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INAUGURAN LA ESTATUA DE GARDEL Y UNA CALLE PEATONAL
El Morocho vuelve al Abasto

El monumento, aún tapado, será inaugurado con gran pompa el jueves.

Después de años de marchas y contramarchas, el próximo jueves será inaugurado el primer monumento de Carlos Gardel en la ciudad. Está emplazado en una flamante peatonal del Abasto.


Por Eduardo Videla
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Sesenta y cinco años después de Medellín, Carlos Gardel volverá al Abasto, el barrio que lo vio crecer. En verdad, ya está de vuelta, pero su cuerpo aún está cubierto por un lienzo, esperando el momento oportuno para reencontrarse con el barrio, tan cambiado. El reencuentro será el jueves próximo, cuando se descuelgue la tela y quede inaugurado el primer monumento al Zorzal emplazado en una calle porteña. Desde la esquina de Anchorena y el pasaje Carlos Gardel, los ojos de bronce del Morocho del Abasto verán entonces, de reojo, la prolijidad de un shopping en lugar de aquel trajinado mercado de frutas y verduras; una peatonal con banquitos, árboles y farolas donde estaba aquel oscuro pasaje empedrado, y un proyecto de restaurante para turistas justo donde se levantaba Chanta 4, un bodegón para los obreros del Abasto. El monumento, realizado por el artista plástico Mariano Pagés, será inaugurado por el presidente Fernando de la Rúa.

  No es fácil volver después de tanto tiempo. Lo saben bien los hombres de la Asociación de Amigos de la Academia Porteña del Lunfardo, que un día de julio del '94 tuvieron la idea de que la ciudad tenga su monumento a Gardel, además del que se levanta en el Cementerio de la Chacarita, cargado hoy de placas de agradecimientos y homenajes. Desde aquella idea pasaron seis años de trámites burocráticos y legislativos, cambios de lugar, recolección de fondos y otras gestiones.

  "Estaba almorzando aquel domingo cuando me llamó Marina Plebs, la bailarina de tango, para comentarme que un concejal quería trasladar la estatua de la Chacarita a la Plaza de la República. Nos pareció una barbaridad y, entre los dos, tuvimos la idea del monumento", comentó a Página/12 Enrique Schcolnik, presidente de la Asociación de Amigos. "Al día siguiente, armamos la comisión promotora", agregó.

  Habían elegido inicialmente un sitio en la plaza de Libertador y Tagle, donde a principios de siglo funcionó el Armenonville, el salón de baile inventado a imagen y semejanza de su homónimo, en París, sede de las fiestas con champán francés de los pitucos vernáculos, donde Gardel se lanzó a la fama con las canciones criollas que interpretaba en dúo con José Razzano.

  El Congreso aprobó la ley que autorizaba el monumento en ese sitio en agosto de 1995. "Pero un año después (el entonces jefe de gobierno), Fernando de la Rúa me llamó para decirme: `¿Y si lo ponemos en el Abasto? Mire que están arreglando todo'", relató Schcolnik. El barrio había sido descartado de entrada por la gente de la Asociación, espantada por el aire marginal que se había adueñado de la zona. Pero ahora las cosas habían cambiado.

  "Nos pareció que ese era el mejor lugar, era el barrio adonde llegó Gardel a vivir con su madre en 1893, cuando él tenía tres años. Aunque su casa quedaba a un par de cuadras de allí, en Jean Jaurès 735, él creció alrededor del mercado", dice Schcolnik.

  Hubo entonces que sancionar una nueva ley, que fue aprobada en enero de 1998. A partir de entonces comenzaron otros vaivenes, como dar con el escultor que se encargara de la obra. Uno quiso cobrar una exorbitancia sólo para hacer una maqueta de muestra. Otro tenía una estatua ya construida, pero la cedió ante una mejor oferta de enviados del presidente Carlos Menem, que la llevó de regalo en uno de sus viajes a Francia.

