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FLORA LACAVE DECLARO QUE CASI LA MATA UN POLICIA CON UN TIRO DE GRACIA
�Boludo, ¿no ves que es la señora?�

La sobreviviente de la masacre de Villa Ramallo le contó ayer al juez que tras la balacera se acercaron al auto dos policías y, como ella se movió, uno la quiso rematar. El otro se dio cuenta de que era la rehén. Por eso se salvó. Hoy se cumplen seis meses del episodio que terminó con su marido y otro rehén muertos por la policía.

En el auto salieron del banco los tres ladrones con los tres rehenes. Una lluvia de balas policiales se descargó sobre ellos.

Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Flora Lacave estuvo a punto de ser asesinada por un tiro de gracia de la policía. Hacía pocos segundos que la balacera de los Geos de la bonaerense había terminado, aquel 17 de setiembre de 1999, hace exactamente seis meses. El Volkswagen Polo verde humeaba, estrellado contra un árbol, y su marido, el gerente Carlos Chávez, yacía muerto junto a ella. Los uniformados que se acercaban al auto comenzaban a remover los cuerpos de sus lugares cuando uno de ellos vio que el de Flora se movía:
�¡Rematá a este hijo de puta! �escuchó ella, malherida ya, por uno de los tiros oficiales.
�¡No, boludo! ¿No ves que es la señora? �terció un segundo policía, evitando que Lacave engrosara la lista de muertos de la masacre de Villa Ramallo.
Este detalle �olvidado en medio de la tensión de sus anteriores declaraciones en la causa� llegó finalmente ayer, tras un nuevo testimonio de Flora Lacave de Chávez al expediente que maneja el juez Carlos Villafuerte Ruzo.
Así, el día anterior a cumplirse los seis meses desde la masacre, la esposa del gerente asesinado cuando los ladrones del banco salieron con ellos como escudos humanos de la sucursal del Banco Nación, dejó más claro aún el nivel de brutalidad con que actuaron los integrantes del grupo GEO de la Policía Bonaerense. Ayer, durante la mañana, Lacave llegó al despacho del juez Villafuerte Ruzo para ampliar sus anteriores testimoniales y para reconocer y recibir algunas joyas y efectos personales de su marido, que habían sido robados durante el asalto.
Flora ya había contado en dos oportunidades lo que vivió durante aquella larga jornada y ese corto y fulminante final en el que, además de su esposo, murieron por el accionar de la policía el contador Carlos Santillán, y el ladrón Javier Hernández. La nueva declaración estuvo fundamentada en que entre tantos detalles, Flora había olvidado contarle al juez lo que �medio adormecida por las heridas�, escuchó de un policía bonaerense.
El dato viene a confirmar el descontrol absoluto con que se resolvió la situación en Ramallo. Villafuerte Ruzo todavía no recibió oficialmente los resultados de la pericia de Gendarmería Nacional, adelantada por Página/12.
Hasta el momento, según lo revelado por este diario, se comprobó que dos tiros de fusiles FAL del grupo GEO de Zárate-Campana fueron los que mataron a Chávez, y otros dos disparos del mismo grupo los que asesinaron a Santillán. A partir de ese dato, el interrogante es cuántos integrantes y jefes del grupo GEO y de la propia Jefatura Departamental de Zárate- Campana de la Bonaerense serán procesados por homicidio. Aunque para eso todavía debe llegar al Juzgado el informe oficial, prometido por el jefe de pericias de Gendarmería, comandante José Luis Artignan, para la semana próxima o a más tardar a fin de mes.
Para tomar la decisión de los procesamientos, Villafuerte Ruzo necesita saber no sólo quién disparó los proyectiles que provocaron la muerte de los dos rehenes y el delincuente, sino también cómo fue exactamente la circunstancia en que se produjo el tiroteo. Hasta el momento está probado que primero dispararon los integrantes del grupo Halcón de la bonaerense y luego los Geos, pero los halcones hacia las ruedas del Polo y los Geos con tiros directos al automóvil. Ayer, una alta fuente judicial explicó que el procesamiento de los Geos depende de si sabían que estaban o no los rehenes en el auto; si tuvieron o no comunicación con los jefes del operativo; y si las balas asesinas fueron las que abrieron el tiroteo o si se trata de las que, segundos después, repelieron la tibia defensa de los ladrones.

