Por Adriana Meyer
El
año pasado amagó con abandonar su puesto al frente del juzgado federal
7, pero se quedó. Adolfo Luis Bagnasco, 45 años, hincha fanático de
Lanús, juega con las palabras. Asegura que �al poder no le gusta un
Poder Judicial fuerte� y que �no hay que caer en la ingenuidad de
creer que los únicos malos son los jueces�. Es el más político de los
magistrados que habitan el edificio de la avenida Comodoro Py y cree que
las soluciones sociales pasan por la política, pero le molesta que
quienes la ejercen �diriman sus cuestiones utilizando los juzgados�.
Sin embargo, no quiere polemizar con el vicepresidente Carlos �Chacho�
Alvarez, quien criticó a uno de sus pares, quizás porque el magistrado
fue su alumno en un cursillo para dirigentes peronistas, realizado en los
80, en La Plata.
�¿Cómo tomaron los jueces la posibilidad de ser puestos en comisión?
�Nos parecía preocupante que propusieran un remedio utilizado por los
gobiernos autoritarios. Pero no nos sorprendió cuando De la Rúa lo
descartó porque sabíamos que es un hombre institucional, que conoce el
Poder Judicial mejor que los otros candidatos y sabe qué cosas molestan.
�Chacho Alvarez dijo que era paradójico que un juez que respondía a
Carlos Corach como Claudio Bonadío juzgue a Víctor Alderete. Y Carlos
Menem lo acusó de extorsionar a los jueces. ¿Cómo se sintieron ustedes?
�Hace poco una ministra del Ejecutivo dijo que seguramente fulano de tal
no va a ir preso porque el Poder Judicial siempre complica todo y exige
pruebas... Preocupa que personas de altísimo nivel de responsabilidad y
representatividad hagan juicios de la política en sectores ajenos a ella.
La Justicia en los últimos siete u ocho años se ha transformado en un
terreno donde los políticos dirimieron sus cuestiones.
�Alvarez había dicho también que las denuncias sobre la herencia
menemista serían entregadas a la Justicia, pero si esos jueces no
cumplían con su función, iban a ser denunciados ante el Consejo de la
Magistratura.
�No intento polemizar con Alvarez ni con nadie, pero creo que podría
llegar a tomarse como un condicionamiento. De todos modos, siempre que el
Poder Judicial no cumplió con su cometido ha sido denunciado. Dentro del
mismo Poder Judicial hay controles. Las decisiones de los jueces de
primera instancia siempre son apelables ante un tribunal superior. Nada de
lo que hacen los jueces está escondido o hecho en la pieza del fondo.
Además, el Poder Judicial es el que tiene más capacidad de
autodepuración.
�El vicepresidente fue más allá y se preguntó si los jueces iban a
actuar en forma independiente o mantendrían las viejas lealtades.
�Es un argumento fuerte de alto contenido político. Creo que tratar de
evaluar la gestión del gobierno anterior en la Justicia es un error. Si
uno quiere superarla, debe hacerlo desde lo político. Por otra parte,
para investigar los ilícitos no hace falta esperar un cambio de gobierno.
Ya hubo gente que fue presa. Y seguramente habrá más.
�Sin embargo hay una enorme expectativa por los resultados que muestre
la Justicia en los casos de corrupción.
�Creo que no existe esa presión, la gente ya nos estaba mirando desde
hace mucho tiempo. Es cierto que es más incómodo sentirse vigilado. Pero
al país le hace mejor que el Poder Judicial sea observado.
�Más allá de los llamados casos emblemáticos de Alderete y María
Julia, ¿será condenado alguno de los cientos de funcionarios que están
imputados?
�No creo que la sociedad mejore o se sienta más reconfortada porque
alguno vaya preso. Eso es minimizar el tema y sobredimensionar a esas
figuras. ¿Y qué pasa con los demás? ¿Tres casos emblemáticos
solucionan todo? Me parece que no.
�¿Es posible que alguno de ustedes decida meter presos a funcionarios
de la gestión anterior sólo para recuperar prestigio ante la sociedad?
�Perón decía que nadie se realiza en una comunidad que no se realiza.
