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Justicia de locos

Un hombre se demanda a sí mismo. Un �surfer� enjuicia a otro por robarle una ola. Una novia litiga a su ex por dejarla. La industria de juicios ridículos en EE.UU. derivó en que la gente se organizara para defenderse... de la Justicia.

Accidente: Una mujer mata a un hombre con su auto y es ella quien demanda a la familia de la víctima por el daño emocional sufrido al ver morir al accidentado.

George Michael, demandado por el policía que lo detuvo en un baño.


Página/12 En EE.UU.
Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York

t.gif (862 bytes) En Estados Unidos, la industria de los juicios ha alcanzado tal paroxismo que hay quien llegó al extremo de demandarse a sí mismo. Y esto no es una exageración sino apenas una variación un poco más ingeniosa en la interminable serie de avivadas de aquellos litigantes que a expensas de una presa pretenden hacerse ricos de la noche a la mañana con juicios insólitos. En esa línea, el cantante George Michael se convirtió otra vez en víctima del policía que lo detuvo aquella famosa vez en un baño público cuando hacía lo suyo con otro hombre. En esa oportunidad lo llevó preso; ahora lo demanda, ofendido porque en una entrevista relató el episodio en tono jocoso. Y el policía considera que su actuación fue muy seria. El aluvión de juicios y las condenas millonarias derivaron en que la gente se organizara para protegerse de los litigantes, y por qué no de la propia Justicia. Bajo el nombre de Ciudadanos contra el Abuso en la Demanda, una entidad ya tiene 10.000 miembros preocupados en terminar como víctimas, pero de los Tribunales.
En el curioso caso del autodemandado, fue un pillo que ya se encontraba detrás de rejas quien decidió iniciarse juicio por la bonita suma de cinco millones de dólares. Argumentó que debía indemnizarse porque había violado sus propios derechos civiles con una conducta delictiva que había provocado su arresto. Alegando también que era insolvente pues estaba en la cárcel, el preso caradura �pero nada tonto� exigió al Estado que pagase por él la jugosa deuda que aducía tener consigo mismo. No logró, sin embargo, convencer al juez de su peculiar identidad de delincuente y víctima y el magistrado desestimó el caso por �frívolo�.
Ridículos, estrafalarios, arbitrarios son algunos de los calificativos útiles para describir la multitud de juicios por motivos insignificantes o inventados que, día a día, por no decir hora a hora, pueblan las salas tribunalicias y engordan los bolsillos de los abogados con suculentos honorarios. Se calcula que la industria de la disputa en los juzgados civiles representa aproximadamente 2,5 por ciento del Producto Bruto Nacional, equivalente a unos 150 mil millones de dólares.
Los ejemplos proliferan, a cual más disparatado:
  Una mujer atropella y mata a un hombre con su auto y es ella quien, disgustada, demanda a la familia de la víctima por el daño emocional sufrido al ver morir al accidentado.
  Un estudiante de Idaho se asoma riesgosamente a la ventana de su habitación en un dormitorio de universidad, se cae y le inicia juicio a la universidad por no haberle advertido sobre �los peligros de vivir en un cuarto piso�.
  Un surfer demanda a otro por haberle �quitado la ola�, pero la demanda no progresa porque resulta imposible establecer el costo económico �de la pena y el sufrimiento provocado� al ver a alguien apropiarse de la ola �que le correspondía a uno�.
La fiebre de demandar puede convertirse en un hábito, como comprarse zapatos en cada estación del año. En San Francisco, una mujer ostenta uno de los records más altos de demandas. En 18 años inició 30 juicios, incluyendo dos por resbalones y caídas, uno porque alguien le pisó un pie con un carrito del supermercado, seis por lo que ella entendió que eran agresiones a su persona, y uno contra la Asociación de Abogados de California por haberle causado �estrés emocional� cuando la bocharon dos veces en los exámenes para recibirse de abogada. Su frustración es entendible: el mundo de las leyes se ha perdido una abogada que litigaría con celo furioso e incomparable.
Audacia y cancelación del sentido común es todo lo que se necesita para hacer juicio y obtener compensaciones económicas exorbitantes. Si a uno lehan �colgado la galleta�, como se suele decir, y la pareja rompe el compromiso sentimental, el damnificado o la damnificada puede demandar al �ex� y consolarse de la desilusión con varios miles de dólares, inclusive cientos de miles. Esto es precisamente lo que hizo una dama que demandó al ex novio por haber terminado la relación después de un compromiso de siete semanas. El jurado estableció que el ex novio debía indemnizar a la mujer con 178.000 dólares, divididos así: 93.000 dólares por la pena y el sufrimiento padecidos, 60.000 dólares por haber perdido la entrada económica de su práctica legal y 25.000 dólares para pagar al terapeuta o �asistencia psicológica�.
�¿Una indemnización de más de cien mil dólares? Parece poco comparada con los cinco mil millones de dólares (repito, cinco mil millones), que recientemente un jurado de Los Angeles ordenó pagar a la parte que perdió. Que se castigue con cifras tan descomunales a un demandado en un juicio civil confirma que la situación está totalmente fuera de control�, dijo Anthony Bell, vocero de Ciudadanos contra el Abuso en la Demanda (Citizens Against Lawsuit Abuse), una organización de base con sede en California que cuenta con 10.000 miembros entre los que figuran �dueños de pequeñas empresas, abogados, contribuyentes y familias de trabajadores que están hartos de pagar el costo altísimo de los juicios�.
El problema de la demanda delirante tiene dos vertientes. �Una es la económica. Los productos y servicios están encarecidos por un impuesto a la demanda, que en el caso de California es del 18 por ciento. Y ni qué hablar de lo que se paga en ciertas áreas por temor a los juicios, como ocurre con los servicios de salud, espantosamente caros por los seguros que necesitan los profesionales para cubrirse de los juicios por mala práctica�, comentó Bell a Página/12.
Y el conflicto también puede ser analizado desde una óptica moral. �La sociedad norteamericana cree en el trabajo. Si se demanda para extraer dinero, o quizá deberíamos decir sustraer, en vez de pedir una legítima compensación cuando hay un problema legítimo, estamos subvirtiendo principios básicos de nuestra sociedad�, sostuvo el vocero de CALA, organización que en su página en Internet destaca que no tiene ninguna vinculación �con las compañías de seguros ni con las grandes empresas�, que podrían querer evitar los juicios.
¿Cómo se llegó a esta situación que linda con el desmadre? �En Estados Unidos tenemos los llamados grupos de intereses especiales, que presionan y persuaden a los legisladores para que sancionen leyes favorables a ellos. En California, el grupo de interés más grande es el de los abogados que hacen práctica civil. Tienen dinero y hacen contribuciones a las campañas de los políticos para conseguir lo que quieren. Son ellos los que desean mantener este statu quo.�
Aunque Bell puntualiza que CALA está integrado por miembros de ambos partidos, republicanos y demócratas �con sentimientos e ideas muy fuertes sobre este tema�, reconoce que no es errada la percepción de que los abogados amantes de las demandas se inclinan por el Partido Demócrata.
Bell señala que si bien esta proliferación de demandas caprichosas nunca sería justificable, podría ser tolerable �mínimamente� si sirviese para incrementar los niveles de seguridad. �Pero ocurre lo contrario. Los fabricantes no mejoran la seguridad de los productos porque temen que les hagan juicio por daños reales o imaginarios de los productos previos que no tenían esas mejoras.�
CALA propone una serie de reformas, como facilitar la participación de los ciudadanos en los jurados y reducir las comisiones de los abogados. Tiene una página en Internet, publica un boletín en el que puede leerse �las demandas locas del mes� (ver recuadro) y entrega guías a los jurados para que impongan indemnizaciones razonables como castigo. �En Texas, donde fue fundada la organización, se hizo una reforma al sistema dejuicio civiles y la situación es decididamente mejor. Si se terminó con la locura de los litigios en un Estado, significa que todo el país tiene posibilidades de volverse cuerdo�, subraya Bell.