 


 

COMO VIVEN LOS REHENES, SEIS MESES DESPUES
La vida después de la muerte

Por C.A.

Cuando a los dos días de la masacre los periodistas llegaron a su casa de techos bajos, patio y frente con flores, Ricardo Pascuali, uno de los rehenes del asalto al Banco Nación de Villa Ramallo, casi no podía hablar. Se limitaba a atender durante cinco minutos para dar un resumen sobre su cautiverio y apenas la voz comenzaba temblarle, se retiraba otra vez a su cuarto, despejando con la TV los fantasmas recientes. Ayer, desde la misma casa, contó, medio año después, sus días actuales, sus breves visitas a las oficinas de la Jefatura de Area del banco, esquivadas durante meses por esa bicicleta en la que pasea como un chico, recreándose con las planas rutas de la zona, persiguiendo el horizonte verde que todavía le regala este verano. Suele cruzarse con otro de los rehenes, Diego Serra, y apenas se saludan, decididos los dos a no soplar sobre las cenizas de sus recuerdos. A la familia del contador Carlos Santillán no volvió a verla, y tampoco a los Chávez, que han regresado a vivir a Lincoln, donde intentan que lo cotidiano llene de alguna manera el vacío irremediable.
Los Chávez siempre fueron una de esas familias numerosas de mudanza frecuente. Carlos, el gerente asesinado hace seis meses fue acostumbrando a los suyos a los traslados de su empleo. Así, mientras el varón un día se casó y se quedó en Los Toldos, uno de los pueblos donde vivieron, las chicas �Betina, Cecilia y Daniela�, una a una fueron instalándose en un departamento de Núñez y comenzando la facultad en la UBA. Todos los cambios podían ser asumidos fácilmente, todos, menos el de la ausencia del padre. �Al principio fue muy difícil porque mi mamá estuvo casi tres meses en la clínica �cuenta Betina�. Entre las tres tuvimos que cargar con muchos trámites y los papeles te enfrentan con la realidad y con el dolor. Desde la partida de defunción hasta el seguro, todo es doloroso.�
La burocracia simbolizando la tragedia dio paso a una salida restitutiva, el empleo que el Nación le ofreció a las hijas del gerente. En diciembre, cuando Flora dejó la clínica, la familia vivió una semana en la casa del banco asaltado. �Pudimos hacerlo, yo no tengo recuerdos malos de esa casa y si tuviera que vivir toda mi vida ahí no me molestaría�, dice Betina. Después decidieron acompañar a Flora en la instalación en la casa de Lincoln, cuyas reformas en marcha resultan una verdadera herencia: fueron pensadas con Carlos. Así, las tres muchachas dejaron sus carreras, y volvieron al ritmo más pausado del pueblo, donde se reencontraron con amigos de la infancia, aprendieron sobre cajas de ahorro y plazos fijos y se convirtieron en las primeras mujeres bancarias en la historia de la sucursal.
En la casa del rehén Javier Vilchez, una mujer cuenta el pesar del hombre, que vuelve tarde de su empleo de siempre, el de cartero. �Mire, él ha vuelto a trabajar... pero está triste�. La mujer no quiere andar describiendo la tristeza ajena, y además �cuando alguien pasó algo así, mejor dejarlo y no preguntarle�. De todas maneras, el silencio de Vilchez no llega a ser la absoluta mudez de Diego Serra, el empleado del video cable local que jamás quiso volver a hablar del tema y suele cruzar un saludo cordial y medido con Pascuali, que vive a dos cuadras. Pascuali parece el más relajado. Hasta el 22 de diciembre no se había atrevido a entrar al banco en el que trabaja desde los 21 años, ahora por indicación de su psicóloga va dos veces por semana a visitar a sus compañeros. Pronto regresará a la vieja rutina. En su casa de Lincoln, Flora Lacave prepara las comidas que les gustan a sus chicas, todavía no ha vuelto a tejer, se recupera lentamente. Su hija Betina lo define así: �La cotidianidad se va armando a los ponchazos. Sin darte cuenta, la vida te va pasando�.

