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EL CASO DE LAS FIRMAS QUE NO ERAN DE LOS PARTIDOS QUE NO EXISTEN
En Perú la democracia se falsifica

Faltan menos de tres semanas para las elecciones presidenciales peruanas �son el 9 de abril próximo� y Fujimori consumó una falsificación de firmas que falló. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos cuestiona ya el proceso. 
El economista Alejandro Toledo (izq.) desafía a Fujimori con un 25 por ciento de intención de voto. El congresista fujimorista Oscar Medelius (der.), una de las cabezas sacrificadas por su jefe.

Página/12 en Perú
Por Carlos Noriega
Desde Lima

t.gif (862 bytes) Acosado por el creciente escándalo de la falsificación de más de un millón de firmas para inscribir su candidatura presidencial, puesto en el banquillo de los acusados por la comunidad internacional a causa de las graves irregularidades que enturbian hasta el límite de ilegitimar las elecciones del nueve de abril y, desde hace unos días, preocupado por el espectacular e inesperado crecimiento del candidato Alejandro Toledo (con el 25 por ciento de la intención de foto), el presidente Alberto Fujimori (que aún retiene un 39 por ciento de intención de voto) no ha tenido más remedio que sacrificar a algunos de sus colaboradores para tratar de calmar las denuncias de fraude electoral y buscar salir del estancamiento en las encuestas en el que se encuentra. Las cabezas que han rodado han sido las de los candidatos a parlamentarios Daniel Chuan, nominal secretario general del fantasmal Movimiento Independiente Perú 2000, autor de la masiva falsificación de firmas, y el actual congresista Oscar Medelius, también involucrado en esa falsificación.
Aunque desde el oficialismo se ha buscado descargar toda la culpa sobre el recién estrenado grupo político de Chuan, ahora separado de la alianza, el escándalo atraviesa a todo el sector. Esto queda en evidencia si se tiene en cuenta que Medelius, un notario público paradójicamente encargado de legalizar firmas, es un connotado miembro del Movimiento Nueva Mayoría, otra de las cuatro agrupaciones que apoyan la re-reelección de Fujimori. Y varios de los implicados como organizadores del fraude están relacionados a una tercera agrupación de la alianza: Vamos Vecino. Este último grupo fue formado para las elecciones municipales de 1998 por el asesor presidencial Absalón Vásquez, actual cabeza de la lista parlamentaria fujimorista, íntimo amigo de Chuan y sindicado como el autor intelectual de la falsificación de firmas. Desde que estalló el escándalo Vásquez ha desaparecido de escena y el gobierno se ha esforzado en mantenerlo al margen de esta denuncia. La fraudulenta inscripción del partido de Chuan, que en realidad es sólo una etiqueta sin ninguna organización detrás, ha servido para darle su nombre �Perú 2000� a la alianza que postula a Fujimori. De esta manera, el presidente peruano ha podido seguir con su práctica de buscar reciclarse en cada elección compitiendo bajo un rótulo electoral diferente.
El escándalo de las firmas falsas también ha salpicado a la propia Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), encargada de organizar las elecciones y responsable del conteo de votos. El jefe de la ONPE en Arequipa, la segunda ciudad en importancia del país, Rubén Calderón, ha sido señalado por dos falsificadores arrepentidos que han denunciado el caso como uno de los encargados de coordinar y supervisar a las más de 400 personas que en tres turnos trabajaban las 24 horas del día falsificando firmas. Los falsificadores contaban, precisamente, con los registros de la ONPE, de donde copiaban los nombres, datos y firmas de los inscritos en el mismo para hacerlos pasar como adherentes de Perú 2000. Calderón ha sido separado del cargo, pero las dudas sobre la independencia de la ONPE, que ya estaba bajo sospecha, no han podido ser contrarrestadas con esta separación. Con estas destituciones, presentadas como renuncias voluntarias, el gobierno pretende dar por terminado el escándalo, pero el tema está lejos de estar concluido y sus implicancias van mucho más allá de las cabezas escogidas para buscar calmar el agitado ambiente electoral
Interrogado por Página/12 sobre el asunto, el jefe de la misión de observadores de la OEA, el ex canciller de Guatemala, Eduardo Stein, señaló ayer que estas destituciones �no son suficientes� porque �este caso no sólo involucra a una agrupación, sino que tiñe la legitimidad delproceso electoral. No sólo es un tema penal, sino que hay un delito electoral�. Stein señaló que el caso, que actualmente es investigado por la fiscalía, en cuya independencia nadie confía, �debe esclarecerse pronto�. Fue enfático en afirmar que �a más tardar los primeros días de la próxima semana deben darse cambios sustanciales en el proceso electoral. Estos cambios deben darse en esclarecer esta denuncia de falsificación, pero también en otros aspectos, como el acceso de los candidatos a la televisión (actualmente los canales de televisión se niegan a pasar publicidad de los candidatos opositores) y el uso de fondos públicos para favorecer a un candidato�. ¿Y un retiro de la misión de la OEA si los cambios que exige no ocurren? Ni sí ni no: �En estos momentos no estoy en condiciones de responder su pregunta�. Ahora, si todo sigue igual, el observador evocó dos escenarios posibles: �Postergar las elecciones o eliminar este proceso y convocar uno totalmente nuevo�. Pero aclaró: �Son los peruanos los que deben decidir qué hacer�.


