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INTERNET REVELA TODO SOBRE QUIENES LO USAN
Usted está siendo espiado

Hace poco, se reveló la existencia de una red de espionaje anglosajona llamada �Echelon� que, después de ser usada contra el bloque del Este en la Guerra Fría, es empleada ahora para espionaje industrial. Pero la cosa no acaba allí y, en el mismo momento que usted cliquea Internet para ver Página/12, lo están espiando.

Por Eduardo Febbro
Desde París

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El gesto menos inocente que existe es navegar en Internet, pagar con una tarjeta de crédito, hablar por teléfono con un celular y hasta usar la llave magnética que, a cambio de la antigua llave con el número de la habitación colgando de una pesada bola, dan ahora algunos hoteles internacionales. El último informe anual de la Comisión Nacional de Informática y libertades, la CNIL francesa, ofrece una apabulladora demostración de la multitud de �gestos inocentes� que quedan registrados para siempre y que pasan a constituir una suerte de gigantesco resumen de nuestros hábitos de ciudadanos. A la pregunta ¿hay que tenerles miedo a las huellas que dejamos distraídamente?, la CNIL responde con un gran sí. El informe de esta institución consultiva creada en Francia en enero de 1978 mediante una ley relativa a los ficheros y a la informática pone de relieve un fenómeno ya conocido, pero cuyas características han evolucionado con la multiplicación de las redes y los circuitos miniaturizados. Ya no se trata como antes del temor policial a que una persona se vea reducida a una mera ficha por los organismos del Estado. La CNIL comprueba que ahora la temática cambió de rumbo: gracias a las huellas que se dejan por todas partes, la psicosis del ciudadano que se cree espiado por los �servicios� es una realidad que desborda el estrictomarco policial para formar un impresionante sistema comercial en el que cada dato vale millones.

El organismo francés hace especial hincapié en el concepto de �huella�. Este sería la versión moderna de la �ficha policial�. La diferencia está en el dato que alguien recaba sobre nosotros para saber quién somos y qué hacemos y �los datos� que nosotros mismos regalamos a través de las huellas que imprimimos por todas partes sin saberlo. Michel Gentot, presidente de la Comisión Nacional de Informática y Libertades, dice al respecto que �hemos pasado de una problemática de ficheros a una problemática de huellas�. Los ejemplos presentados en el informe son numerosos y concentran todos los campos. El más simple es el de la Municipalidad de Grenoble, sur de Francia. El municipio pretendía usar el registro de estado civil de las personas para mandar cartas personalizadas en ocasión de los nacimientos, cumpleaños y muertes. La intención política es clara y además viola el principio según el cual las informaciones recopiladas en un fichero no pueden servir para otros fines que aquellos que motivaron la recopilación de la información. El ejemplo más complejo es de la empresa IBM. El gigante informático de la Gran Manzana �recopilaba� las informaciones personales de las personas que visitaban su sitio en Internet con la intención de venderles más tarde algún producto a través de la efímera galería comercial en línea Surf and Buy. Presionada por la CNIL, IBM tuvo que destruir sus ficheros. Sin embargo, el caso IBM y el del municipio de Grenoble ilustran cada uno a su manera la �cadena� que va de la ficha a la huella. Mucho más peligroso es la historia de un banco de Bretaña que constituía ficha de sus clientes con menciones como �simpático como una ostra�, o �gasta mucho, pero es comunicativo�. La queja de un cliente y el posterior trabajo de la comisión francesa terminaron con esa práctica.