 


 

OTRO INGENIERO MATO A UN ASALTANTE E HIRIO A OTRO
�Matame, que no quiero ir preso�

Un ladrón desde el piso gritaba: �Pegame, dale, pegame un tiro más: matame que no quiero ir a la cárcel�. Estaba dirigida al ingeniero Horacio Daniel Feijoo, que ayer dejó herido a aquel ladrón y mató de varios disparos a su cómplice mientras intentaba defenderse de un robo. Ninguno de los ladrones llegó a disparar su arma. El ingeniero Feijoo quedó en libertad por decisión del fiscal de San Martín Rubén Moreno. El fiscal �consideró, en principio, la legítima defensa�, aseguraron a este diario fuentes de la fiscalía. La historia volvió al presente el caso del ingeniero Santos, que mató a los dos ladrones del pasacasete de su auto.
El ingeniero viajaba solo en su Alfa Romeo colorado, de vuelta del colegio de sus hijas. En aquel cruce fue interceptado por un Ford Sierra gris rural, patente SXH 784. El hombre frenó su auto y recibió inmediatamente la apresurada compañía de Flavio Oscar Leiva, que a punta de pistola le reclamaba �todo el dinero�.
Fueron segundos. El ingeniero extrajo su pistola calibre 40 y disparó cuatro o cinco tiros en el tórax y sobre el pecho. �Estaba a menos de un metro, a menos, así que no podía fallar�, comentó una fuente de la comisaría de la zona que intervino en el proceso. Mientras Leiva caía contra un árbol, su compañero Sergio Raúl Rizzo hacía blanco para apresurar un disparo. Desde el otro extremo, el ingeniero Feijoo cambió de dirección su pistola, apuntó y descargó varios tiros sobre Rizzo. El peritaje determinó que Rizzo murió baleado desde atrás, con tiros que impactaron en la cabeza y en la zona lumbar después de atravesar el parabrisas trasero del Sierra.
De acuerdo con la información judicial, el arma del ingeniero estaba declarada legalmente en el Renar. Aún sin finalizar las pericias, fuentes de la investigación aseguraron que no hubo disparos de ninguna de las armas que llevaban los ladrones. En su declaración, el ingeniero habría dicho que los disparos los hizo en defensa propia �asustado por el aspecto de loquito que tenía el que me fue a apurar�.

 


 

HABLA UN EXPERTO DEL FBI EN ROBOS CON REHENES
�El objetivo prioritario de los negociadores es salvar vidas�

London Howard formó parte del equipo que actuó en Waco. Aquí explica las claves del
manejo de un asalto con toma de rehenes.

