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ALIANZA ROJO-ROSA EN FRANCIA PARA LAS MUNICIPALES
2001, odisea de la izquierda

Por Eduardo Febbro
 
Desde París

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Socialistas y comunistas se preparan con las mejores armas para la odisea electoral del 2001. Ayer, los dos componentes de la mayoría plural "a tres" que gobierna Francia firmaron el primer acuerdo electoral con vistas a las elecciones municipales del 2001. La ocasión no podía ser más adecuada, con un partido socialista amenazado por la coyuntura desfavorable que acecha al gobierno dirigido por Lionel Jospin y un PC que se apresta a celebrar este jueves su "histórico" trigésimo congreso. El pacto sellado entre el primer secretario del PS, François Hollande, y el del PCF, Robert Hue, excluye por el momento 14 ciudades de más de 10.000 habitantes. Ambos dirigentes esperan que en un plazo de ocho días se puedan reducir en un 50 por ciento los puntos en desacuerdo. Incluso si la negociación desembocó en uno de los pactos más vastos a que hayan llegado los dos hermanos antagónicos de la izquierda francesa, socialistas y comunistas no superaron sus diferencias a la hora de elaborar listas comunes en las cuatro ciudades del país que actualmente están en manos de la extrema derecha del Frente Nacional --Orange, Vitrolles, Marignane y Toulon--.

  Este obstáculo será dirimido en las próximas semanas en el curso de una cumbre nacional de la izquierda plural --socialistas, comunistas, verdes y radicales de izquierda--. Pero el apretón de manos entre rojos y rosados se produce en un momento clave de la gestión de Lionel Jospin y en un contexto no menos clave para los comunistas. Estos celebran a partir del jueves un congreso en el que Robert Hue aspira a imponer la línea que encarna desde que asumió la dirección comunista. Resumida en el término "mutación", la orientación política de Hue choca con férreas resistencias internas y con el modesto entusiasmo del electorado comunista que sigue manteniendo al PCF bajo respiración artificial. Sus adversarios le reprochan el hecho de ser una suerte de "pequeño Gorbachov de bolsillo" dispuesto a liquidar la herencia comunista para mantenerse en el poder. Su alianza con el PS viene a sellar su "legitimidad" de aliado necesario. Jospin, por su parte, se saca un problema de encima. El primer ministro atraviesa un período de turbulencias notables con las huelgas en la educación nacional y en el sector de la administración fiscal. Ayer, el Ministerio de Economía y Finanzas retiró el controvertido proyecto de reforma de la administración fiscal que había colocado al gobierno en una postura delicada. El pacto electoral PS-PC representa el mantenimiento de la alianza de las dos izquierdas enemigas y su interacción al nivel local, donde el impacto de las listas comunes es mucho más grande que en las elecciones de exclusivo carácter nacional --presidenciales por ejemplo--.

 

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