Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


POLEMICA SOBRE LOS QUE SE ARMAN PARA DEFENDERSE DE LOS ROBOS
Un debate que disparó el ingeniero

Según las estadísticas del Renar, en 1999 se vendieron a particulares 60.000 armas, 16 mil más que el año anterior.

Horacio Feijoó acribilló a los ladrones que pretendían robarle el auto. Mató a uno e hirió a otro. Mientras hubo quienes aplaudían la actitud, el ministro del Interior advirtió sobre los riesgos de armarse y defenderse por sí mismo. Los expertos previenen que eso puede devenir en la "ley de la selva".


Por Cristian Alarcón
t.gif (862 bytes) 
Diez tiros fueron los que encendieron otra vez la polémica sobre el uso de armas como defensa ante los robos. Fueron los diez tiros disparados por el ingeniero Horacio Feijóo que logró con ellos matar a un ladrón y herir gravemente a otro, cuando el jueves quisieron robarle su Alfa Romeo. Bautizado y ensalzado ayer por la enorme mayoría de los conductores de radio y opinólogos televisivos como un "justiciero" --pero con una crisis de nervios y preocupado por el estado del delincuente todavía salvo-- generó una nueva vuelta de rosca en la ya remanida discusión sobre la seguridad. Desde los habituales podios de la opinión pública llovieron las posturas que avalan el armamentismo civil de quienes quieren combatir por mano propia a los delincuentes. Desde el Ministerio del Interior, Federico Storani salió al cruce recomendando a la población "no armarse porque se corre más riesgo". Página/12 consultó a cuatro expertos que coinciden en criticar la tendencia de "naturalizar la violencia" y el aval a la justicia por mano propia, bajo el imperio de la ley de la selva.

  "Recomendar que las personas se armen es el peor método de resolución de conflictos, esponsorear esto es propiciar una víctima más", sostiene Eugenio Freixas, director de la Oficina de Asistencia a la Víctima, de la Procuración General de la Nación. Freixas señala el "doble riesgo" al que se expone alguien como Feijóo: ser una víctima de las balas del asaltante y también ser un victimario sin ninguna causal de inimputabilidad por la legítima defensa prevista por el Código Penal para estos casos. No sólo "es probable que quien dispara no esté preparado al mismo nivel que los agresores" y así "errar y pegarle al escolar que está atrás, o creer que el tipo saca un arma y saca un encendedor, convirtiéndose así en un homicida". Freixas se refiere a que "puede cometer un error de apreciación" a la hora de gatillar, y de esa manera, en lugar de ejercer su derecho a defenderse, cometer un homicidio por el que podría quedar preso sin remedio, aunque su víctima haya sido un verdadero ladrón.

  El caso del hombre que por error mató a su madre al ver en la sombra que caminaba por su jardín a un enemigo, o del militar que mató a un sobrino, resultan apenas ilustrativos de los errores fatales en que pueden caer quienes tienen armas en sus casas. Para el camarista y criminólogo Luis Niño, "sería un dato importante conocer cuántos errores se han cometido matando a un pariente, a un vecino, a un vendedor ambulante", de manera que el discurso dominante según el cual no hay alternativas pueda ser contrapuesto con los costados menos publicitarios de estos casos. "No se puede exacerbar el deseo de justicia por mano propia porque esto es el fracaso de una sociedad civilizada que acude a las agencias de control social formal para dirimir sus problemas", opina el juez y apunta que

"esto no significa que ante determinados contextos de absoluta necesidad un individuo no pueda defenderse legítimamente".

  Para que la agresión de un ciudadano armado a otro sea legítima, la ley --el inciso 6º del artículo 34 del Código Penal-- dicta que debe existir necesidad de impedir una agresión, falta de provocación por parte del que se defiende y "necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler esa agresión". Niño recuerda el ejemplo clásico que aporta la doctrina jurídica alemana: el de un discapacitado que cuida una frutería armado con una escopeta y que al pasar un ratero y robarle una manzana lo mata de un tiro. En ese caso existirían las primeras dos condiciones, pero no la que advierte sobre la racionalidad. Esa racionalidad de la necesidad --de disparar-- implica ponderar los bienes jurídicos que están en juego. "Si están atentando contra la propiedad privada exclusivamente eso no justifica eliminar a una persona, porque el valor de la vida humana está por encima", explica Niño.