Es muy difícil tener una actuación destacable en un poder altamente
desprestigiado. Es una quimera, una banalidad.
�Un juez federal se quejó de que antes los tildaban de menemistas, pero
ahora los llaman oficialistas, suponiendo que van a actuar según los
deseos del actual gobierno.
�Que el Poder Judicial es oficialista es una vieja rémora. Dicen que lo
que cambia es el poder, y los jueces siempre son adherentes al mismo. Pero
al poder en sí mismo no le gusta una Justicia fuerte, porque lo
controlaría. No caigamos en la ingenuidad de creer que los únicos malos
somos nosotros, los jueces. Hay que analizar que a partir del Pacto de
Olivos el Poder Judicial fue el más vapuleado porque no tiene defensa ni
representación en los sectores políticos. De ahí en más se ejerció un
trabajo sistemático de absoluta desacreditación, tanto por la política
oficialista como por la no oficialista. Decidieron plantear la batalla
acá porque no podemos contestar y si lo hacemos somos recusados. Y lo
digo porque me pasó. Cada vez que intenté ejercer mínimamente un
derecho de defensa fui recusado. Si hablamos por otra vía que no sean
nuestras sentencias, somos tildados de �mediáticos� con un tono harto
despectivo, como si dijeran �tilingos�.
�¿Existe una división entre los jueces �recién llegados�, algunos
de la mano del menemismo o del peronismo, y los de la �familia judicial�?
�Bueno, soy un juez peronista y llevo 26 años en esto así que soy la
combinación perfecta. No tengo problema con ninguno familiar... (se
ríe).
�¿La Justicia podría ser más independiente del poder político?
�El poder del Estado es uno solo y debe existir una relación entre el
Poder Ejecutivo y el Poder Judicial. Por eso hay un ministro de Justicia.
¿Usted se imagina un ministro de Salud no visitando los hospitales o un
ministro de Defensa que no recorra los cuarteles? No creo que haya
sucedido que venga el ministro y le diga al juez que salve a Juancito
porque es amigo y es puntero del barrio tal. Eso no pasa porque un
expediente no es un acto secreto, está altamente controlado. Esas cosas
saltarían, quedan escritas. Las cosas raras las ven muchos pares de ojos;
el compromiso y la exposición es muy alta. Lo que ocurre es que acá a
veces la clientela, por llamar de algún modo a las personas que asisten,
no queda conforme. Si a eso le agregamos el juego político y de
intereses, tenemos un coctel de alto voltaje. Con esto no quiero pintar un
edén, que somos todos buenos, todos santos ...
�... todos independientes ...
�Esto hay que mejorarlo. Hace diecisiete años que empezamos a vivir de
nuevo en democracia. Todos tenemos que aprender. Los periodistas a hacer
buenos diarios. Los jueces a hacer mejores sentencias. Pero yo hago una
ponderación favorable. Vamos en un buen camino.
�Le voy a dar un ejemplo que ocurrió en este edificio: los abogados de
dos socios de una ex funcionaria imputados en un caso de corrupción
visitaron a un juez para pedirle que no se desprenda de la causa porque
preferían que él se ocupara del destino de sus clientes.
�Los imputados que pertenecen al poder político tienen derecho a
defensa, tienen sus abogados que piden entrevistas con los jueces y este
gobierno de la democracia ha permitido que atendamos mucho más a los
abogados. El hecho que menciona puede ser veraz, puede darse. Pero muchos
abogados que salen de los despachos de los jueces son grandes vendedores
de humo que dicen tener todo arreglado y después nada es como dijeron.
�¿Los grupos económicos también presionan?
�Y también hay un fuerte contenido de fantasía. Acá se manejan
intereses, acá nadie está distraído. Pero yo no recibo presiones de
ninguna índole.
�¿Nunca las recibió?
�Me preguntaron si ahora se respiraba mejor aire y dije que siempre
respiré perfecto. Ni era una víctima antes y ahora soy libre ni
viceversa.
�¿Cómo es la relación de este gobierno con ustedes?
�Sigue siendo una buena relación. El presidente de la Nación y el
ministro Gil Lavedra son muy buenos conocedores de este sistema. �¿Los
jueces de la servilleta no quedaron señalados como un símbolo de la
manipulación de la Justicia?
