Página/12 En EE.UU.
Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York
En
Estados Unidos, la industria de los juicios ha alcanzado tal paroxismo que
hay quien llegó al extremo de demandarse a sí mismo. Y esto no es una
exageración sino apenas una variación un poco más ingeniosa en la
interminable serie de avivadas de aquellos litigantes que a expensas de
una presa pretenden hacerse ricos de la noche a la mañana con juicios
insólitos. En esa línea, el cantante George Michael se convirtió otra
vez en víctima del policía que lo detuvo aquella famosa vez en un baño
público cuando hacía lo suyo con otro hombre. En esa oportunidad lo
llevó preso; ahora lo demanda, ofendido porque en una entrevista relató
el episodio en tono jocoso. Y el policía considera que su actuación fue
muy seria. El aluvión de juicios y las condenas millonarias derivaron en
que la gente se organizara para protegerse de los litigantes, y por qué
no de la propia Justicia. Bajo el nombre de Ciudadanos contra el Abuso en
la Demanda, una entidad ya tiene 10.000 miembros preocupados en terminar
como víctimas, pero de los Tribunales.
En el curioso caso del autodemandado, fue un pillo que ya se encontraba
detrás de rejas quien decidió iniciarse juicio por la bonita suma de
cinco millones de dólares. Argumentó que debía indemnizarse porque
había violado sus propios derechos civiles con una conducta delictiva que
había provocado su arresto. Alegando también que era insolvente pues
estaba en la cárcel, el preso caradura �pero nada tonto� exigió al
Estado que pagase por él la jugosa deuda que aducía tener consigo mismo.
No logró, sin embargo, convencer al juez de su peculiar identidad de
delincuente y víctima y el magistrado desestimó el caso por �frívolo�.
Ridículos, estrafalarios, arbitrarios son algunos de los calificativos
útiles para describir la multitud de juicios por motivos insignificantes
o inventados que, día a día, por no decir hora a hora, pueblan las salas
tribunalicias y engordan los bolsillos de los abogados con suculentos
honorarios. Se calcula que la industria de la disputa en los juzgados
civiles representa aproximadamente 2,5 por ciento del Producto Bruto
Nacional, equivalente a unos 150 mil millones de dólares.
Los ejemplos proliferan, a cual más disparatado:
Una mujer
atropella y mata a un hombre con su auto y es ella quien, disgustada,
demanda a la familia de la víctima por el daño emocional sufrido al ver
morir al accidentado.
Un estudiante
de Idaho se asoma riesgosamente a la ventana de su habitación en un
dormitorio de universidad, se cae y le inicia juicio a la universidad por
no haberle advertido sobre �los peligros de vivir en un cuarto piso�.
Un surfer
demanda a otro por haberle �quitado la ola�, pero la demanda no
progresa porque resulta imposible establecer el costo económico �de la
pena y el sufrimiento provocado� al ver a alguien apropiarse de la ola
�que le correspondía a uno�.
La fiebre de demandar puede convertirse en un hábito, como comprarse
zapatos en cada estación del año. En San Francisco, una mujer ostenta
uno de los records más altos de demandas. En 18 años inició 30 juicios,
incluyendo dos por resbalones y caídas, uno porque alguien le pisó un
pie con un carrito del supermercado, seis por lo que ella entendió que
eran agresiones a su persona, y uno contra la Asociación de Abogados de
California por haberle causado �estrés emocional� cuando la bocharon
dos veces en los exámenes para recibirse de abogada. Su frustración es
entendible: el mundo de las leyes se ha perdido una abogada que litigaría
con celo furioso e incomparable.
Audacia y cancelación del sentido común es todo lo que se necesita para
hacer juicio y obtener compensaciones económicas exorbitantes. Si a uno
lehan �colgado la galleta�, como se suele decir, y la pareja rompe el
compromiso sentimental, el damnificado o la damnificada puede demandar al
�ex� y consolarse de la desilusión con varios miles de dólares,
inclusive cientos de miles. Esto es precisamente lo que hizo una dama que
demandó al ex novio por haber terminado la relación después de un
compromiso de siete semanas. El jurado estableció que el ex novio debía
indemnizar a la mujer con 178.000 dólares, divididos así: 93.000
dólares por la pena y el sufrimiento padecidos, 60.000 dólares por haber
perdido la entrada económica de su práctica legal y 25.000 dólares para
pagar al terapeuta o �asistencia psicológica�.
�¿Una indemnización de más de cien mil dólares? Parece poco
comparada con los cinco mil millones de dólares (repito, cinco mil
millones), que recientemente un jurado de Los Angeles ordenó pagar a la
parte que perdió. Que se castigue con cifras tan descomunales a un
demandado en un juicio civil confirma que la situación está totalmente
fuera de control�, dijo Anthony Bell, vocero de Ciudadanos contra el
Abuso en la Demanda (Citizens Against Lawsuit Abuse), una organización de
base con sede en California que cuenta con 10.000 miembros entre los que
figuran �dueños de pequeñas empresas, abogados, contribuyentes y
familias de trabajadores que están hartos de pagar el costo altísimo de
los juicios�.
