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PRIMEROS BALANCES DE LA GESTION DE LA RUA
los 100 dias

Es la barrera mágica, el fin de la luna de miel. El Presidente la pasa hoy y Página/12 reunió opiniones desde dentro y desde fuera del Gobierno. La divisoria es bastante previsible: la oposición habla de créditos malgastados y desilusión, el oficialismo del comienzo de una gestión y de la herencia.


* Jorge Yoma *

Más desigualdades

  "Creo que el Gobierno malgastó el crédito que la sociedad le dio en estos cien primeros días. En vez de aprovechar el tremendo poder político con el que cuenta un presidente al comienzo de su mandato para corregir y cambiar los aspectos negativos de lo que ellos llamaban en la campaña electoral `el modelo de exclusión social', utilizaron los cien días para profundizar esas desigualdades. Como prueba de ello está el impuestazo, el pacto fiscal de la Nación y las provincias, el presupuesto 2000, etc. Desde el punto de vista institucional, lo más bochornoso es el acuerdo del Senado al ascenso de los militares cuestionados por violaciones de derechos humanos. Espero que el Gobierno se dé cuenta y comience a tomar medidas que tengan que ver con lo que prometieron antes de asumir. Incluso una de sus principales banderas, que era la lucha contra la corrupción, tuvo grandes claudicaciones. Por ejemplo, el acuerdo del ministro de Infraestructura, Nicolás Gallo, con las empresas concesionarias de peaje, por el cual les reconoce una deuda trucha e inflada de 250 millones de dólares. Supuestamente es a cambio de que las empresas bajan el 8% de las tarifas, creo que es desproporcionado con lo que entregó a cambio el Estado. Otra claudicación es el proyecto para entregar el crédito fiscal del Estado a los bancos y a los estudios jurídicos. Creo que, si el Gobierno no cambia rápidamente, corre el riesgo de ver erosionar su base de sustentación política y eso es muy riesgoso. Algunos hombres y mujeres del Gobierno se dan cuenta de esto. Me refiero a políticos como Elisa Carrió, Federico Storani o Chacho Alvarez. Confío en que ellos van a tener el poder y la valentía política de corregir este rumbo."

* Senador (PJ)

Alicia Castro *
No alcanzó el tiempo

  "Los problemas que el menemismo profundizó en diez años no pueden resolverse en cien días de gobierno de la Alianza. Es forzado hacer un balance a este corto tiempo porque sería prematuro. Lo que todos estamos esperando, con optimismo y confianza, es un paquete de medidas activas para reactivar las PyMES, para dar créditos que favorezcan las economías regionales, para abaratar los servicios públicos. Esta aún pendiente el análisis de la situación del desempleo para saber cómo el nuevo gobierno piensa solucionarlo. Creo que si logramos modificar el desacierto de haber negociado con los actores sindicales incorrectos --los sectores menemistas prebendarios--, podemos llamar a un gran pacto nacional de solidaridad y desarrollo donde estén todos los actores sociales tras un objetivo consensuado: combatir la exclusión social."

* Diputada (Alianza)

 Julio Bárbaro *
Sobriedad y escepticismo

  "En los primeros cien días el Gobierno demostró sobriedad y voluntad de dar otra imagen de la relación entre el gobernante y la sociedad, pero no fue capaz de devolverles a los argentinos la esperanza en un futuro mejor. Hasta el momento, el Gobierno no impuso nuevos paradigmas en una sociedad que está marcada por el escepticismo. Personalmente considero que la Alianza le dio una gran importancia a la ética pero no tuvo en claro que lo que la Argentina necesitaba era una reformulación del modelo.

Creo que la sociedad puso de su parte más expectativa que lo que el Gobierno respondió en términos de imaginación y capacidad creadora. Si la concepción de gobierno que se vio hasta ahora es, en definitiva, la que se tiene sobre las necesidades de nuestra sociedad, resulta una voluntad débil frente a una crisis muy profunda. Hasta ahora, la gente se conforma con la superación del grotesco del gobierno anterior, pero desde ahora en más va a empezar a exigir medidas que le devuelvan la imagen de una sociedad donde el Estado es capaz de volver a integrar a los distintos sectores que han sido marginados en los últimos diez años. Hasta hoy hay más modificaciones de forma que de contenido. Si la Alianza no produce grandes cambios en su creatividad política, va a ser difícil que pueda mantener el consenso del que hoy todavía goza."

* Militante justicialista

Por Guillermo Francos*
Empieza el malhumor
 

"La cuenta regresiva ha comenzado. A De la Rúa no le va a alcanzar con los altos índices de imagen positiva. Esto se está acabando. El crecimiento del malhumor social va a deteriorar la imagen del presidente. Se está instalando con fuerza un malhumor social progresivo. La gente tiene buena imagen de De la Rúa y una mala imagen de la situación que está atravesando cada argentino en particular. Parece un poco incoherente, pero se debe a que el gobierno recién se está instalando. La sociedad entiende eso, por eso es más tolerante. Pero en los últimos días se ha empezado a notar malhumor, producto de la sensación de `parate económico'. Esto fue causado por las equivocaciones del gobierno y va a terminar afectando su imagen. Todavía estamos dentro del período de los 100 días, cuando hay más tolerancia. En una situación de crisis, un hombre con austeridad, transparencia y honestidad es más tolerado. Eso lo captó y capitalizó De la Rúa."

