Por Eduardo Videla
Ahora,
cuando vaya a buscar trabajo, Sebastián ya no dará un número de manzana
y de casa, sino el nombre de la calle y la altura, un domicilio común y
corriente que no le haga naufragar la solicitud por el solo hecho de vivir
en la villa. La apertura de calles ya convirtió algunos sectores de la
Villa 19 �a la altura de Ricchieri y General Paz� en un barrio más de
la ciudad de Buenos Aires. Algo similar ocurre en otras doce villas
porteñas, donde ya se trazaron unas 40 cuadras de pavimento y peatonales,
que en poco tiempo tendrán nombre como cualquier otra calle de la ciudad.
�Y serán los propios vecinos de esos barrios, en base a propuestas de
las juntas de estudios históricos y del propio Gobierno, los que les
pondrán los nombres a las nuevas calles�, adelantó a Página/12 el
secretario de Planeamiento Urbano, Enrique García Espil.
�El asfalto nos cambió la vida �dice Rosa, de la Villa 19, también
conocida como Barrio INTA, por su cercanía a la planta industrial
desactivada del mismo nombre�. Antes acá no entraba nadie y ahora
tuvimos que pedir que pusieran lomos de burro para que los autos pasen
más despacio.�
Allí, el trabajo comenzó hace poco más de dos años, y el asfalto
cambió la fisonomía del barrio. �Donde había casas de chapas, los
vecinos comenzaron a construir paredes de ladrillo, con materiales que
aportó la Comisión Municipal de la Vivienda�, explica el arquitecto
Ariel Pradelli, gerente de Promoción Social Urbana de la CMV y titular
del Centro de Gestión y Participación de Lugano, donde están radicadas
8 de las villas involucradas en el programa.
Con la llegada de la traza urbana, allí donde sólo había intrincados
pasillos comenzó a cambiar la calidad de vida de la gente. �En esos
lugares ya tienen cloacas en lugar de pozos ciegos, agua corriente y gas;
ahora puede entrar una ambulancia, en lugares donde un enfermo grave sólo
podía salir recorriendo cuadras llevado en camilla. O el camión
recolector puede ingresar para retirar la basura. También hay
iluminación y pueden circular los patrulleros: el barrio es tan bueno
para refugiar un delincuente como cualquier otro de la ciudad�, dijo
García Espil.
�Cuando se abren las calles, desaparece la villa�, sostiene Pradelli,
y enumera ejemplos de otros barrios, como la Villa 20, en Lugano, donde el
asfalto, como por arte de magia, convirtió los frentes de chapa y cartón
de las casas en paredes de mampostería y corrió los límites de la
villa. La misma transformación puede verse en la Villa 19, donde las
viviendas ubicadas sobre la calle aún sin nombre, que serpentea de punta
a punta el barrio, contrastan con las casillas que se aglomeran en los
sectores aún no urbanizados. Los trabajos incluyeron el arbolado de las
nuevas calles y la construcción de veredas, plazas y peatonales.
Junto con el trazado de las calles, llegan la mensura y los planos de los
terrenos, paso previo al otorgamiento de las escrituras y la propiedad
definitiva de la tierra.
En la ciudad de Buenos Aires hay 14 villas, donde viven unas 100 mil
personas. De esos barrios carenciados, 13 están incluidas en el plan de
radicación. La única excluida es la Villa 31, de Retiro, que se levanta
en terrenos del Estado nacional. Los trabajos de radicación comenzaron
hace dos años y medio, y se estima que finalizarán en siete años.
En el medio hay todo un trabajo de relojería, un tejido de negociaciones
porque las calles deben pasar por sitios donde hay viviendas, que habrá
que demoler para construir, pero antes levantar una nueva casa, en otro
sitio del mismo barrio, o conseguir un lugar transitorio. Fue el caso de
don Benito, a quien le ofrecieron materiales para construir la casa nueva,
pero rechazó la propuesta. Después de una negociación, aceptó mudarse
a la casa de la presidenta del barrio, doña Ely, pero recién cuando ella
termine de construir su nuevo hogar. Entonces quedará despejada la traza
para abrir una nueva calle. A medida que se abran calles, los vecinos les
irán poniendo los nombres. Para la Villa 20, ubicada en Villa Lugano, se
barajan los de personajes vinculados con la aviación civil local: en ese
barrio �donde hoy se levanta el complejo Lugano I y II� funcionó a
principios de siglo el primer aeródromo de la ciudad. Así, se contempla,
entre otros, el nombre de Amalia Figueredo, la primera mujer piloto del
país.
Algo más extravagantes suenan las posibles denominaciones para la Villa
15, conocida como Ciudad Oculta. Como allí funcionó el primer estadio
del club Nueva Chicago, se piensa bautizar las calles con los nombres de
los jugadores más célebres del equipo de Mataderos. Tampoco se descarta
recordar al legendario Justo Suárez, aquel campeón argentino que en la
década del 20 pasó a la historia como el �Torito de Mataderos�.
En todos los casos deberá respetarse la norma que exige que, si se trata
de recordar a una persona bautizando una calle con su nombre, ésta debe
haber fallecido al menos diez años atrás. No se sabe si el mismo
principio corre para otros nombres: en la Villa 19 los vecinos quieren
recordar las antiguas empresas que rodeaban el barrio, hoy desaparecidas,
como Camea, La Minera o INTA, cuyas chimeneas se fueron apagando de la
mano de la desindustrialización en la ciudad.
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