Por Mauricio Vincent
Desde La Habana
El
apacible pueblito cubano de San Francisco de Paula acaba de ser escenario
de un inusual encuentro literario. Sus protagonistas fueron dos gigantes
de las letras norteamericanas, el dramaturgo Arthur Miller y el novelista
William Styron, y el premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez,
recién �resucitado�, después de que le descubriesen un linfoma, que
disparó todo tipo de rumores sobre su estado de salud. Los tres
escritores conversaron largamente en el jardín de La Vigía, la mítica
casa a las afueras de La Habana, donde el autor de El viejo y el mar
vivió durante 20 años.
Styron, Miller y Gabo la pasaron bárbaro: recorrieron a conciencia la
casona, hoy convertida en museo; se detuvieron ante la máquina de
escribir de Hemingway; husmearon en el bar, donde todavía se conservan
botellas de whisky y algunos refrescos de ginger ale, con los que,
mezclados, el Nobel estadounidense se relajaba, y hojearon algunos de sus
libros, incluidos los que tenía en el cuarto de baño. El año pasado se
cumplieron cien años del nacimiento de Hemingway, que se suicidó en 1961
y, como Gabo, llegó al Nobel de Literatura.
La noche anterior a la emotiva recorrida por el mundo Hemingway, Styron,
Miller y García Márquez había cenado con Fidel Castro. Como era de
esperar la sobremesa se extendió hasta la madrugada. Hablaron de
literatura y también de política, con pausas considerables en la Segunda
Guerra Mundial y en el caso del niño balsero Elián González, que
enfrenta a Cuba y a Estados Unidos en la actualidad. �Fue muy
estimulante e interesante�, dijo luego Styron, y Miller agregó: �El
habló de todo lo imaginable�.
Durante el paseo por la finca La Vigía ambos escritores aclararon que su
interés era sólo conocer Cuba y sostener algunos encuentros con
intelectuales y estudiantes locales, ante la realidad de que la visita
tenía una clara connotación política. La visita a Cuba de ambos fue
organizada por William Luers, ex subsecretario de Estado de la
Administración de Carter, un decidido opositor a la política de embargo
norteamericana. El viaje resultó, sin embargo. una combinación de
turismo, cultura y política. Miller, de 84 años, viajó acompañado por
su esposa, la fotógrafa Inge Morath, y Styron, por la poetisa Rosa
Styron. También formaron parte de la delegación el agente literario
Morton Janklow, representante de autores como Ronald Reagan, la presidenta
del Lincoln Center Theatre, Linda Janklow, y Patricia Phelps de Cisneros,
cofundadora de la Fundación Cisneros, de Venezuela.
El grupo visitó el jueves la ciudad colonial de Trinidad y el viernes
sostuvo un encuentro con estudiantes del Instituto Superior de Arte.
Durante el debate, Miller manifestó su desagrado por la mayoría de las
versiones cinematográficas realizadas de La muerte de un viajante, obra
con la que obtuvo el Pulitzer de teatro, el Premio del Círculo de
Críticos de Nueva York, en 1949. �Los estudios convirtieron al
personaje de Willy Loman, encarnado por Frederic March, en un loco, cuando
era muy cuerdo� explicó el ex marido de Marilyn Monroe. �La industria
no quería problemas con la denuncia social que implicaba la situación
del personaje de Loman, un hombre que queda desocupado y se debate en esa
angustia.�
El escritor también habló con los alumnos sobre la censura en el cine y
el teatro en Estados Unidos, y se refirió a su última obra, El viaje a
las montañas de Morgan, que estrenará en Nueva York el 21 de marzo.
Styron, de 74 años, autor de las novelas Las confesiones de Nat Turner,
premio Pulitzer en 1967, y La decisión de Sophie, fue mucho más
político que Miller. Mientras el dramaturgo afirmó que �sólo quería
ver Cuba�, Styron recordó que está absolutamente a favor de que
termine el embargo y seeliminen las restricciones que hoy impiden a los
norteamericanos viajar a la isla.
Quién sabe si, por curiosidad o por precaución, antes de ver a Fidel
Castro, Miller y Styron visitaron al disidente Elizardo Sánchez. El
opositor los recibió en su casa de Miramar y les ofreció café y su
visión de la situación de los derechos humanos y las libertades cívicas
en Cuba. Una visión, por cierto, bastante pesimista. A esta reunión no
asistió García Márquez. La presencia de Gabo en La Habana y su
encuentro con Styron y Miller y su amigo Fidel Castro confirmaron su �resurrección�.
El año pasado, a Gabo se le descubrió un linfoma, lo que le obligó a
hacerse un tratamiento con quimioterapia que le hizo bajar casi 20 kilos
de peso. En estos días se le vio visiblemente recuperado, bebiendo whisky
a la par de sus colegas.
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