Por Horacio Cecchi

�Los negociadores tenemos como objetivo prioritario salvar vidas�, definió London Howard, experto del FBI en �negociación en situación de crisis con rehenes�, o lo que el lenguaje cotidiano ya categorizó como �asalto con rehenes�. Durante treinta años prestó servicios para el Federal Bureau, fue parte del equipo de negociadores en el caso Waco, y desde hace cinco años es coordinador de los entrenamientos de negociadores en la división del FBI en Dallas, donde tomó el curso Juan Bressi, el Halcón negociador en Villa Ramallo. Durante una entrevista exclusiva con Página/12 sostuvo que �sin un buen sistema de comunicaciones no hay probabilidad de éxito�. Consideró poco recomendable que �el negociador principal pertenezca al grupo táctico�, aseguró que �la conducción del operativo debe estar centralizada� y que �lo más importante en el diálogo es que haya una sola voz�. Invitado por la fórmula Cavallo-Beliz en el marco de las propuestas de seguridad, y por el Departamento de Mediación de la Facultad de Ciencias Sociales, Howard llegó a Buenos Aires para dar un curso a mediadores profesionales en la Legislatura porteña.
�¿La especialidad de los negociadores es relativamente nueva?
�La historia es así: siempre, cuando había un caso de secuestro, la respuesta era preparar a los más grandes y fuertes, y nos lanzábamos al asalto. Rescatábamos al rehén o lo que quedaba de él. Se organizó un equipo táctico altamente especializado, los SWAT. Pero empezamos a descubrir que se resolvían muchos problemas comunicándonos con los agresores. Entonces entendimos que el grupo táctico no era imprescindible y empezamos a trabajar sobre la idea de la negociación, el diálogo.
Howard era estudiante avanzado de química y psicología cuando una comisión del FBI visitó la universidad buscando voluntarios. Le resultó interesante y en 1970 fue incorporado. Tres años después iniciaba sus prácticas de negociador. En 1993 le tocó integrar el equipo de negociadores en el caso Waco. �Trabajé 15 días, de seis de la mañana a seis de la tarde. Eramos nueve�. Cuando se le pregunta sobre las causas que llevaron a la muerte de cerca de 85 seguidores de David Koresh, atrincherados en un rancho y rodeados por fuerzas federales, Howard responde: �El era muy dominante y de ningún modo quería perder ese rol, y sus seguidores lo adoraban�. Luego agrega: �Aprendemos de nuestros errores�.
�¿Cuál es la clave de la negociación?
�El tiempo. Descubrimos que el tiempo jugaba de nuestra parte. Lo que buscamos es ofrecer opciones al agresor para solucionar el conflicto. Y el tiempo nos da más posibilidades para contar con información del captor, quién es, su personalidad, sus antecedentes, saber con quién estamos hablando, y más tiempo para que aparezcan nuevas opciones.
�¿Cómo se compone el equipo?
�Está formado por unidades especializadas. Una es el grupo táctico tipo SWAT. Están en el lugar y son los �ojos� del comandante. Están encargados de establecer el perímetro de seguridad que es vital que esté perfectamente sellado.
�¿Se refiere al público y la prensa?
�Sí. Lo llamamos perímetro de seguridad físico y es vital porque impide que el público y los periodistas corran riesgos, que puedan ser tomados como nuevos rehenes. Lo que intentamos es bajar la ansiedad del agresor. Por eso, la primera hora es la más crítica. Pero el perímetro también asegura que los delincuentes no usen al periodismo para su provecho. Por ejemplo, enterándose de los planes y movimientos de la policía. Está el otro perímetro, el verbal, que tiene que ver con las comunicaciones.
�¿Impiden el acceso de llamadas?
�Es altamente negativo que haya otras comunicaciones. La otra parte del equipo la conforma un grupo de negociadores. Nosotros recomendamos que no sean menos de tres. Uno de ellos es el negociador principal o primario.Así como los SWAT son los �ojos�, los negociadores son la �voz� del comandante. El primario es el único que debe hablar. El resto piensa en soluciones a ofrecer. Lo recomendable es una comunicación punto a punto. Al mismo tiempo, la tarea es identificar del otro lado al líder. No se puede negociar con un grupo, hace falta tener un solo interlocutor.
�¿Qué es lo que no pueden hacer?
�Por empezar, carecer de un sistema aceitado de comunicaciones. Es responsabilidad del comandante, que no debe ser el negociador porque no podría atender el teléfono y tomar decisiones al mismo tiempo. Yo diría que son vitales. Hace falta recibir los datos del agresor, estar en contacto con el grupo táctico y el negociador, saber qué es lo que ocurre afuera, con el público. Y tomar decisiones. Una de las cuestiones que permite que la negociación exista es la credibilidad. Sin ella, ni los propios delincuentes estarían interesados en negociar. Para eso, el comandante tiene que estar comunicado con la prensa, dando la mayor información posible y resultar confiable.
�¿En caso de que para levantar la actitud pidan armas, drogas o autos?
�No tuvimos buenas experiencias. Nosotros queremos que se queden ahí y no que salgan y todo se descontrole. Pero esas son exigencias y para solucionar el conflicto tenemos que descubrir cuáles son las necesidades.
�¿Cuál es la diferencia?
�Suponga el caso de un hombre que fue dejado por su mujer, agarró un arma y la tiene amenazada. Si le preguntamos qué quiere en ese momento, nos va a decir que no lo maten, que quiere un auto y dinero. Pero si le preguntamos qué fue lo que generó todo, cómo podemos solucionar su verdadero problema, nos va a decir que quiere estar con su mujer. Hemos avanzado un paso enorme.
�¿El negociador puede pertenecer al grupo táctico?
�No es recomendable. Los integrantes del grupo táctico están preparados para actuar por asalto, ésa es su formación y es en la que se va a basar durante su diálogo. Al negociador no lo pueden relacionar en ningún momento con la violencia. Cuando los seleccionamos, buscamos que no hayan participado en tiroteos, que no hayan estado expuestos a la violencia.
�¿Qué condiciones deben tener?
�Deben ser voluntarios, tener un excelente estado físico y psíquico, no buscar ganar el crédito de un operativo, saber trabajar en equipo y poder asumir decisiones de tremendo peso sin gozar de ninguna autoridad.

 

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