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--¿Cómo es pasar del
radicalismo a un partido de derecha?
--Yo creo que hay
circunstancias que en este momento, históricamente, están más allá de
las izquierdas y de las derechas. Están juntos López Murphy y Aníbal
Ibarra; Rodríguez Giavarini y Graciela Fernández Meijide; Llach y
Zaffaroni. En Encuentro por la Ciudad ocurre lo mismo. Lo que la gente
busca son personas con trayectoria, personas que sepan organizarse, armar
equipos y hacer aquello que prometen.
--¿No
le incomoda que en la lista haya tantos peronistas, que históricamente
fueron sus adversarios? Hay ocho entre los primeros veinticinco. Amén de
Beliz, Cavallo y Enrique Rodríguez, que fueron ministros del menemismo.
--No,
para nada. No me importa compartir la lista con peronistas. A mí me
interesa la calidad de las personas.
Cuando yo encabecé la otra lista puse, sí, una serie de
condiciones en cuanto a aquellos que debían integrarla. Y estas
condiciones tenían que ver con su trayectoria democrática, con su
compromiso de trabajo y trata de que se evitara el punterismo, el
clientelismo, el amiguismo. Con el tiempo me castigaron porque exigí
idoneidad para la designación de los cargos y hechos de corrupción.
Entonces dije basta. Y renuncié a la UCR.
--Eso
fue en junio del '99. ¿A quién votó en las elecciones presidenciales de
octubre?
--Voté
a la Alianza. Yo lo decía. Decía que la mejor opción en ese momento era
la Alianza aunque más no sea por la necesidad de alternancia dentro del
sistema democrático.
--¿Y
no pensó en Cavallo en ese momento?
--Siempre
tuve un enorme respeto por Cavallo y siempre se lo expresé a él. Pero,
bueno, en las últimas elecciones tal cual él mismo lo expresaba, su
candidatura era testimonial.
--Cuando
usted renunció al radicalismo, su bloque la acusó de estar resentida
"porque nunca ocupó espacios de poder". También la criticaron
porque mientras usted cuestionaba al radicalismo por hechos de corrupción,
había nombrado en la Legislatura a su hija.
--Si
yo hubiera querido ocupar más espacios de poder, me callaba la boca,
cerraba los ojos. Mucho más, sabiendo como todos sabíamos y como expresé
en la renuncia, que el doctor De la Rúa iba a ser el próximo presidente.
En segundo lugar, yo había designado, sí, como asistente, a una de mis
hijas y bueno, cuando hubo el cuestionamiento que hubo, ella
inmediatamente renunció, no estuvo más de dos meses. Creo que aprendí
yo, aprendió ella y aprendió la gente. Sin embargo, fue éste el único
caso de renuncia, porque en la Legislatura hay enorme cantidad de
familiares.
--¿Alguna
vez se sintió discriminada por ser mujer en la política? --Sí. Las mujeres, si bien estamos ocupando cantidad de espacios en la vida pública en general, todavía seguimos siendo discriminadas en todos los sectores y fundamentalmente en el ámbito de lo político, que es quizá el más masculino de la vida pública. Es difícil para las mujeres que no estamos dispuestas a subordinarnos ni a masculinizarnos. Yo aplico un dicho que me acompaña desde mi infancia: "Paciencia para aguantar las cosas que no se pueden cambiar, fuerza para cambiar las que sí, y sabiduría para distinguir entre las dos situaciones".
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