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ALICIA CASTRO, DIPUTADA ALIANCISTA Y DIRIGENTE DE LA CGT REBELDE
"Tengo la misma camiseta de siempre"

La referente del MTA no se arrepiente de su oposición a la reforma laboral y pide mayor debate en la Alianza. Habla de su relación con De la Rúa, con Chacho Alvarez --a quien no ve, reconoce, desde hace meses-- y del precio de ser una opositora dentro del oficialismo.


Por Felipe Yapur
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Alicia Castro acomoda su largo cabello rojo y se toma unos segundos para contestar ante cada pregunta. Salvo cuando tiene que hablar de su oposición a la reforma laboral y su doble condición de diputada de la Alianza y miembro de la CGT rebelde: dice que no cambió de camiseta, "es la misma que siempre tuve. Cuando ingresé en el Frepaso lo hice como sindicalista del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) oponiéndome a la flexibilización laboral".

  --¿Continúa pensando que la ley de reforma laboral votada en la Cámara de Diputados no es la que necesita el país?

  --Sí, porque vivimos en un contexto donde no hay un equilibrio en la relación de capital y trabajo. Y el desempleo es el mayor flexibilizador social, el domesticador social. Esto lo decíamos con (Carlos) Chacho Alvarez en la campaña. Por otro lado, la Alianza está en contra de la desigualdad. Y, sin embargo, en los argumentos que se usaron para defenderla se dijo que hay que permitir que por regiones se negocien salarios más bajos que los de la Capital Federal o Buenos Aires.

  --¿Eso generará provincias o regiones inviables?

  --Esto es seguir el esquema del cavallismo o menemismo.

  --¿Se siente defraudada al ver que se promueve una reforma que no era una bandera de la Alianza?

  --No, yo creo que es una coyuntura que se superará. Y se lo hará con mayor debate y discusión antes de que estas leyes las mande el Ejecutivo al Parlamento. Creo que el Poder Ejecutivo, antes que contar con el alineamiento automático, debe hacer un debate sobre leyes que son centrales. Además, ninguna democracia central implementó una reforma laboral como la nuestra. Esto está en la página tres del libro del Banco Mundial (BM) cuando habla de cómo combatir la pobreza en la Argentina. Distinto hubiera sido si la Alianza hubiera reaccionado como cuando (Ricardo) López Murphy dijo que había que reducir los salarios. Con menos franqueza esta ley habilita lo que anunció López Murphy.

  --¿Entonces, es posible formar parte del bloque oficialista en Diputados y, al mismo tiempo, integrar la dirección de la central obrera opositora? ¿No le cuestionan la doble camiseta?

  --No, porque es la misma que tuve siempre. Es mi propia piel. Cuando llegué al Frepaso lo hice como sindicalista del MTA, liderado por (Hugo) Moyano y (Juan Manuel) Palacios, oponiéndonos a la flexibilización laboral. Y por eso ingresé en el Frepaso. Además, la CGT que lidera Moyano anunció que no se opone a ningún gobierno democrático sino a los poderes económicos mundiales, a los partidos políticos como el PJ.

  --¿Y a la Alianza?

  --En algunos casos está fuertemente influenciada por algunos economistas que suscriben a esa corriente.

  --Usted dice que la reforma está en la página tres del libro del BM, entonces, ¿cuál es la moneda de cambio de la reforma laboral?

  --(Piensa) Posiblemente los organismos multilaterales hagan depender el crédito. La pregunta en realidad es ¿cuál es el límite?, ¿quién pone el límite? Creo que antes de que el límite lo ponga el conflicto social lo tenemos que poner dentro de la Alianza y cuando el BM nos mande la receta, nosotros tenemos que decir que ésa no es la que necesita el país. Porque además es falso que sea la receta para combatir la pobreza y el desempleo. Ya no tenemos que hacer especulaciones teóricas como hacíamos en los noventa cuando decíamos que la flexibilización no generaba empleos. Entonces, ¿por qué insistir en bajar los salarios?