   "No creo que estemos hablando de justicieros sino de una "respuesta" defensiva que está en función de una ausencia puntual del Estado en el control de la violencia", apunta el sociólogo Juan Pegoraro, director de la revista Delito y Sociedad, para quien "llevar armas cuando la delincuencia está tan decidida a tirar, es lo menos recomendable. Hay que estar loco en este momento para exponerse así". Más allá de la recomendación, Pegoraro señala que las situaciones como las protagonizadas por Feijóo "tienen sintonía con este clima social y un discurso brutalmente constitutivo de un enemigo" que se repite a diario. Pegoraro recuerda el axioma según el cual al enemigo, ni olvido ni perdón. "El enemigo no tiene garantías, no lo ampara la Constitución porque, larvadamente, se ha declarado la guerra a la delincuencia tal como alguna vez se hizo con la guerrilla para exterminar personas".  Vaccaro certifica el proceso creciente de "naturalización de la violencia" con el cual "se pierde siempre de vista que hay algo más que el cuerpo amenazante que se percibe ante un ladrón". Pegoraro asegura que a esta negación de la condición humana del "enemigo" se suma que "hay tanta desintegración social que es impensable que el que está al lado ayude porque el liberalismo caló muy fuerte en el salvarse individual como única alternativa".

  "En la legitimación de esto --sostiene Freixas-- juegan un papel preponderante los medios que han alentado estas situaciones asegurando que el individuo víctima de un robo está solo porque los jueces, los fiscales, el Estado no sirven. Es peligroso que no aparezcan las voces que digan que esto es una locura con una especie de silencio cómplice." Especializada también en la atención de víctimas, la psicóloga Sonia Vaccaro asegura que en los casos de justicia por mano propia "las causas, como todo lo que se produce en un ser humano, son múltiples: la situación del momento, los traumas que acarrea la persona, y el ambiente social del momento". En ese sentido Vaccaro considera que "se ha instalado la idea de que esto es o ellos o nosotros" como si el delito terminara porque se armen los buenos de un lado y los malos de otro, que es prácticamente una guerra civil".

  El "ambiente social" del que habla Vaccaro está cruzado de mensajes. El camarista Niño se manifiesta "alertado por el manejo perverso de ciertos operadores que encontraron la veta de hacer rating estimulando los ángulos más perversos de la sociedad". Niño se refiere no sólo al regodeo sino también a la construcción de sentido que esto implica. "Ayudan a construir una realidad en la cual se añade a la inseguridad propia de cualquier sociedad en crisis, un margen fantasmagórico en el que juegan impulsos inconscientes: el temor a perder lo que se tiene. Se intuye que la gente busca esto pero en realidad se retroalimenta esa idea con los pocos oyentes que llaman. Se crea así un círculo vicioso, que quiérase o no provoca que la audiencia empiece a encontrar naturales determinadas reacciones". Niño invoca a lo que en términos del Cabildo abierto criollo era "la parte sana de la población". Se refiere a "ciertos periodistas y políticos que para hacer campaña hacen base en la ley y el orden. Deberían  --dice-- hacer un autoanálisis preguntándose cuánto están poniendo de sí para que la violencia se multiplique y se retroalimente".

 

Las armas en danza

En los últimos tres años, el Renar emitió 309.720 permisos de tenencia de armas. La progresión fue en aumento: 71.883 en el '97; 99.710 en el '98. El resto, 138.127, fueron gestionadas durante el año pasado. Según las autoridades, el incremento no se debe a una psicosis desatada en la sociedad sino a que la estadística toma en cuenta los pedidos realizados durante el último reempadronamiento. Pero sin considerar los pedidos de tenencia sino las compras registradas, en 1999 60 mil armas pasaron a manos de particulares, 16 mil más que el año anterior.

  "Estamos en un país de relativo bajo índice de armas por habitante --sostuvo el director de Operaciones y Técnica Registral del Renar, Juan Carlos García Gutiérrez--. El 2,5 por ciento de la población está armado legalmente, contra el 4,8 en Estados Unidos". La tenencia sólo habilita a mantener el arma en el domicilio o lugares sin acceso público, y a transportarla sin munición. Cualquier persona puede solicitar la tenencia de un arma de uso civil. El trámite requiere el DNI, ser mayor a 21 años, el certificado de domicilio, ingresos legales, estado psicofísico bueno y haber sido aprobado por un instructor de tiro.

 

PRINCIPAL