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Desde que entró en vigencia el
Código de Convivencia, dos años atrás, los jueces del fuero nunca
aplicaron el arresto en una cárcel --una de las penas previstas en la
norma-- debido a la falta de un lugar específico para alojar a los
infractores. Sólo se impusieron detenciones domiciliarias. En ningún
caso, el arresto en el nuevo Centro de Detención podrá superar los 30 días,
tiempo máximo previsto por el Código para mantener tras las rejas a un
contraventor. Si el magistrado lo dispone, la detención podría cumplirse
sólo los fines de semana o feriados, para evitar que el infractor
abandone su actividad laboral (ver aparte). Organizaciones de defensa de los derechos de minorías
sexuales se movilizaron en las últimas semanas contra la apertura de esta
cárcel: temen que sea utilizada para encerrar exclusivamente a gays,
travestis, lesbianas y transexuales.
Ayer, un centenar de obreros
trabajaba a todo vapor para poder cumplir con el plazo fijado por el
gobierno porteño para la inauguración. "Falta mucho, mucho",
se quejaba el subsecretario de Legislación y Justicia, Hugo Germano,
durante una recorrida por el lugar con Página/12.
La nueva cárcel funcionará en un edificio oculto detrás de la Cámara
de Apelaciones en lo Criminal, en Viamonte 1155. Por un contrato de
comodato de dos años, la Corte Suprema de Justicia cedió a la ciudad los
seis pisos que hasta 1989 eran la Unidad 22 del Servicio Penitenciario
Federal, donde estuvieron alojados el ex teniente general Jorge Rafael
Videla y José López Rega.
Las paredes están recién pintadas de amarillo patito. Las rejas
de los pabellones, de gris. Además de uno para travestis, habrá otros
dos, para mujeres y varones. "Pero es un edificio flexible. Si por
ejemplo, un día se detienen barrabravas y se considera que para
resguardar la seguridad de otros infractores hay que separarlos, se los
separará y se los puede ubicar en la sala de requisas", explicó
Germano.
En esta primera etapa serán
inaugurados el subsuelo, la planta baja,
el primero y el cuarto pisos, con una capacidad máxima para 25
detenidos. Cuando la obra de remodelación esté finalizada --en 60 días
más-- la cárcel podrá albergar hasta un centenar de contraventores.
Para ese entonces, la terraza será techada con una estructura de vidrio y
se transformará en un gimnasio, se abrirá una biblioteca, una sala de
computación y otra de idiomas, donde los detenidos podrán aprender inglés,
italiano y francés. El presupuesto total de la obra es de 200.000 pesos.
Hasta el momento se gastaron 125.000.
Germano detalló que en cada
piso se instalará un teléfono público. Los pabellones de detención
estarán calefaccionados y tendrán ventiladores de techo. Los detenidos
podrán recibir visitas en una sala especial, habilitada en la planta
baja. "Un médico clínico permanecerá en el lugar las 24 horas y
habrá una línea directa con el Hospital Muñiz, por si es necesaria la
atención de urgencia por alguna enfermedad infecciosa", precisó el
funcionario.
El subsecretario de Legislación y Justicia no quiere llamar al
lugar "cárcel". "Es un centro de detención de
contraventores, donde no se necesitan las mismas medidas de seguridad que
en un penal, porque es para personas que cometieron infracciones y no
delitos", agregó. Sin embargo, la custodia estará a cargo de 140
efectivos del Servicio Penitenciario Federal, que por estos días están
terminando un curso de capacitación dictado por el Consejo de la
Magistratura, a través de su Escuela de Formación Judicial. Como condición
para trabajar allí, el gobierno porteño impuso que ninguno de los
oficiales, suboficiales y guardias tengan antecedentes de participación
en la represión durante la última dictadura militar. En las clases están
recibiendo conocimientos básicos sobre el Código de Convivencia,
psicología y derechos humanos, entre otros temas.
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