  --¿Cuánto le costó hacia adentro del Frepaso su oposición a esa ley?

  --(Largo silencio) Realmente no sufrí demasiadas presiones porque expresé mi posición desde un comienzo. En el primer encuentro con Fernando de la Rúa en la Casa Rosada le pedí que hubiera un debate ampliado sobre este tema y él estuvo de acuerdo. Esto requería más tiempo, el tiempo de la democracia y creo que esto tiene que ver no sólo con el funcionamiento que debe darse la Alianza, y que está pendiente porque está funcionando como si fuera un solo partido político, vertical. Si sería así, hubiéramos sido radicales desde hace cien años o permaneceríamos en el PJ. Creo que una alianza por definición incluye a dirigentes de diferentes partidos políticos y sectores sociales, merecemos entonces una discusión distinta. Algunos tienen que acostumbrarse a que respeten estas diferencias, no sólo como regla interna de la Alianza, porque además agrega un mayor grado de deliberación en la sociedad para que nos ayude a pensar que hay otros caminos al de plegarnos a la voluntad de los más poderosos.

  --¿No es una traición de la Alianza el acordar con la CGT de Daer?

  --Nunca usaría la palabra traición. Pero creo que es un hecho desafortunado. Antes de acordar, el propio Ministerio de Trabajo se encargó de desprestigiar a la dirigencia sindical, aparte de que (Armando) Cavalieri o (Luis) Barrionuevo no necesitan de mucha ayuda. Quedó demostrado que fue un grave error. Se creyó que negociando con los que negoció el menemismo, y en torno de los mismos ejes, es decir cuotas de poder y con la cuota de los afiliados a las federaciones, se garantizaba el consenso y la aprobación del PJ. Fue un error estratégico importante.

  --¿Su posición le generó algún costo en su relación con Carlos Alvarez?

  --Debo decir con toda sinceridad que hace algunos meses que no tengo un diálogo cercano con Chacho. Supongo que se debe estrictamente a su responsabilidad como vicepresidente, porque nos conocemos desde hace tiempo, desde que él integraba el Grupo de los Ocho y nos acompañó a pelear contra la privatización de Aerolíneas Argentinas.


YA PELEAN MOYANO Y EL GOBIERNO
Sólo palabras bonitas

El subsecretario de Relaciones Laborales, Enrique Espínola Vera, dijo que el congreso de la CGT disidente "no existió" porque el Ministerio de Trabajo no fue notificado. La reacción llegó inmediatamente. El nuevo líder de la central de trabajadores, el camionero Hugo Moyano, aseguró que el funcionario "vive en un termo o en una nube de mal olor" al desconocer el encuentro del sindicalismo peronista.

  Por otra parte, Moyano --ante el rumor de que él estaría dispuesto a tomar por asalto la histórica sede de la CGT de la calle Azopardo 802-- aclaró que "nosotros no entraremos por la fuerza al edificio porque tenemos la razón de nuestra legitimidad y será la Justicia la que decida sobre ese tema", dijo. El edificio está actualmente ocupado por los dialoguistas de la central obrera, al mando de Rodolfo Daer.

  En tanto, el presidente Fernando de la Rúa prefirió no intervenir en este cruce y se limitó a manifestar su "deseo" de que se alcance la unidad de los gremialistas. El titular del Ejecutivo nacional consideró que "es un grave error" la oposición a la reforma laboral de los "rebeldes" que lidera Moyano, "porque es para promover el empleo estable".

  De la Rúa explicó que "el Gobierno no quiere desarticular las organizaciones sindicales ni perjudicarlas. Sí permitir el progreso de las relaciones laborales y crear más empleo, y que ese empleo sea estable". En cuanto a la posibilidad de que los disidentes llamen a un paro, De la Rúa recordó que "no han dicho nada, que yo sepa, de un paro. Habrán hablado de posibilidades", y advirtió que "el país precisa, hoy más que nunca, del esfuerzo de todos sus hijos".

 

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