|
La fecha continuó anoche con un partido que resultó insólito. Seis goles, algunos de ellos increíbles, un árbitro improvisado porque el principal se lesionó antes de los diez minutos y un marcador cambiante para 90 minutos de fútbol de poco lustre pero de gran dramatismo. Premio para Argentinos a su constancia que sirve para cortar la racha de derrotas consecutivas. Castigo para Vélez que no supo �liquidar� el pleito después de haber levantado una desventaja de dos goles. La primera perla fue la lesión de Villarreal. En el medio de la cancha sintió un tirón en el muslo y después de unos minutos de asistencia tuvo que dejar la cancha. El silbato lo tomó el asistente Abraham Serrano y a la raya fue el cuarto árbitro. Serrano y sus ayudantes cometieron errores, dos de ellos claves en el desarrollo del partido: hubo offside de Sánchez en el segundo gol de Argentinos, no fue corner de Cogliandro, sino que Bardaro la había sacado afuera, en la jugada desde donde llegó el descuento de Vélez. Pero, así y todo la buena voluntad de los jugadores pasó por alto esos yerros. Después de todo, los árbitros �habituales� suelen hacer cosas peores cada domingo. El partido era de Vélez. Por actitud, porque tiene mejores jugadores, porque es más experimentado. Los pibes de Argentinos a duras penas sostenían el cero en su arco. Husaín, Bardaro, Morigi, Castromán y hasta un tiro libre de Chilavert fueron las claras situaciones del local desperdiciadas. Aunque Vélez dominaba, atrás era un flan. Defendía mal, se escalonaba mal y nunca salía jugando por abajo, todo a puro rechazo y pelotazo. Entonces, entre lo que se perdía Vélez y lo que amagaba Argentinos (tuvo dos claritas) se veía venir lo que sucede en estos casos. Que se ponga en ventaja el que menos lo merece. Schiavi encontró un rebote a la salida de un corner y remató. La pelota pasó entre decenas de piernas y se coló entra las de Chilavert. Para sorpresa, ya había suficiente en Vélez, pero en el minuto siguiente los pibes de Chiche Sosa hicieron una gran jugada de contraataque �offside de Sánchez� y Sandoval fusiló al paraguayo para poner un 2-0 tan injusto como absurdo. Para cualquier equipo esa diferencia puede ser decisiva. Pero Vélez, pese a sus errores, a la falta de jerarquía, aún conserva cierto fuego sagrado para repechar cuestas. Y Argentinos, poblado de veinteañeros, no tiene la solidez necesaria para aguantar ningún resultado. Llegó entonces ese corner fantasma y de la esquina el rechazo defectuoso de De la Vega, el posible foul de Domínguez, dos piques de la pelota y el ingreso al arco pese al rechazo tardío de Plaza. Hecho el descuento, el empate se veía venir. La vieja fórmula, centro de tiro libre de Chilavert, cabezazo de Camps, volvió a funcionar. Y como pareciera estar escrito en este tipo departido, llegó el tercero tras gran jugada de Darío Husaín �estupendo segundo tiempo� y gran definición de Morigi. Entonces se invirtieron los roles. El que debía �dormir� y esperar era Vélez, pero no supo hacerlo. Se tiró atrás, perdió la pelota y en un centro cruzado Schiavi quedó solo para fusilar otra vez a Chilavert y cerrar una noche rara, rarísima.
|