  Por fin, en diciembre del '98, el artista plástico Mariano Pagés aceptó hacer el monumento, sobre la fase de una foto tomada por la Paramount durante uno de los viajes del Zorzal para filmar en Nueva York: un Gardel de smoking, con los brazos cruzados y, como siempre, peinado a la gomina y sonriente.

  "En realidad, me trajeron varias fotos y trabajé a partir de todas ellas, para lograr un Gardel que es la suma de todos", explica Pagés a Página/12. El artista también se proveyó durante todo este tiempo de libros, revistas y CDs, "que volví a escuchar, aunque de otra manera, para tratar de llegar al alma de Gardel". "Porque la obra --aclara-- es, en definitiva, la expresión de lo que uno siente por lo que está haciendo."

  Moldeado primero en arcilla y confeccionado luego en bronce mediante el "sistema de la cera perdida", el Gardel de Pagés mide 2,40 metros de alto "porque el espacio que rodea a un monumento achica la figura y obliga siempre a hacer un tamaño mayor al natural". El artista usó 300 kilos de bronce, para lograr espesores que van desde los cinco a los 10 milímetros. Finalmente, el bronce fue patinado hasta obtener un leve tono "marrón dorado".

  Pero éstos son sólo datos técnicos. Para el artista, el producto fue "un  Gardel viviente, liviano --o poco cargado de retoques-- y que da una sensación de frescura". Con una mirada que, seguro, buscará antes a los vecinos del Abasto que a los nuevos signos de la modernidad.    

 

¿Hacia dónde mira Gardel?

Por E.V.
Para que Carlos Gardel tuviera su monumento, hubo que sortear obstáculos hasta el final: los ocasionales transeúntes que el jueves al mediodía transitaban por el Abasto fueron testigos de un debate que se prolongó durante casi dos horas, mientras se emplazaba al Zorzal de bronce sobre su pedestal de granito. La cuestión a resolver era: ¿hacia dónde debe mirar Gardel?  La gente de IRSA --dueños del Shopping Abasto-- opinaba que debía quedar de espaldas al reciclado centro comercial, tal vez con la idea de que en los millares de fotos que los turistas tomarán de aquí en más aparezcan los arcos del ex mercado. Otros pretendían que diera la espalda hacia la flamante peatonal, también construida por IRSA. Y el escultor Mariano Pagés sostenía que como fondo debía quedar la pared del ex bodegón Chanta 4, con la estatua mirando al sur para aprovechar mejor la iluminación de los rayos del sol.

  Los vecinos, parte interesada al fin, también quisieron aportar lo suyo. Como la mujer que intercedió para opinar, con justo derecho: "Yo quiero verlo de frente, cuando salgo de mi casa".

  Al final, hubo una salida negociada: el Gardel de bronce quedó levemente girado hacia el noreste, dejando casi conformes a todos.


Placas para agradecer

Por E.V. 
Fernando de la Rúa no sólo estará en la ceremonia inaugural. Su nombre figura en una de las cinco placas de bronce que acompañarán al monumento a Gardel. En la lista lo acompañará el jefe de Gobierno, Enrique Olivera, y los miembros de la comisión promonumento, encabezada por Enrique Schcolnik. En otra placa se agradecerá a las empresas a las que les interesó el proyecto e hicieron su aporte económico: IRSA, Banco Ciudad, Quilmes, Ford, Gillette, Telecom, Torneos y Competencias, Coto y el Citibank, entre otras. En total, los organizadores reunieron aportes por 120.000 pesos.

  Habrá otra placa para recordar a una Comisión de Homenaje nominada en el '94. Muchos de ellos, como Beba Bidart, Enrique Cadícamo, Osvaldo Pugliese y Tania, no llegaron a ver la obra terminada. También están en la lista Félix Luna, Ben Molar, Hermenegildo Sábat, Ariel Ramírez y René Favaloro, entre otros. Las placas estarán sólo virtualmente en la inauguración: se las verá pintadas en la tela que cubrirá las paredes del ex bodegón Chanta 4. 

 

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