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El suceso, ocurrido el lunes,
sigue conmocionando a los fueguinos que, en petit comité, especulan sobre
las relaciones que unen a los propietarios de la planta con altas
autoridades provinciales. Ceferino Guerra, relatan, está casado con
Gloria Martínez (de Guerra), secretaria privada del gobernador. Por otra
parte, agregan al elaborar ese parentesco, el subsecretario de Relaciones
Institucionales del gobernador Manfredotti, Eduardo Ibarra, es, al mismo
tiempo, su sobrino y cuñado de Guerra.
Ingeniería Fueguina o Ingeniería
Guerra --de las dos maneras es conocida la empresa-- se dedica desde hace
años a la realización de obras civiles que, en la zona, suelen requerir
de la utilización de explosivos dada la configuración rocosa del suelo.
No obstante, eso no alcanza a explicar el sospechado almacenamiento de
material sensible en el lugar. Se calcula que casi media tonelada de gelamón
fue comprada en la fábrica Explosivos Centro, de la localidad de Olavarría,
en la provincia de Buenos Aires, y retirada y trasladada por tierra hasta
Ushuaia por la transportista Pavlov. Lo curioso es que la "guía de
removida" --documentación que acompaña la carga certificando su
contenido-- declaraba que se trataba de matafuegos. Así, como matafuegos,
fue llevada la "gelamonita" (nitroglicerina diluida con otras
sustancias, que tiene la consistencia de la masilla), en un camión Volvo
que no reunía ninguna de las normas exigidas para el traslado de cargas
peligrosas. La legislación establece que el camión de transporte de
explosivos debe tener, entre otras medidas de seguridad, los laterales
blindados; carecer de techo para que, en caso de estallido, la onda
expansiva se oriente hacia arriba; debe tener doble piso para evitar
fricciones, descarga a tierra y los clásicos carteles con la identificación
especial de "Peligro. Explosivo". Para trayectos largos, el envío
debe hacerse por vía marítima y en barcos con una bodega especial.
Los explosivos, en este caso,
fueron manipulados como si, en efecto, se tratara de matafuegos. El chofer
del camión admitió haber visto que el lugar al que concurrió para
retirar la mercadería era un depósito de explosivos, pero negó estar en
conocimiento de lo que finalmente se cargó. Lo cierto es que entre el
contenido real y el declarado media una sustancial diferencia de precios
en cuanto a las condiciones del traslado. Página/12
realizó la consulta y pudo saber que el traslado de esa cantidad de
explosivos hubiera costado, a quien lo compró y contrató el servicio,
una suma superior a los 10 mil dólares, en tanto que el precio del flete
para cualquier otra mercadería no hubiese superado los 2 mil.
Este diario preguntó,
asimismo, a técnicos fueguinos, cuántos kilos de explosivos está
autorizada a almacenar una empresa comercial. "Ni uno", fue la
respuesta. Los técnicos explicaron también cuál es el procedimiento
posterior: arribada a puerto, la policía debe ser informada y es ella la
que supervisa su traspaso a un transporte especial y custodia el traslado
hasta el polvorín de la base, que expide un remito en el que consta el
tipo y la cantidad de explosivo en custodia. "Luego --señalaron--,
el comprador, con la declaración de cuánto se va a volar, retira la
cantidad necesaria con custodia policial. Finalmente, se inspecciona el
obrador para constatar que no quede material sobrante almacenado".
Para muchos en Tierra del
Fuego, los sucesos no sólo podrían poner en aprietos al poder político
local; demuestran que "acá, cualquiera compra explosivos, que
circulan por cualquier parte y de cualquier modo".
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