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El Top Gun ruso de ayer se
originó en decisiones tomadas la semana pasada, cuando Putin prometió
reducciones en el nivel de tropas en Chechenia. Actualmente se calcula que
hay alrededor de 100.000 tropas rusas desplegadas en el territorio. Según
el gobierno ruso, la caída de la capital chechena de Grozny significó el
fin del "operativo antiterrorista" en Chechenia. Sólo restarían
operaciones subsidiarias en las montañas del sur del país, donde todavía
combaten alrededor de 10.000 guerrilleros chechenos. Por lo tanto, el
Kremlin decidió subrayar que la guerra de Chechenia estaba ganada al
anunciar reducciones de su complemento militar en la región. Hasta ahora,
el elemento más publicitado de esa política fue la retirada de una
división completa de élite: la 331 de paracaidistas. La ceremonia formal
de despedida se proyectó para ayer. Se sabía que Putin, nunca reacio a
asociarse con buenas noticias, asistiría. Pero ciertamente nadie adivinó
la modalidad que tendría su viaje.
Ayer a la mañana, los
observadores en el aeropuerto militar de Jankalá pudieron distinguir un
solitario cazabombardero Sukhoi-27 aproximándose. Eso de por sí no era
inusual, dado que ese tipo de avión es usado extensamente en las misiones
de bombardeo contra las guerrillas chechenas. Pero en el aeropuerto todos
sabían que su pasajero no era para nada usual. Al aterrizar, las cámaras
de todos los canales de televisión rusos ya estaban listas y apuntaban al
asiento del copiloto. Allí estaba, sonriente, nada menos que Vladimir
Putin. El presidente interino salió de un salto de la cabina y aceptó
ser entrevistado por la TV, siempre frente al avión. Vestía ropas de
piloto y un casco. Sólo faltaban anteojos oscuros y un cigarrillo para
completar el cuadro. Hizo lo mejor que pudo para afectar el estilo de un
piloto de caza: "El Su-27 es un avión magnífico; magnífico,
hermoso y obediente". No obstante el hecho de que ocupaba el lugar
del copiloto, la agencia ITAR-TASS aseguró que el presidente interino había
manejado el avión por la mayor parte del vuelo.
Unas horas más tarde, Putin
pronunció un discurso ante los paracaidistas de la división 331. Su
objetivo primordial era enfatizar lo cercano que estaba el fin de la
guerra. En ese sentido, ofreció incluso dialogar con los guerrilleros
para acelerar la llegada de la paz a Chechenia. "Estamos listos para
iniciar negociaciones con ellos para arreglar los problemas del territorio
en el que nos encontramos por la vía de negociaciones pacíficas y el
proceso político." Eso constituyó una importante modificación en
la política de Putin, quien antes se había negado terminantemente a
dialogar con "terroristas que pertenecen a la cárcel". Putin
subrayó que, no obstante la retirada de tropas, siempre tendrá que haber
una sustancial presencia militar rusa en la república separatista.
"No podemos retirarnos porque Chechenia se volvería a convertir en
una plaza de armas para atacar a Rusia, y Rusia no puede permitir esto ni
lo hará: es mejor acabar con los bandidos aquí que en suelo ruso."
Antes de partir de vuelta a Moscú, Putin prometió que reconstruiría
Grozny (devastada por semanas de combate calle a calle) "desde sus
ruinas".
De hecho, una noticia ayer hizo
un poco hueca la retirada de tropas rusas. El comandante Guennadi Troschev
reveló que fuerzas adicionales fueron enviadas a repúblicas rusas
adyacentes a Chechenia. En parte, la medida reflejó los temores de que
los chechenos lanzarán una ofensiva a gran escala el día de las
elecciones rusas, el 26. Pero los refuerzos rusos también estarán
disponibles en caso de emergencias en Chechenia. Troschev resumió el ánimo
entre los generales rusos: "Permaneceremos sea cual fuere el tiempo
necesario para destruir a los combatientes chechenos, una semana, un mes,
uno o cinco años".
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