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ENTREVISTA A KEVIN O�DAY, COREOGRAFO ESTADOUNIDENSE
El arte de sangrar bailando

Julio Bocca celebrará los diez años del Ballet Argentino interpretando hoy y mañana �Sangredor�, una obra compuesta especialmente por el coreógrafo, que viene de trabajar con Twyla Tharp y Baryshnikov.

O�Day dirigiendo un ensayo del Ballet Argentino. En la obra utiliza el sonido de un bandoneón, multiplicado digitalmente.


Por Silvina Szperling

t.gif (862 bytes) Julio Bocca celebrará los diez años de vida del Ballet Argentino del único modo posible para su temperamento: bailando. Pero lejos de elegir un camino de facilidad, Bocca se planteó un programa importante y a la vez atrevido, que el público podrá ver hoy y mañana en el Teatro Coliseo. El plato fuerte de las veladas será el estreno de una obra especialmente escrita para el Ballet por el coreógrafo estadounidense Kevin O�Day sobre música original de John King. La pieza se llama Sangredor y su instrumento solista es un instrumento para nada habitual en el ballet, el bandoneón. A esta novedad, Bocca sumará dos reposiciones de calibre Donizetti variations de George Balanchine y Actos de luz, de Martha Graham. Para el homenaje a esa coreógrafa que cambió parte de la danza del siglo veinte fue especialmente convocada Peggy Lyman, integrante de la compañía Graham de Nueva York.
�La idea inicial de Sangredor fue, ya que se trataba de una obra para un ballet argentino, usar un bandoneón, y luego samplearlo y convertirlo en 40 bandoneones a través del uso de software de computación�, contó O�Day en una entrevista con Página/12. �El centro de la pieza es una canción con melodía, ritmo y timbre tradicionales, y hacia el comienzo y final los sonidos están progresivamente distorsionados. Por ejemplo, una de las secciones está compuesta sólo por finales, los finales típicos del tango. En otro momento se usa sólo el sonido de los botones al percutir.� O�Day conoció a Bocca en sus años como bailarín en el American Ballet Theater. Bailó también en el Joffrey Ballet, el Ballet de Frankfurt con la coreógrafa Twyla Tharp, y el White Oak Project que dirige Mihail Baryshnikov. El propio Misha fue quien lo instó a comenzar como coreógrafo en su grupo.
�¿A qué se refiere el título de la obra?
�El título en inglés es Blood Groove, que traducida literalmente sería �Surco de sangre�, pero como la palabra groove tiene también un significado de cadencia, no cuadraba la traducción. Buscando en el diccionario encontré Sangredor, que se refiere tanto a instrumento como a la persona que practica una insición para liberar un fluido, para permitir que ese fluido corra libremente por el cuerpo o hacia afuera.
� ¿Y cómo se representan esos conceptos bailando?
�En principio, esta obra es abstracta. Posiblemente la sección central puede ser leída como una historia, uno tiende a ver un desarrollo narrativo desde el momento en que hay seres humanos en el escenario que se unen, se separan, cambian sus dinámicas y estados. Pero yo lo dejo abierto, no le digo a la gente �esto es lo que deben mirar�. Creo que uno debe otorgarle al público la posibilidad de interpretar. El público es inteligente y si los bailarines le muestran cabalmente lo que es la obra, la gente puede tomar la decisión de si hay una historia allí para ellos. Los intérpretes son los portadores de la pieza, ya que la obra no es una construcción de madera: sobre el escenario hay sangre, músculos...
�¿Cómo fue la experiencia de dirigir a Baryshnikov?
�Muy buena. El clima de trabajo que él genera es muy agradable e intenso, y siempre me dio su apoyo. Hasta hoy, cada vez que estreno algo en Nueva York, él viene a ver la obra y me da su opinión.
�Teniendo en cuenta el ecléctico background del que usted proviene, ¿cuál es el estilo de su compañía?
�Es muy abierto. A veces los bailarines con los que trabajo en un determinado proyecto tienen una mayor base clásica o contemporánea. Por ejemplo, suelo trabajar con Patricia Keeney, que es mi hermana y una excelente bailarina contemporánea. Creo que ambos estilos no deben estar separados a estas alturas. Eso es para la historia.

 


 

BUENOS AIRES TIENE LEY DE DANZA
Los pasos que vienen

Dos buenas noticias recorren por estos días el espinel de la danza independiente porteña: la aprobación de la ley de danza no oficial en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la realización del segundo festival de Danza Contemporánea de Buenos Aires. La ley fue aprobada por la Legislatura porteña el 17 de febrero y está a punto de publicarse en el boletín oficial. Básicamente, dispone que el gobierno cuente con un presupuesto anual de 200 mil dólares para solventar la producción de grupos independientes estables, coreógrafos o elencos con proyectos puntuales, salas teatrales dedicadas en un 70 por ciento a la danza y asociaciones con personería jurídica cuyos proyectos favorezcan a la danza y su difusión. La autoridad de aplicación será una Comisión Ejecutiva presidida por el Secretario de Cultura de la Ciudad, e integrado por dos cargos jerárquicos en el área danza, un representante de la Comisión de Cultura de la Legislatura, un representante de la Comisión de Presupuesto y Hacienda y cuatro personalidades de reconocida trayectoria en la actividad.
En el caso del Festival, se trata de la continuidad del que en 1998 organizó Cocoa, la entidad que agrupa a los coreógrafos independientes, en conjunto con el Gobierno de la Ciudad, gracias a un monto equivalente a cuatro coproducciones del teatro San Martín ($ 60.000). La Secretaría de Cultura porteña firmó el decreto que dio legalidad a la creación de un festival bienal. Este año, según acaba de confirmarse, el festival se realizará en la segunda quincena de setiembre, en varios teatros: la sala Ernesto Bianco del Centro Cultural San Martín y la sala Contemporánea del Centro Cultural Recoleta, entre otras.

 

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