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�El pasado ha terminado y no hay vuelta atrás.� Esta definición fue proclamada ayer por el triunfante José María Aznar del Partido Popular (PP), que anunció que gobernarán emancipados de los partidos regionalistas, y en especial del Partido Nacionalisto Vasco (PNV). En boca de todos en la izquierda española las consignas eran refundación y renovación. Joaquín Almunia, el secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), había dado el primer paso en esa dirección el mismo domingo de la derrota en las elecciones generales al anunciar su renuncia. Ayer siguió sus pasos Narcís Serra, líder del Partido Socialista Catalán (PSC), al revelar que no se presentaría a reelección para la conducción partidaria. La secretaria general socialista de Murcia también anunció su renuncia. Y los socios de última hora del PSOE en las elecciones, Izquierda Unida (IU, en su mayor parte neocomunista), se embarcarán en un plan propio de �reestructuración a fondo�, según dijo su líder Francisco Frutos. �La palabra �renovación� ya está muy gastada porque hace años que hablamos de ello; lo más apropiado es plantear una �refundación� de lo que es la izquierda y la centro izquierda en España.� Este dictamen que dio ayer el ex secretario general del PSOE Josep Borrell parecía reflejar una opinión predominante dentro de la izquierda española. Después de la de Almunia, la renuncia ayer de Narcís Serra fue la más drástica repercusión que las elecciones tuvieron dentro la izquierda española. Serra era una de las figuras históricas del socialismo. Entre los cargos que ocupó estaban el ministerio de Defensa y la vicepresidencia del gobierno, ambos durante el gobierno de Felipe González. Como en el caso de Joaquín Almunia, fue esa asociación al �felipismo� lo que parece haber sellado su suerte tras la debacle del domingo. �Nuestra renovación exige también un cambio en la directiva�, explicó Serra. Nadie estuvo más de acuerdo con ese diagnóstico que Borrell. Desde Santiago de Chile, adonde viajó para asistir a la asunción de Ricardo Lagos, Borell recalcó que el PSOE necesitaba salir de la sombra de González. La pregunta sobre quién reemplazará a �la gente de González� es una completa incógnita. El PSOE quedó virtualmente decapitado luego de la disolución de su Comisión Ejecutiva tras la renuncia de Almunia. La comisión que la reemplazará se conoce como �gestora� y sus integrantes serán designados mañana por los �barones� regionales del socialismo. Uno de los �barones� más importantes, Manuel Chaves de Andalucía, se mostró favorable ayer a la idea de la renovar en profundidad. Sin embargo, el secretario general socialista del País Vasco, Nicolás Redondo Terreros, resistió cualquier �urgencia� para renovar el partido y se opuso al término �refundación�. Refutó además la validez de la comparación, cada día más en boga, con la renovación del Partido Socialista francés postMitterrand. �Ese modelo no tiene nada que con nosotros, aunque muchos tienden a ver miméticamente lo que pasa fuera para traerlo al país�, disparó el socialista vasco. El PP no está del todo contento con el caos en las filas de sus adversarios socialistas. Rodrigo Rato, ministro de Economía y supuestamente �delfín� de Aznar, manifestó ayer la esperanza de que, �el PSOE resuelva cuanto antes su situación interna, porque creemos que eso sería bueno para la sociedad española�. Rato subrayó que la recuperación del socialismo era esencial en vista de que compartían la misma posición que los populares acerca de �la pacificación del País Vasco�. El tema vasco figuró de manera prominente en la cumbre partidaria que el PP celebró ayer para analizar sus próximos pasos. Al otorgarle la mayoría absoluta en el parlamento, las elecciones del domingo emanciparon al PP de la necesidad de concretar tratos con los partidos regionalistas. Aznar aseguró no obstante que aspiraba a �mantener la cooperación� con esos partidos. Hubo una gran excepción a la oferta y esa fue el Partido Nacional Vasco (PNV), que actualmente controla el gobierno autónomo del País Vasco. Aznar afirmó muy brevemente que descartaba cualquier trato conesa agrupación. El secretario general del PP, Javier Arenas, precisó que existía una condición mínima para negociar: el PNV debía abandonar el Pacto de Estella. Ese fue un acuerdo de cooperación concretado en 1998 entre distintas agrupaciones sindicales y políticas vascas que apoyaban la independencia. El elemento central del Pacto había sido una alianza en el parlamento vasco entre el PNV y Euskal Herritarrok (EH), el brazo político de la organización separatista ETA. Tras los atentados de ETA de los últimos tres meses, el PNV suspendió esa alianza. Pero nunca abrogó explícitamente el Pacto de Estella. Y esa es precisamente la libra de carne que Aznar le exigió ayer.
REGRESO EL INOXIDABLE HELMUT
KOHL Precisamente cuando
la victoria avasalladora de José María Aznar en España acabó
definitivamente con cualquier aspiración alemana al liderazgo de la
centroderecha europea, el ex canciller germano Helmut Kohl volverá esta
viernes al Parlamento. Estuvo ausente casi cuatro meses por las
consecuencias del escándalo financiero de su partido, la Democracia
Cristiana (CDU).
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