�Las condiciones no están�

A solicitud de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el Relator Especial para la Libertad de Expresión Santiago Canton, informó sobre la preocupante situación de la libertad de expresión en el proceso electoral peruano. El análisis de las denuncias permite concluir que el ejercicio efectivo de la libertad de expresión en Perú se ve seriamente comprometido por la utilización sistemática de los servicios de inteligencia y fuerzas de seguridad como instrumentos de hostigamiento y persecución de periodistas de investigación y políticos de oposición. A criterio del Relator, �en Perú no existen las condiciones necesarias para el ejercicio pleno del derecho a la libertad de expresar ideas políticas de oposición o críticas a la gestión de gobierno a través de los medios de comunicación.� El Relator considera que estas limitaciones al ejercicio de la libertad de expresión en Perú �constituyen un serio obstáculo para el normal desarrollo del proceso electoral.� Después de recibir el informe, la CIDH expresó su profunda preocupación sobre el actual proceso electoral en Perú.

 

LOS GUARDAESPALDAS DE ALLENDE Y UN BUEN MILITAR
Casos Nos. 74 y 75 contra Pinochet

El ritmo al que se reproducen las querellas contra Pinochet en Chile es vertiginoso. Desde su detención en Londres en octubre de 1998 hasta su regreso a Santiago el 3 de marzo pasado fueron presentadas algo más de 50 demandas, que junto a las de los últimos 10 días ya suman 75. Pero las de ayer tienen un valor extra: una fue presentada por el Partido Socialista del flamante presidente Ricardo Lagos por la desaparición de 34 miembros del cuerpo de seguridad del ex presidente socialista Salvador Allende, más conocidos como GAP (Grupo de Amigos Personales), después del bombardeo a La Moneda el 11 de setiembre de 1973. La otra fue por el �secuestro agravado� de Carlos Carrasco, un cabo del Ejército que trabajaba para la DINA, la policía política de la dictadura, y que habría sido secuestrado por tratar bien a los detenidos en el campo de concentración Cuatro Alamos.
Carrasco engrosa la lista oficial de 1198 detenidos-desaparecidos, pero hasta su secuestro era parte de las fuerzas de seguridad regulares, más específicamente de la guardia de Cuatro Alamos. En marzo de 1975, el joven de 21 años conocido como �Mauro� desapareció porque, según los testimonios de ex presos políticos, daba buen trato a los detenidos y habría sido sorprendido por sus superiores. El abogado Nelson Caucoto, que presentó la demanda ante la Corte de Apelaciones de Santiago, aseguró que existen pruebas de que Carrasco pasó por Villa Grimaldi, uno de los más conocidos centros de torturas de la DINA, aunque después se perdió su rastro.
De quienes también se perdió la pista es de 25 socialistas miembros del GAP, que junto a otros nueve �cuyos restos fueron encontrados entre 135 cadáveres exhumados en 1991 de tumbas clandestinas descubiertas en el Cementerio de Santiago� desaparecieron durante el asalto al palacio presidencial. �La querella va dirigida contra Pinochet, ya que hay pruebas concretas de que había órdenes directas para hacer desaparecer y exterminar a todos los miembros del GAP�, explicó el diputado socialista Juan Bustos. La demanda quedó en manos del juez Juan Guzmán Tapia, que lleva adelante la mayoría de las 75 querellas en contra del ex dictador.

 

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