Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


WOODY ALLEN INICIO UNA CRUZADA CONTRA UN EDIFICIO NEOYORQUINO
David vs. un Goliath de l7 pisos

El cineasta acababa de mudarse a una mansión victoriana en Manhattan cuando anunciaron la construcción de un edificio de 17 pisos, que le taparía el sol en el patio trasero. Ahora lidera una campaña para evitar que lo edifiquen y hasta filmó un corto al respecto.

Allen ya encontró el apoyo de otros famosos como Bette Midler, Paul Newman, Kevin Kline y Joanne Woodward


t.gif (862 bytes) 
El año pasado, el cineasta Woody Allen tomó una decisión difícil, de esas que cambian la vida de una persona: abandonó su mítico departamento en Manhattan para mudarse a una de las zonas más paquetas de Nueva York, Carnegie Hill. Abandonar el departamento de seis ambientes en la calle 70 Este no fue tarea sencilla: había vivido allí durante 30 años, resistiéndose, en su momento, a los reiterados embates de su ex mujer Mia Farrow para compartir techo. Pero Allen tenía una motivación más que fuerte para cambiar de espacio y de aire, ya que estaba por ser padre nuevamente, ahora con Soon Yi, la hija adoptiva de Farrow, con quien ambos no se han visto jamás desde el escándalo de principios de los 90.

  Mientras dudaba sobre la conveniencia de algún día mudarse a Londres, Allen, movilizado por el nacimiento, compró una elegante casa victoriana en Madison y la 92 Este, en el exclusivo barrio de Carnegie Hill. No sabía que estaba por meterse en un problema que, como de costumbre con los suyos, se transformaría en una obsesión, y llegaría al celuloide.

  Menos asociado con su obra que Manhattan, el del famoso teatro Carnegie Hall no es un barrio ajeno al temperamento de Allen. De hecho, allí rodó películas como el brillante musical Todos dicen te quiero, en que aprovechó buena parte de su esplendorosa arquitectura. Allen disfrutó mucho con los cambios en los primeros días. Pero, se sabe, la felicidad a veces es una apariencia: poco después de su mudanza, una empresa decidió construir un edificio, de 17 pisos, sobre la sucursal del Citibank ubicada en el barrio. La construcción ubicada en la misma manzana oscurecería el patio de atrás de la nueva residencia del cineasta. "Me van a construir un edificio en el cielo", fue la frase con la que el realizador sintetizó la situación, al comentársela, entre burlón y desesperado, a sus amigos, entre ellos el actor Alan Alda. Sólo que esta vez, Allen decidió que no iba a quedarse quieto.

  Allen dice que no fue egoísmo de propietario lo que lo llevó a liderar una campaña de vecinos en contra del futuro edificio, para desesperación de los constructores, que ni soñaban con toparse con un adversario de tamaña fama. Por un lado, rodó con la historia un cortometraje de 2 minutos y 53 segundos, hizo una edición limitada de 12 copias en video, y se la entregó, a modo de denuncia, a la Landmarks Preservation Commision, una organización que se preocupa por mantener el paisaje urbano y la estética de la ciudad, y especialmente de barrios históricos como Carnegie Hill. En el corto, que muestra a Allen frente al banco, usando una voz crítica al estilo Días de radio y con banda sonora de Rodgers & Hart como fondo, puede escuchárselo diciendo: "No estoy en contra de estos empresarios. Sólo creo que eligieron la calle equivocada para construir un edificio de 17 pisos. No creo que el Citibank sea un tesoro y ni siquiera que sea digno de mirar: si dicen que quieren construir un edificio de 10 pisos sobre él, está bien. Pero 17 --y son brutales 17, porque algunos son departamentos de dos pisos-- sería terrible para el barrio".

  Allen no es la única celebridad en campaña para detener el proyecto. Vecinos V.I.P. como Howard Stringer (vocero de la Sony Corporation en Estados Unidos), Blythe Danner, madre de Gwyneth Paltrow, Joanne Woodward, Paul Newman, Kevin Kline, Bette Midler y otros fueron convocados por Allen y se unieron a la causa de la comisión preservadora. El corto es el primer trabajo fílmico que Allen rueda por una "causa", como él mismo se encarga de recordar. Y es que "siempre demostré afecto por la ciudad en mis películas. Ya en Manhattan esribí una escena donde me quejaba por algo similar. Quiero decir, me importa tanto que hasta lo puse en un guión. No hago esto sólo porque el edificio me va a tapar el sol en el patio de atrás. Es más: sabía que existía el proyecto antes de mudarme ahí, y eso no me detuvo. No creo que el edificio afecte demasiado a mi casa, de verdad. Mi interés personal, que existe, está relacionado con mi vida profesional: me preocupa hacer películas en una ciudad que está perdiendo su urbanismo, que se vuelve fea. Temo que ya no valga la pena capturarla en un film. Me gusta la Nueva York más vieja, más encantadora, más humana".

  El arquitecto, claro, no está de acuerdo. A pesar de que vive a dos cuadras del proyectado edificio, sostiene que "construir en Nueva York siempre es construir en el patio de alguien. En este caso, se trata de mi patio y el de Woody. Yo también voy a perder la vista, pero va a ser reemplazada por algo razonable y apropiado". Hace pocos días Allen habló en una audiencia pública que los empresarios organizaron con la comisión preservadora. Para los responsables del edificio, la experiencia fue terrible: nadie les prestó atención ni escuchó sus explicaciones desde el momento en que el cineasta entró en el lugar. "El lugar se convirtió en un teatro, y lo peor es que el único motivo de oposición que esgrimió Allen es que el edificio iba a entorpecer sus futuras tomas. Fue como darnos la cabeza contra la pared durante cinco horas". Allen, que odia hablar en público, no la pasó mejor, pero "hay cosas de las que no se puede escapar. Hubiera preferido estar viendo un partido de los Knicks o tirado en mi cama, o escribiendo, pero realmente me importa esto".

  Los que llevan adelante el proyecto aseguran que la altura del nuevo edificio será perfectamente legal para esa zona (que es de casas bajas por ordenanza municipal) y que a la sucursal del banco, que tiene una fachada de ladrillos a la vista, se le agregarán detalles similares a los de los departamentos, para mantener la estética. Pero ninguna de las razones de los empresarios le preocupan a Allen o a los otros vecinos famosos, que están seguros de que la construcción es un despropósito que arruinará el barrio. "No hace falta un genio arquitectónico para darse cuenta de que esta cosa gigante será horrenda", subraya Allen. "Estoy seguro de que uno puede parar a cualquier taxista el día después de que lo terminen y que éste dirá 'es triste, es una cosa monstruosa que parece meterse en el cielo, no pertenece a este lugar'. Alguien tiene que ocuparse de la ciudad, es lo correcto, y si tengo que hacerlo yo, ¿qué remedio?".

 

PRINCIPAL