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TRATAN DE ENCONTRAR LA FÓRMULA QUE SALVE AL MERCOSUR
Qué difícil es reconciliarse

José Luis Machinea, ministro de Economía, en el centro de la pantalla del debate.

Tras la amenaza de Machinea de bajar el status del acuerdo a "zona  de libre comercio", se disparó un debate sobre cómo salvar la unión aduanera. Brasil propone un comité de solución de controversias.


Por Cledis Candelaresi
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Mientras el Gobierno argentino busca afanosamente alguna fórmula que le permita sostener el Mercosur, el de Brasil estudia la idea de conformar un comité de expertos que dirima las controversias, aparentemente insolubles. Entre los jueces sugeridos por el gobierno de Fernando Cardoso aparecen el economista Roberto Lavagna, el radical especializado en economía internacional, Carlos Pérez Llana, y el ex embajador brasileño en la Argentina, Thompson Flores. Quizás, a semejanza de lo que opinaron varios especialistas consultados ayer por Página/12, ellos tampoco suscribirían la idea de que el camino para preservar el bloque económico sea degradarlo de unión aduanera a zona de libre comercio, tal como insinuó José Luis Machinea. Fernando de la Rúa, ayer, intentó quitarle dramatismo al tema: "Vamos a encarar juntos la tarea de preservar el Mercosur", prometió.

  Mientras los socios principales pasan en limpio cómo están las cosas en el Mercosur, los entendidos en el tema --incluidas la diputada oficialista Beatriz Nofal y la secretaria de Industria, Débora Giorgi-- recomiendan proteger de algún modo a los sectores industriales más afectados por las asimetrías económicas entre las dos naciones.

  Federico Poli, economista de la UIA, asegura que los tratados de Asunción y de Ouro Preto permiten imponer salvaguardas intra Mercosur, si la competencia de un país resulta muy lesiva para el otro. En esto también coincide el ex funcionario justicialista Alejandro Mayoral, quien recomienda restringir el ingreso de productos subsidiados por Brasil. La propia Giorgi ayer sostuvo que el Gobierno estudia amparar a los sectores más vulnerables a esa competencia, del mismo modo que Nofal recomienda ayudar "en el corto plazo a los más sensibles".

  Otro punto de vista común es que, para que esta protección pueda ser planteada como un recurso transitorio y no fulmine la conformación del bloque, los gobiernos tienen que avanzar, simultáneamente, en la coordinación macroeconómica, emparentando sus políticas cambiarias y fiscales. Esto evitaría, entre otros males, la guerra de subsidios esbozada por la reciente decisión de Córdoba de darle una serie de prerrogativas fiscales a Volkswagen para que invierta en la provincia. Es lo que el consultor Raúl Ochoa describe como una "respuesta individual, por la falta de políticas activas de parte del Gobierno nacional".

  En realidad, los subsidios para atraer inversiones son un problema en ambos lados de la frontera. Para Brasil, porque al ser facultad de cada estado, las subvenciones generan competencia dentro del propio país. En el caso de la Argentina, porque no está en condiciones de resignar recaudación y porque, hasta el momento, las preferencias fiscales fueron otorgadas a empresas individuales (una automotriz, en Córdoba, o una productora de jeringas, en Buenos Aires), con el riesgo de generar una catarata de demandas de parte de otras empresas que estén en situación semejante.

  Nofal tiene una solución in mente, que suena casi utópica: sancionar en ambos países una ley de desarrollo regional que paute cómo y dónde pueden subsidiar los socios del bloque.

  Machinea sugirió que, en caso de que los problemas bilaterales resultaran insalvables, el Mercosur podría limitarse a ser una zona de libre comercio, lo que daría a sus socios la libertad de definir la política arancelaria, al menos en relación con otros países que no integran el bloque económico. Pero tampoco este parece un camino transitable.

  En primer lugar, para hacer esa reconversión habría que redefinir el Tratado de Asunción, que sentó las bases para una unión aduanera. Aun en el caso de que esto fuese viable, tampoco soluciona la disputa de inversiones y competencia de productos que existen en el interior del bloque. Finalmente, hay escollos políticos. De la Rúa y Cardoso deberían asumir el costo de anunciar la degradación de un bloque que logró inquietar a los Estados Unidos. Y semejante decisión también significaría dar marcha atrás en las negociaciones con la Unión Europea, cuyo encargado de los temas agrícolas llega a Buenos Aires el 3 de abril. Consciente de esto, Giorgi ayer aclaró que la intención oficial es "profundizar" y "reconvertir" el Mercosur, no diluirlo.

 

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