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Javier Tizado, directivo de
Techint y a la vez presidente del Centro de Industriales Siderúrgicos,
trazó ayer un cuadro de situación en el mismo sentido, sumándose a las
voces que reclaman "medidas compensatorias" para la industria
que contrapesen las desventajas provocadas por la devaluación y los
subsidios en Brasil.
Desde la Unión Industrial
Argentina, en tanto, se observa que el defecto se encuentra en la falta de
coordinación de políticas macroeconómicas entre los países socios del
Mercosur. "La devaluación de enero de 1999 dejó al desnudo
falencias de instrumentación", comentó Osvaldo Rial, titular de la
UIA, "que si en ese momento no hubieran existido estaríamos hoy
avanzando en una integración mucho más armónica y efectiva, porque habría
permitido tomar medidas transitorias de compensación".
La Cámara Argentina de
Comercio, en cambio, se pronunció en forma diametralmente opuesta a los
sectores industriales. Mientras estos reclaman que Argentina adopte
medidas que equiparen la ayuda brasileña a sus empresas, la CAC pide que
Brasil imite a la Argentina, removiendo toda política de apoyo a sus
industrias. "Las asimetrías con Brasil deben ser superadas mediante
una profundización del libre cambio y un perfeccionamiento de la unión
aduanera del Mercosur", pontificó la CAC, para la cual "la
protección de algunos implica la desprotección de muchos".
Pero aun frente a las
consecuencias de la crisis, el sector industrial argentino sigue viendo al
acuerdo regional como un terreno de disputas en el cual lo que está
pendiente de definición es la designación del árbitro y las reglas de
juego. La visión integradora para ejercer una postura conjunta más
agresiva hacia el resto del mundo sigue ausente.
El sector manufacturero está
viviendo la competencia con Brasil como una amenaza latente, porque al
tiempo que los estados locales tientan a las empresas a radicarse allí y
atender desde ese país el mercado regional, los subsidios ofrecidos y el
recorte de costos en dólares por la devaluación descolocó a los
productores argentinos. "La devaluación del real más los subsidios
constituyen una mezcla letal", definió Tizado. "Se ha
configurado una situación de competencia totalmente desleal --explicó--,
puesto que este es un partido que se juega en una cancha inclinada hacia
nuestro arco, pese a que existe normativa internacional para evitar las
consecuencias que estamos sufriendo".
Desde la vereda de enfrente,
los industriales brasileños resumen la causa de las divergencias en la
recesión interna de su país. "Como Brasil volvió a crecer en enero
y febrero, el Mercosur puede esperar un año más positivo que el
anterior", afirmó Luiz Furlán, vicepresidente de la Federación de
Industrias del Estado de San Pablo.
A diferencia de lo que sucede
en Argentina, el gobierno federal de Brasil alienta a sus empresas
exportadoras mediante apoyo directo del Banco Nacional de Desarrollo, que
se suman a los subsidios otorgados por los gobiernos locales. Aunque no
son nuevos, estos elementos no eran vistos con igual grado de preocupación
cuando el mercado brasileño actuaba como una aspiradora de la oferta
argentina, pero esa corriente de succión se cortó tras la devaluación
de enero de 1999. Tampoco existe en Argentina el grado de armonía que
prevalece entre el empresariado y las autoridades brasileñas.
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