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VILLAS PORTEÑAS QUE AHORA TIENEN CALLES ASFALTADAS
Vivir con dirección propia

En trece villas, los pasillos internos se están convirtiendo en calles pavimentadas. Ya hay 40 cuadras que lograron cambiar el perfil del lugar: ahora hay luz y pasan los autos. Los vecinos pondrán los nombres a las calles.

La llegada del asfalto convierte casi mágicamente a las villas en nuevos barrios de la ciudad.


Por Eduardo Videla

t.gif (862 bytes) Ahora, cuando vaya a buscar trabajo, Sebastián ya no dará un número de manzana y de casa, sino el nombre de la calle y la altura, un domicilio común y corriente que no le haga naufragar la solicitud por el solo hecho de vivir en la villa. La apertura de calles ya convirtió algunos sectores de la Villa 19 �a la altura de Ricchieri y General Paz� en un barrio más de la ciudad de Buenos Aires. Algo similar ocurre en otras doce villas porteñas, donde ya se trazaron unas 40 cuadras de pavimento y peatonales, que en poco tiempo tendrán nombre como cualquier otra calle de la ciudad. �Y serán los propios vecinos de esos barrios, en base a propuestas de las juntas de estudios históricos y del propio Gobierno, los que les pondrán los nombres a las nuevas calles�, adelantó a Página/12 el secretario de Planeamiento Urbano, Enrique García Espil.
�El asfalto nos cambió la vida �dice Rosa, de la Villa 19, también conocida como Barrio INTA, por su cercanía a la planta industrial desactivada del mismo nombre�. Antes acá no entraba nadie y ahora tuvimos que pedir que pusieran lomos de burro para que los autos pasen más despacio.�
Allí, el trabajo comenzó hace poco más de dos años, y el asfalto cambió la fisonomía del barrio. �Donde había casas de chapas, los vecinos comenzaron a construir paredes de ladrillo, con materiales que aportó la Comisión Municipal de la Vivienda�, explica el arquitecto Ariel Pradelli, gerente de Promoción Social Urbana de la CMV y titular del Centro de Gestión y Participación de Lugano, donde están radicadas 8 de las villas involucradas en el programa.
Con la llegada de la traza urbana, allí donde sólo había intrincados pasillos comenzó a cambiar la calidad de vida de la gente. �En esos lugares ya tienen cloacas en lugar de pozos ciegos, agua corriente y gas; ahora puede entrar una ambulancia, en lugares donde un enfermo grave sólo podía salir recorriendo cuadras llevado en camilla. O el camión recolector puede ingresar para retirar la basura. También hay iluminación y pueden circular los patrulleros: el barrio es tan bueno para refugiar un delincuente como cualquier otro de la ciudad�, dijo García Espil.
�Cuando se abren las calles, desaparece la villa�, sostiene Pradelli, y enumera ejemplos de otros barrios, como la Villa 20, en Lugano, donde el asfalto, como por arte de magia, convirtió los frentes de chapa y cartón de las casas en paredes de mampostería y corrió los límites de la villa. La misma transformación puede verse en la Villa 19, donde las viviendas ubicadas sobre la calle aún sin nombre, que serpentea de punta a punta el barrio, contrastan con las casillas que se aglomeran en los sectores aún no urbanizados. Los trabajos incluyeron el arbolado de las nuevas calles y la construcción de veredas, plazas y peatonales.
Junto con el trazado de las calles, llegan la mensura y los planos de los terrenos, paso previo al otorgamiento de las escrituras y la propiedad definitiva de la tierra.
En la ciudad de Buenos Aires hay 14 villas, donde viven unas 100 mil personas. De esos barrios carenciados, 13 están incluidas en el plan de radicación. La única excluida es la Villa 31, de Retiro, que se levanta en terrenos del Estado nacional. Los trabajos de radicación comenzaron hace dos años y medio, y se estima que finalizarán en siete años.
En el medio hay todo un trabajo de relojería, un tejido de negociaciones porque las calles deben pasar por sitios donde hay viviendas, que habrá que demoler para construir, pero antes levantar una nueva casa, en otro sitio del mismo barrio, o conseguir un lugar transitorio. Fue el caso de don Benito, a quien le ofrecieron materiales para construir la casa nueva, pero rechazó la propuesta. Después de una negociación, aceptó mudarse a la casa de la presidenta del barrio, doña Ely, pero recién cuando ella termine de construir su nuevo hogar. Entonces quedará despejada la traza para abrir una nueva calle. A medida que se abran calles, los vecinos les irán poniendo los nombres. Para la Villa 20, ubicada en Villa Lugano, se barajan los de personajes vinculados con la aviación civil local: en ese barrio �donde hoy se levanta el complejo Lugano I y II� funcionó a principios de siglo el primer aeródromo de la ciudad. Así, se contempla, entre otros, el nombre de Amalia Figueredo, la primera mujer piloto del país.
Algo más extravagantes suenan las posibles denominaciones para la Villa 15, conocida como Ciudad Oculta. Como allí funcionó el primer estadio del club Nueva Chicago, se piensa bautizar las calles con los nombres de los jugadores más célebres del equipo de Mataderos. Tampoco se descarta recordar al legendario Justo Suárez, aquel campeón argentino que en la década del 20 pasó a la historia como el �Torito de Mataderos�.
En todos los casos deberá respetarse la norma que exige que, si se trata de recordar a una persona bautizando una calle con su nombre, ésta debe haber fallecido al menos diez años atrás. No se sabe si el mismo principio corre para otros nombres: en la Villa 19 los vecinos quieren recordar las antiguas empresas que rodeaban el barrio, hoy desaparecidas, como Camea, La Minera o INTA, cuyas chimeneas se fueron apagando de la mano de la desindustrialización en la ciudad.

 

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