Pleiteros cazafortunas

Con sus atractivas cuentas de banco millonarias, las celebridades son blancos codiciados por los cazafortunas que hacen demandas. Aquí, algunos casos:
  El comediante y animador Jay Leno, famoso en Estados Unidos por un programa nocturno que conduce, suele arrojar remeras al público que presencia el show. Uno de los asistentes demandó a Leno argumentando que una de las T-shirts le había golpeado un ojo.
  La modelo negra Naomi Campbell, famosa por su mal carácter, fue demandada por una secretaria que exigió de la bella un millón de dólares por considerarse víctima de �abuso verbal�.
  Una asistente de George Scott demandó al actor por la friolera de tres millones de dólares. Lo acusa de �acoso sexual�, pese a sus casi 80 años. La asistente dijo que con ese dinero pensaba pagarse la universidad.
  Un policía demandó al cantante George Michael por diez millones de dólares. Sostuvo que Michael se había �burlado� de él al contar en una entrevista el episodio cuando fue detenido en un baño público.

Los mejores casos del mes

El grupo Ciudadanos contra el Abuso en la Demanda publica un boletín donde mensualmente informa sobre �las demandas locas del mes�. Estas tres corresponden a enero:
  Un californiano inició un juicio por negligencia contra el hotel Hilton de Las Vegas y el hotel Mandalay Bay. Stephen Roel, un conocido jugador, acusó a los casinos de los dos hoteles porque borracho perdió un millón de dólares al apostar �irracional y erráticamente�. Roel quiere recuperar el dinero que perdió, la anulación de la deuda que dejó pendiente y una indemnización por daños y perjuicios.
  El parque de diversiones Busch Gardens en Florida puso un límite a la cantidad de premios, generalmente juguetes de paño, que la gente puede ganar. Herman James, visitante frecuente del parque, solía ganar tantos premios que los revendía. Como el parque limita ahora los premios a diez por año por persona, James le está haciendo juicio.
  Una mujer que llevó a su nieta a una casa �embrujada� en un parque de diversiones de Universal Studio en Florida ha hecho una demanda por �perturbación emocional�. La mujer sostiene que sintió demasiado miedo dentro de la casa y que su actual desequilibrio fue provocado por los propietarios del parque.

 

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