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Por Gabriel Alejandro Uriarte Esto significa guerra. Y una que podría confrontar a dos de las
mayores potencias nucleares del
mundo: China y Estados Unidos. Al menos, ésa es hipótesis por la que
ayer la comunidad internacional centró obsesivamente su atención en la
victoria que Chen Shui-Bien logró en las elecciones presidenciales de
Taiwan. A nivel interno, su victoria significó que el partido Kuomintang
(KMT) perderá el dominio total sobre el Ejecutivo de la isla, que ejerció
desde 1949. Pero eso es lo menos. Es que quien rompió ese monopolio es un
"independentista". Es decir, alguien dispuesto a acabar con la
cortés ficción de que sólo existe "una China", de la cual
Taiwan es parte indivisible. Pekín amenazó esta semana con
"derramar sangre" si la perspectiva de la reunificación se
viera eliminada. Ayer, ante un hecho consumado, el gobierno chino afirmó
que "esperaría a oír las palabras" del presidente electo. Las
que éste pronunció en su discurso de victoria no pudieron resultar muy
agradables para Pekín: Chen rechazó el concepto de "una China"
y subrayó que Taiwan era "independiente y soberana".
La victoria de Chen ayer puede considerarse una anomalía, dado que
se debió en gran parte a la división del electorado del KMT. Pero la
historia de 51 años de su país podría verse de hecho como una constante
anomalía. La historia de Taiwan como tal comenzó en 1949 cuando Chiang
Kai-Shek y miles de sus seguidores del nacionalista KMT se refugiaron allí
luego de su derrota ante los comunistas en la guerra civil china. Estados
Unidos salvaguardó a quienes habían sido sus protegidos en esa guerra
civil, lo que garantizó que el avance comunista no llegaría a la isla.
Chiang declaró la ley marcial apenas llegó y purgó brutalmente a los
disidentes políticos. Siempre tuvo la esperanza de que algún día
reconquistaría China continental. La esperanza no era tan disparatada
como parece ahora. Tras la intervención china en la guerra de Corea,
Chiang contempló un retorno a Pekín de mano del ejército
norteamericano. Se decepcionó. Por el resto de su larga vida, Chiang
consolidó su control sobre la isla, concentrando el poder económico y
político en el KMT. Su hijo lo sucedió en 1975 e inició un período de
reforma. En 1987 levantó la ley marcial. Cuando murió en 1988, el actual
presidente saliente Lee Teng-Hui ocupó su lugar y siguió la reforma. En
1996 convocó a las primeras elecciones presidenciales libres del país.
El mismo se presentó como candidato por el KMT.
Fue en ese momento que China comenzó a irrumpir muy fuertemente en
la vida política de la isla. Pekín había obtenido en 1971 el asiento
chino en el Consejo de Seguridad que antes ocupaba la República China (el
Taiwan de Chiang Kai-Shek). También logró que la mayor parte de la
comunidad internacional reconociera el principio de "una China".
Pero la isla seguía resistiendo (merced al apoyo de Estados Unidos) la
reunificación. Su creciente éxito económico (que actualmente significa
un PBI per cápita de 16.000 dólares) no auguraba bien para una futura
reunificación. Tampoco lo hacía la creciente democratización de la
isla, la cual antes estaba bajo una virtual ocupación armada del KMT.
Para colmo, Lee era visto como un "independentista" del KMT. Esa
definición no es redundante. Existe una corriente importante entre los
muchos chinos expatriados del KMT en pos de establecer una unión de algún
tipo con China. Pero la inclinación de Lee iba en dirección contraria.
Por lo tanto, el gobierno chino dejó entender que elegirlo significaría
guerra. Unos días antes de los comicios el Ejército Popular de Liberación
(EPL) subrayó la amenaza al disparar dos misiles balísticos contra aguas
territoriales taiwanesas. Pero el tiro les salió por la culata. Lee fue
elegido por una mayoría abrumadora.
El round entre ambos países que se jugó ayer en las urnas
taiwanesas fue similar, si bien más complejo. Lo complejo se debió a
que, a diferencia de 1996, el "independentismo" y el KMT
aparecieron en listas distintas. El ganador, Chen Shiu-Bian del Partido
Demócrata Progresivo (PDP), fue siempre un opositor del KMT. Ya en 1996
triunfó en tomar la alcaldía de la capital Taipei. Esa elección
prefiguró su victoria presidencial, ya que en ambos casos se debió a una
división del KMT. Ayer, el electorado nacionalista se partió entre el
insurgente James Soong (que salió a menos de tres puntos de Chen) y el
gris oficialista Lien Chan. Ambos eran moderados hacia China, pero Soong más
que nadie. Durante su campaña habló de firmar un tratado de no-agresión
con Pekín. Esa moderación impulsó, se rumoreó, a que el mismo
presidente Lee apoyara secretamente a Chen. Sea como sea, la división del
KMT podría ser permanente: Soong confirmó ayer que fundará un nuevo
partido aparte del KMT.
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