* (Diputado nacional por Acción por la República)

Por Rosendo Fraga*
La elección 

  "El crédito inicial que la sociedad le otorgó a Alfonsín no duró un año. Ya a fines del '84 la economía generaba malestar y fue el lanzamiento del plan Austral en mayo del '85 lo que le permitió recuperar la popularidad. Con Menem, el crédito inicial duró seis meses. La hiperinflación del verano del '90 lo afectó y recién se recuperó en los primeros meses del '91 con el lanzamiento de la convertibilidad. En el caso de De la Rúa, recién se han cumplido tres meses de su gestión. La elección del jefe de gobierno del 7 de mayo jugará un papel importante: prolongará o acotará el crédito inicial a favor de De la Rúa. Una derrota de la Alianza precipitará el final de la buena imagen. Una victoria prolongará el crédito por lo menos hasta fin de año. De la Rúa siempre ha tenido la capacidad política para lograr que la opinión pública lo justifique frente a los problemas. Los tres años y medio que se desempeñó como jefe de gobierno mostraron que muchos de los problemas, como la controversia sobre el Código de Convivencia, no afectaron su imagen. Así fue como De la Rúa mantenía muy buena imagen como jefe de gobierno mientras que la Legislatura porteña tenía 30 puntos menos de imagen positiva que el jefe de gobierno.

Hoy la opinión pública es bastante escéptica. No cree que los cambios políticos puedan resolver sus problemas cotidianos. Este escepticismo favorece a De la Rúa: prolonga el crédito inicial por las bajas expectativas existentes. El último mes de gobierno mostró que la austeridad por sí sola no resuelve los problemas. Ello implica que el crédito será limitado. En conclusión, De la Rúa tiene margen para prolongar el crédito inicial, pero el resultado de la elección de la Capital puede reducir o ampliar dicho margen".

* (Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría)

Por Armando Caro Figueroa*
El crédito-esperanza

  "El Presidente todavía tiene un margen mayor pero algunas áreas y algunos ministros, sobre todo en el área social, no se mueven nada, después de todo lo que dijeron durante la campaña. Hasta ahora el crédito ha sido una esperanza abierta en la voluntad del gobierno de cambiar las cosas. El gobierno ha aprovechado parcialmente el crédito: tomó medidas acertadas pero también cometió errores, como aumentar los impuestos. La Alianza prometió abatir el desempleo, reconstruir la seguridad pública y reflotar las economías regionales. Pero las economías regionales están peor que antes, el desempleo está tan alto como hace 90 días y la reactivación volvió a frenarse. Hace falta que el gobierno demuestre capacidad de liderazgo, para hacer prevalecer el interés general sobre los intereses corporativos. El gobierno debería tener una estrategia frente a Brasil pero todavía no la tiene. Está abusando de los despidos en el sector público. Esos despidos no son producto del saneamiento estatal sino con intereses de los aparatos partidarios. La gente todavía tiene esperanzas en el presidente, pero se va volviendo cada vez más exigente. De la Rúa es que logró ejemplificar un cambio de estilo de gobierno: sobriedad y rigor. Un trimestre más es un plazo suficiente para que el gobierno muestre resultados positivos que se correspondan con las promesas electorales".

* (Ex-ministro de Trabajo, dirigente de Acción por la República

 

OPINION
Por Ricardo Sidicaro *

Recuerdos y agenda intermedia

   La Alianza y su gobierno se benefician del fresco recuerdo de los elencos y del estilo menemistas. Como en un espejo invertido, en los altos funcionarios actuales es fácil reconocer los comportamientos propios de las repúblicas democráticas normales. Las transgresiones en gestos y palabras de la anterior administración fueron una ostentación de poder que terminó hiriendo a buena parte de la ciudadanía, incluidos no pocos de sus votantes. El crédito que la opinión pública le ha otorgado a la nueva gestión encuentra en ese pasado inmediato una de sus causas. Pero la memoria social puede ser frágil para esos sucesos recientes, si se tiene en cuenta que tenemos almacenados recuerdos y monstruosidades tan horribles como las que dejó la dictadura militar. No sería raro que en un tiempo se olviden las "anécdotas" menemistas y muchos se pregunten qué cargo ocupó el comodoro o el general Pi.

  Sin embargo, sería equivocado suponer que el apoyo al nuevo gobierno proviene sólo de una comparación ventajosa. De la Rúa y sus equipos han roto con una tradición discursiva que creía y hacía creer que el país tenía un único, central y principal problema e invocaba dicotomías simples y afectivamente convocantes: democracia o autoritarismo, liberación o dependencia, industrialización o estancamiento, estado o mercado, u otras de similares connotaciones dramáticas que identificaron a las últimas presidencias civiles.

