De
pronto, como si fuera algo novedoso, la economía quedó dividida en
dos: la vieja y la nueva. Esta es maníaca, aquella depresiva, según
la reciente caracterización que hizo David Ignatius en The Washington
Post. La antigua, sólida pero pesada, que en el mejor de los casos sólo
podría crecer lentamente, cotiza en Wall Street y conforma el índice
Dow Jones, que, salvo respingos, muestra señales de fatiga. La
moderna, inflada de alta tecnología, de expansión galopante, en la
que por ejemplo pululan las empresas de Internet, que valen miles de
millones pero carecen de todo activo tangible, es expresada por la
fantástica trepada del Nasdaq (que esta semana se tomó, sin embargo,
un inquietante respiro).
La clase de cosas
representadas por las acciones que se transan en el Nasdaq son
justamente las que la Argentina no produce. El país está concentrado
en eso que los administradores de fondos llaman despectivamente la
vieja economía, que crecerá vegetativamente o no crecerá nada. Esta
ruta de dos carriles, uno rápido y otro lento, embotellado, se
comporta igual en el comercio mundial. Las exportaciones que crecen
velozmente, portadoras de alta tecnología y mano de obra calificada,
o al menos con fuerte diferenciación de producto, no son las que
despacha la Argentina. Nunca tanto como ahora, el país está dedicado
a la clase de bienes que pierden peso en el comercio global. Es decir,
que cuesta cada vez más exportar.
Si es ésta la realidad, la guerra de subsidios con Brasil se
vuelve bastante absurda, porque a los brasileños no les va demasiado
mejor: tampoco ellos están en la cresta de la ola. Que la Argentina
sea el mayor mercado que consiguió Brasil para sus exportaciones
industriales exime de otros comentarios. El Mercosur en su conjunto
intenta prosperar por el carril lento y se ve sobrepasado por los bólidos
de la alta tecnología, de modo que la única perspectiva es que se
encarnicen sus disputas internas. Estas se trasplantan ahora adentro
de cada país, donde cada estado y cada provincia intenta entregar más
ventajas para apropiarse de las inversiones.
Para Hugo Nochteff, de
Flacso, la Argentina jugó a especializarse en los sectores más estáticos.
Por eso, la actual estructura del comercio exterior argentino no es sólo
fruto del tipo de cambio fijo y retrasado. Con aranceles de importación
casi planos (poca protección al valor agregado local), una aduana
perforada y ausencia de políticas industriales, el país se concentró
en sus ventajas naturales (agro y otras materias primas) o
artificiales (la producción de commodities --insumos--, con mucho
factor capital y poco factor trabajo, que fue ampliamente subsidiada
durante los años 80). Hay algo disparatado en esto de haber apostado
a industrias intensivas en capital (siderurgia, petroquímica y
otras), teniendo la Argentina una modesta tasa de ahorro (que es la
materia prima del capital) y una enorme deuda.
Estados Unidos está en el vértice
de la economía mundial porque marcha a la cabeza en las tecnologías
que más se expanden y más se aplican: telecomunicaciones,
microelectrónica, computación y nuevos materiales. La Argentina no
está en nada de eso, y quizás haya quedado definitivamente fuera de
su alcance. Pero Nochteff recuerda que de donde el país sí estaba
(maquinaria agrícola o química fina, por ejemplo) se fue saliendo:
"Preferimos exportar petróleo crudo, que encima es un recurso no
renovable", ironiza.
Horacio Rieznik no cree en
eso de las dos economías: "Lo que hay es avance tecnológico".
Este genera diferenciaciones de productos y servicios, lo que permite
mayores ganancias. En cambio, en la producción de commodities, por más
que en ella se apliquen los avances tecnológicos, lo único que
interesa es el costo. Como el precio está dado y hay muchos oferentes
de lo mismo, lo definitorio es si en el país se puede producir
rentablemente. Para Rieznik, la respuesta es que no. Sea por el
retraso cambiario, por la escasez y carestía del crédito, por la
falta de incentivos o porque la Aduana es un colador, el país no es
competitivo.
"El problema de un país
subdesarrollado como la Argentina --define-- no es sólo económico.
Todo está mal en él: la educación, la salud pública... No es que
seamos brillantes fabricando commodities u otras cosas, pero en las
restantes andamos flojos. Las cosas no funcionan como islas. La
Argentina anda mal en todo." Pero no cree que el retraso sea
irreversible. "En pocos años --ilustra-- pegamos en
telecomunicaciones un enorme salto, y pasamos a ser el país con más
cableado de fibra óptica en el mundo. Por tradición o por milagro,
la Argentina tuvo suficiente gente formada como para absorber el
cambio. En otros sitios no hubiese sido posible."
Bernardo Kosacoff, de Cepal,
explica que antes los países centrales importaban las materias
primas, producidas con bajos salarios, y los commodities industriales
porque escaseaba su oferta en el mundo. Hoy este patrón de comercio
ya no existe, y quien se concentre en esa clase de bienes deberá
venderlos a costo variable y con una tasa de ganancia que es a lo sumo
igual a la tasa de interés. En una palabra: con lo que hoy le vende
la Argentina al mundo no se puede ganar dinero ni generar empleo.
Quien realmente gana plata es el que se ubica en sectores donde otros
no pueden estar, porque mediante la investigación ha logrado poseer
activos de lo que nadie más dispone. El capitalismo siempre funcionó
así.
La pregunta es si la
Argentina puede invertir en investigación y desarrollo montos
suficientes (muchos miles de millones de dólares), cuando ésa es la
principal razón de la ola de gigantescas fusiones y adquisiciones en
los países centrales. De hecho, ni la Argentina, ni Brasil ni ningún
país de la región consiguió entrar en los sectores más
diferenciados. Para Kosacoff, lo sensato es abandonar la fantasía de
descubrir una nueva droga o diseñar un satélite, pero al menos
producir y exportar artículos de cuero con alto diseño, en vez de
seguir despachando cueros crudos, y todas las demás cosas por el
estilo.
¿Es ésta la estrategia de
especialización que adoptará el país? ¿Alguien está discutiendo
esta pequeña cuestión de a qué se dedicará la Argentina y, por
tanto, con quién se vinculará en el mundo? Sería bueno enterarse.
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