El problema de la demanda delirante tiene dos vertientes. �Una es la
económica. Los productos y servicios están encarecidos por un impuesto a
la demanda, que en el caso de California es del 18 por ciento. Y ni qué
hablar de lo que se paga en ciertas áreas por temor a los juicios, como
ocurre con los servicios de salud, espantosamente caros por los seguros
que necesitan los profesionales para cubrirse de los juicios por mala
práctica�, comentó Bell a Página/12.
Y el conflicto también puede ser analizado desde una óptica moral. �La
sociedad norteamericana cree en el trabajo. Si se demanda para extraer
dinero, o quizá deberíamos decir sustraer, en vez de pedir una legítima
compensación cuando hay un problema legítimo, estamos subvirtiendo
principios básicos de nuestra sociedad�, sostuvo el vocero de CALA,
organización que en su página en Internet destaca que no tiene ninguna
vinculación �con las compañías de seguros ni con las grandes empresas�,
que podrían querer evitar los juicios.
¿Cómo se llegó a esta situación que linda con el desmadre? �En
Estados Unidos tenemos los llamados grupos de intereses especiales, que
presionan y persuaden a los legisladores para que sancionen leyes
favorables a ellos. En California, el grupo de interés más grande es el
de los abogados que hacen práctica civil. Tienen dinero y hacen
contribuciones a las campañas de los políticos para conseguir lo que
quieren. Son ellos los que desean mantener este statu quo.�
Aunque Bell puntualiza que CALA está integrado por miembros de ambos
partidos, republicanos y demócratas �con sentimientos e ideas muy
fuertes sobre este tema�, reconoce que no es errada la percepción de
que los abogados amantes de las demandas se inclinan por el Partido
Demócrata.
Bell señala que si bien esta proliferación de demandas caprichosas nunca
sería justificable, podría ser tolerable �mínimamente� si sirviese
para incrementar los niveles de seguridad. �Pero ocurre lo contrario.
Los fabricantes no mejoran la seguridad de los productos porque temen que
les hagan juicio por daños reales o imaginarios de los productos previos
que no tenían esas mejoras.�
CALA propone una serie de reformas, como facilitar la participación de
los ciudadanos en los jurados y reducir las comisiones de los abogados.
Tiene una página en Internet, publica un boletín en el que puede leerse
�las demandas locas del mes� (ver recuadro) y entrega guías a los
jurados para que impongan indemnizaciones razonables como castigo. �En
Texas, donde fue fundada la organización, se hizo una reforma al sistema
dejuicio civiles y la situación es decididamente mejor. Si se terminó
con la locura de los litigios en un Estado, significa que todo el país
tiene posibilidades de volverse cuerdo�, subraya Bell.
Pleiteros cazafortunas
Con sus atractivas cuentas de banco millonarias, las celebridades
son blancos codiciados por los cazafortunas que hacen demandas. Aquí,
algunos casos:
El
comediante y animador Jay Leno, famoso en Estados Unidos por un
programa nocturno que conduce, suele arrojar remeras al público que
presencia el show. Uno de los asistentes demandó a Leno argumentando
que una de las T-shirts le había golpeado un ojo.
La modelo
negra Naomi Campbell, famosa por su mal carácter, fue demandada por
una secretaria que exigió de la bella un millón de dólares por
considerarse víctima de �abuso verbal�.
Una
asistente de George Scott demandó al actor por la friolera de tres
millones de dólares. Lo acusa de �acoso sexual�, pese a sus casi
80 años. La asistente dijo que con ese dinero pensaba pagarse la
universidad.
Un
policía demandó al cantante George Michael por diez millones de
dólares. Sostuvo que Michael se había �burlado� de él al contar
en una entrevista el episodio cuando fue detenido en un baño
público. |
Los mejores casos del mes
El grupo Ciudadanos contra el Abuso en la Demanda publica un boletín
donde mensualmente informa sobre �las demandas locas del mes�.
Estas tres corresponden a enero:
Un
californiano inició un juicio por negligencia contra el hotel Hilton
de Las Vegas y el hotel Mandalay Bay. Stephen Roel, un conocido
jugador, acusó a los casinos de los dos hoteles porque borracho
perdió un millón de dólares al apostar �irracional y
erráticamente�. Roel quiere recuperar el dinero que perdió, la
anulación de la deuda que dejó pendiente y una indemnización por
daños y perjuicios.
El parque
de diversiones Busch Gardens en Florida puso un límite a la cantidad
de premios, generalmente juguetes de paño, que la gente puede ganar.
Herman James, visitante frecuente del parque, solía ganar tantos
premios que los revendía. Como el parque limita ahora los premios a
diez por año por persona, James le está haciendo juicio.
Una mujer
que llevó a su nieta a una casa �embrujada� en un parque de
diversiones de Universal Studio en Florida ha hecho una demanda por
�perturbación emocional�. La mujer sostiene que sintió demasiado
miedo dentro de la casa y que su actual desequilibrio fue provocado
por los propietarios del parque. |
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