  Nunca antes un gobierno había abierto una agenda intermedia tan abundante y sin aplanar todo remitiéndolo a un problema central o articulador mágico, cuya superación traería la solución definitiva de todos los males. La simpatía que la administración de la Alianza despierta en la sociedad viene, a mi modo de ver, de la cercanía que esa agenda intermedia tiene con los problemas reales y concretos de la vida cotidiana de la gran mayoría de las personas. Esa estrategia, seguramente, molestará a los buscadores de emociones auditivas, a los "intelectuales" de los grandes dilemas, a los cultores de las dicotomías fundamentales.

  Pero las adhesiones ganadas en la sociedad por la nueva manera de exponer la agenda obligan al Gobierno a mostrar en plazos breves mejoras en cada una de las cuestiones planteadas y, lo que no es menos importante, saber explicar los obstáculos que encuentre en los diversos ámbitos en los que se propuso actuar. Amplios sectores de la sociedad argentina se han convertido en reflexivos de la vida política, social y económica y sus expectativas difícilmente puedan ser satisfechas con frases y promesas. La confianza en el gobierno actual se va a jugar en un futuro inmediato en sus realizaciones, y en ese sentido la agenda intermedia por él anunciada habrá contribuido a mejorar las exigencias y las evaluaciones de la ciudadanía. El peor error que podrían cometer quienes hoy están en el gobierno es creer que las palabras podrían sustituir a las cosas, o que los hechos, incluidos los impedimentos, las equivocaciones y los efectos no previstos de la propia acción no deben ser explicados.

  No cabe duda de que los primeros cien días ayudaron a restablecer la confianza en las instituciones democráticas argentinas y que la agenda intermedia ha tenido como consecuencia estimulante devolver protagonismo a la política y a sus debates.

 * Sociólogo.

OPINION
Por Marcelo Stubrin

La etapa de lanzamiento

Los cien días que pasaron son la plataforma de lanzamiento para los cien días que vendrán. Esta idea responde a la actitud de un gobierno que trabaja para resolver los problemas centrales de la crisis, que luce una actitud laboriosa y valiente frente a las cuestiones principales, que obtuvo altas calificaciones en el manejo de los conflictos de la transición política, que superó el síndrome de la ingobernabilidad mientras desgranó con rapidez un repertorio de iniciativas amplias y oportunas. Sin embargo, mientras los analistas se visten con traje de examinadores y conjeturan sobre el tiempo de gracia, la impaciencia de la sociedad y otras yerbas, corren el riesgo de perder de vista lo principal: Ninguna política del presidente De la Rúa optimiza el presente comprometiendo o sacrificando el futuro.

  Esta sí es una diferencia relevante con el régimen político desplazado el 10 de diciembre. Una diferencia con la administración de Menem en su totalidad, incluyendo a Beliz, Cavallo, Ruckauf, y las infinitas versiones del ejercicio del poder que conocimos en la década. Ellos pensaron en las demandas de cada semana y edificaron un Frankenstein que desaprovechó las extraordinarias oportunidades de mitad de los 90 mientras se agudizaban los problemas estructurales (pobreza, desocupación, desmantelamiento industrial), la debilidad externa en su aspecto financiero (deuda) y comercial (se importa mucho y caro mientras se exporta poco y barato), y la crisis de financiamiento de la nación, las provincias y los municipios.

  En cien días se instaló la agenda, en los que vienen hay que ponerla en funcionamiento con aportes concretos de todos los sectores sociales, partidos políticos y grupos de interés. La austeridad del gasto público para evitar el déficit galopante está en el presupuesto, las medidas efectivas para  derrotar la evasión y el contrabando están en marcha y sus resultados permitirán bajar los impuestos y hacer más equitativo el esfuerzo. Las medidas anticorrupción incorporadas a la gestión del gobierno disminuyen la incertidumbre de la relación de los particulares y el Estado y alientan inversiones.

  El respeto internacional a la seriedad de la política económica ha disminuido la tasa de interés que pagamos por la deuda, y una leve tendencia al abaratamiento de los costos financieros obedece a que el Estado no es un tomador de fondos indiscriminados. La reforma laboral es una oportunidad para que sindicatos y empleadores encuentren, mediante la libre negociación, nuevas herramientas para aumentar el empleo y la productividad. La carpa blanca se fue y empezó el debate sobre el modo de mejorar la calidad de la educación, sobre las estrategias escolares eficientes para formar personas libres y equipadas con los conocimientos necesarios para enfrentar el mundo que vivimos.

  El gasto en salud y las demás políticas sociales empiezan a llegar a sus destinatarios por su condición de ciudadanos, sin mediaciones perversas de dirigentes sindicales o caciques políticos. La seguridad pública se está defendiendo con honradez en la gestión de las agencias estatales competentes, ya sean policiales, judiciales o penitenciarias. Quienes no sean creíbles en la derrota de los grandes delitos como el terrorismo, la corrupción, el tráfico de estupefacientes, el contrabando, el lavado de dinero o el tráfico de niños, jamás serán exitosos en la lucha contra el delito que afecta de manera directa la seguridad de los ciudadanos. Esta breve nota no constituye un balance, trata de ser una propuesta sobre el tono del debate que nos permitirá aprovechar al máximo los cien días por venir.

* Diputado nacional, UCR.

 

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