resultados. Al fin y al cabo, Craig Venter sabe que no
es el conocimiento científico lo que da dinero, sino los productos
que se fabrican a partir de él, y que, sea la secuencia pública o
no, las regalías y derechos sobre los productos que se obtengan
partir de ellas se dirimirán en tribunales, que acatarán las leyes
de patentes y concederán el monopolio a quien los haya patentado.
¿Por qué no alabar entonces, el gesto de publicar la secuencia? Al
fin y al cabo, es una regla humanitaria básica que el conocimiento
debe ser propiedad de todos. Craig Venter, humanitario, lo sabe,
Bill y Tony, humanitarios, también lo saben, como saben que el
partido y la plata gruesa, llegado el momento, se jugarán en otra
parte. Del mismo modo que el humanitario Jack Straw, ministro de
Tony, cuando liberó a Pinochet sabía que finalmente el viejo
asesino saldría caminando. Caminando hacia flojos tribunales, que
no distinguen mucho entre criminales y genes y se ajustan a la letra
de la ley. |
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