�El tema de la servilleta es muy simpático. Fue una lucha. Nunca
existió. Fue una discusión política entre dos ministros. Quedó
instalado en la sociedad y la víctima era el Poder Judicial.
�Más bien ustedes, los jueces federales.
�Claro. Lo gracioso es que entrábamos y salíamos (de la servilleta)
según nuestras resoluciones. Yo estuve algún tiempo afuera hasta que
tomé una resolución y pasé a estar adentro.
�¿La Corte fue adicta al menemismo?
�No soy quien para juzgarlo. Según lo que se ha publicado, pareciera
que sí, pero según lo que yo he visto cuando trabajé allí no es tan
así.
�¿Cómo evalúa el desempeño del Consejo de la Magistratura?
�Considero que se está excediendo en sus funciones. El Consejo está
dentro del Poder Judicial cuya cabeza es la Corte. Creo que habría que
dejarlo sólo para la designación y remoción de los magistrados.
Además, instalamos que el Poder Judicial es ineficaz y el Consejo
finalmente se nutrió con sus cuadros. Entonces, ¿somos malos o somos
buenos?
�¿Qué opinión tiene de la creación de la Oficina Anticorrupción?
�Ojalá no sea utilizada políticamente en el peor sentido del término.
No quiero desvalorizar el concepto del político ni de la política porque
creo que las soluciones van a venir de allí.
Patrimonio y profesión
�¿Su patrimonio se incrementó desde que es juez federal?
�Me investigó la DGI en forma secreta por la denuncia de una
persona que tenía sus facultades mentales alteradas. Luego me
investigó la Justicia por la denuncia de una agrupación
universitaria que no pudo aportar ninguna prueba y fui sobreseído en
forma definitiva.
�¿Se va a quedar en la Justicia?
�Por ahora sí.
�Sin embargo Mariano Cavagna Martínez le ofreció trabajo en su
estudio. �Tengo una larga amistad con él, su padre conocía a mi
padre. Me hizo saber que abría un estudio encabezado por él y que si
yo alguna vez quería ejercer la profesión como abogado tenía un
espacio para trabajar allí. Fue una gentileza más que ha tenido el
doctor conmigo.
�¿Lo tentaron desde la Alianza o el peronismo con algún cargo?
�Lamentablemente no (emite una sonora carcajada). Nunca me
ofrecieron nada.
�¿Y usted hubiera aspirado a ocupar algún puesto?
�Sí, como digo siempre, como presidente del Club Lanús (vuelve a
reírse). En serio, por ahora estoy cómodo acá y si algún día
decido irme me voy a trabajar como abogado y punto. |
La cuestión de la policía
�El tema de las mayores o menores facultades para la policía,
entendiendo por esto la posibilidad de interrogar, es una cuestión
pequeñísima. Lamento que se debatan horas por ese tema�, dice
Bagnasco mientras atiende las indicaciones del fotógrafo.
�Pero lo que se debate es la vuelta de la llamada mano dura y de los
excesos policiales ya conocidos...
�(interrumpe) Si aumentamos el control jurisdiccional del expediente
se acabó el interrogatorio. El juez y el fiscal deben manejar
el expediente. Si el policía logra obtener la declaración es
valioso. Pero no discutamos pequeñeces. En Buenos Aires se secuestran
300 gramos de droga cada quincena. Por un cigarrillo de marihuana
fumado en una plaza entran cinco personas a una comisaría. Un tercio
de las causas de drogas no se pueden cuantificar y hay que plancharlas
porque no dan para la muestra química. ¿Esa es la lucha seria que
hacemos?
�¿Qué es lo que hay que cambiar entonces? ¿Las leyes? ¿Las
penas?
�Tenemos que ser mejores, más serios, más inteligentes. Si
cambiamos las leyes sin infraestructura no sirve para nada. Hay que
dar el debate sin golpes de efecto. Si seguimos planteándonos qué
valor le damos a lo que hace el policía que está arriesgando su vida
al detener una persona le faltamos el respeto al policía, a la gente
y al sistema. |
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