Mucho más allá de la psicosis del ciudadano espiado, el trabajo del organismo francés detalla los dos grandes movimientos que se perfilan: el incremento de los ficheros privados, es decir, esas megabases con miles de informaciones personales que se pagan a precio de oro: y la multiplicación y el perfeccionamiento de los útiles informáticos y electrónicos que colectan y conservan la información. Estos van desde la carta de crédito, el teléfono celular, las llaves electrónicas, la inocente carta para pagar el café en el trabajo, la tarjeta de fidelidad con acumulación de puntos que �regalan� los supermercados a sus buenos clientes, la tarjeta de acceso a ciertos lugares, las computadoras y los microprocesadores dotados de una memoria espía. �Un simple clic en el ratón equivale a dejar su nombre y apellido�, comenta un periodista francés del mensual informático SVM. Todos esos datos acumulados representan una mina de interés para muchos sectores, sean la misma policía, las empresas de venta por correspondencia, los partidos políticos, el fisco, las compañías de teléfono, etc. 20 años después de su creación, la CNIL constata que en 1999 la protección de las informaciones personales se convirtió en uno de los ejes menos analizados de una suerte de guerra mundial donde hay dos polos. Por un lado el europeo y la reglamentación que prohíbe el intercambio de ficheros entre países sin un mínimo de reglas. Y por el otro EE.UU., donde las nociones de �libertad� y autocontrol dejan afuera toda posibilidad de reglamentación. Para tener una idea de la magnitud del tráfico mundial de informaciones personales, en Francia, el 82 por ciento de los sitios de la red difunden datos personales. El objetivo es simple: �conoce a tu posible cliente como a ti mismo�. La Comisión de Informática y Libertades percibe incluso �cierta inocencia� entre los usuarios de Internet y las asociaciones que pugnan por un descenso de las tarifas telefónicas, como si la libertad fuese sólo una cuestión de costo de la comunicación. La CNIL señala al respecto que esas �asociaciones pelean para que bajen los precios de las comunicaciones, pero no hacen nadacontra la venta o el tratamiento de las informaciones personales�. El último tragabobos son las compañías -.numerosas� que ofrecen un acceso gratuito a Internet. Los usuarios se abonan gratis y en masa como si no se dieran cuenta de que �detrás de la pantalla hay un tráfico de datos personales que sustenta la rentabilidad de la empresa�. El tema central del informe de la CNIL es precisamente ése: la comercialización de los ficheros constituidos por decenas de huellas dejadas en momentos y lugares diferentes. A título de demostración, la empresa norteamericana AOL (American on Line) multiplicó por cuatro sus ganancias en el sector �otros ingresos� gracias a la venta de los datos de sus clientes. Entre 1996 y 1998, la progresión de ese sector fue más fuerte que el de los abonos, que sólo se multiplicó por dos. Las fichas representan millones y millones de clientes potenciales a lo largo y lo ancho del planeta. Dos ejemplos más: la empresa Doubleclick, especializada en la publicidad por Internet, instala en la computadora de los viajeros virtuales un inocente cookie que recaba a lo largo del año todos los webs que visita. Así establece una suerte de cartografía de sus gustos que luego, con la acumulación de decenas de millones de direcciones, utiliza para mandar sobre la pantalla del computador conectado una publicidad �personal�. La empresa norteamericana Abacus, líder mundial del sector de las megabases, hace algo similar. Desde hace unos cuatro años se dedica a juntar todas las compras hechas por los clientes en las empresas de venta por correspondencia. Abecasus posee hoy una base detallada con informaciones de casi cien millones de personas.


HABLA EL ESPECIALISTA SERGE GAUTHRONET
�No se respeta casi nada�


Por E.F.
Desde París

El sociólogo Serge Gauthronet es uno de los especialistas europeos que más trabajaron estudiando el curioso derrotero que siguen los datos personales. Autor de un voluminoso informe encargado por la Comisión Europea sobre el problema que plantea la protección de las informaciones personales en el marco de los servicios en línea y en la sociedad, Gauthronet resta todo romanticismo libertario a la navegación en Internet. En estA entrevista detalla alguna de las prácticas más comunes.

�Usted demostró en su informe que la vida privada está más amenazada por los mercaderes en línea que por los servicios de policía. Su análisis es a la vez esclarecedor y terrorífico.

�La explosión de las redes mundiales es impresionante. Hay 30 millones de sitios en la red, 159 países y más de 125 millones de individuos conectados. Nunca se vio un crecimiento semejante. En ese contexto, la protección de los datos personales es un problema mayor, tanto por la magnitud del fenómeno, por el carácter de punta de la tecnología, como por la capacidad de las redes de penetrar incluso en los hogares. En medio de todo esto hay una ausencia total de principios normativos, generales, que regulen la circulación de la información y rijan la protección de los datos personales. El problema reside entonces en la multiplicidad de las huellas que se dejan. Si un tercero se propone poner en relación las informaciones dejadas por un individuo en Internet, lo que está haciendo es matar la libertad de que cuenta esa persona para distribuir su imagen como más le gusta o le conviene. Sin hablar de los problemas que esto puede causarle a una persona, que sea en su trabajo, en su banco o con susamigos. Los datos personales constituyen un mercado gigantesco que además está en plena expansión. Si Internet es el triunfo de la inteligencia y de la tecnología, también representa el triunfo del marketing. Las informaciones que dejan las personas que utilizan Internet tienen mucho valor. Sin ir más lejos, el valor bursátil de las empresas que operan en la red depende no sólo del número de personas que se conectan a una determinada dirección sino también de las informaciones que dejan.

�Aun no existe ningún tipo de lo que podría llamarse una ética de las redes.

�No, en efecto. Hay muchísimos sitios que no respetan para nada los principios que anuncian. Es preciso encontrar un punto intermedio entre la capacidad de los Estados para proteger las personas y la libre circulación de la información.

�Hay de hecho una oposición radical entre el sueño de Internet y su realidad actual.

�El espíritu comunitario de Internet sigue vigente en muchos casos, pero ahora existen nuevos actores cuyos objetivos comerciales se sitúan en la meta opuesta del espíritu comunitario de los pioneros.

 

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