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El descubrimiento de las 53
estatuillas --de 35 centímetros de alto y cuatro kilogramos de peso cada
una-- en un lugar destinado a la basura de un supermercado fue ayer una
noticia recurrente en todos los noticieros estadounidenses, acaso porque
agregó más misterio al robo inicial. Los Oscar se evaporaron luego de
que el martes pasado fueran enviados, por camión desde Chicago, por la
empresa que los fabrica. El robo se dio por consumado el viernes, agotados
todos los plazos para que llegaran a Beverly Hills, donde tiene su sede la
Academia. La policía no tuvo en ningún momento indicios sobre quién o
quiénes estaban detrás de la sustracción. La aparición de los
sospechosos, a última hora de ayer, empezó a echar luz al respecto, pero
no demasiada. La firma transportista Roadway Express había ofrecido
50.000 dólares como recompensa a quien recuperara los galardones, y se
supone que Fullgear los reclamará. El valor de los Oscar no es comercial,
sino emocional. El costo de cada uno es de 300 dólares, pero Steven
Spielberg llegó a pagar 550.000, en una subasta por uno que ganó Clark
Gable. La Academia no supo contestar si en la ceremonia del domingo se
entregarán las estatuillas encontradas ayer o las que contra reloj se
mandaron a hacer para sustituir a las robadas.
Lo que sí está seguro es que
la recuperación de los Oscar confirma que esta edición debe ser
considerada la más llena de contratiempos de la historia. La misteriosa
desaparición de más de 4000 papeletas destinada al voto de jurados, la
divulgación parcial de la lista de los candidatos antes de tiempo por
Internet y los intentos del The Wall Street Journal de publicar un sondeo
con los nombres de los posibles ganadores precedieron a la historieta de
las estatuillas más preciadas del mundo del espectáculo abandonadas en
un basural.
La policía de Los Angeles
estaba molesta hasta ahora con el tratamiento periodístico del tema, e
incluso con la actitud de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas
"Esto es un robo y existe una investigación, por lo que hay que
actuar con cautela", afirmó David Powers, de la policía de Los
Angeles apenas descubiertos los Oscar, cuando los cronistas bromeaban
afirmando que un cartonero parecía haber sido más efectivo que docenas
de detectives. Sin embargo, no se puede decir que la cautela haya dominado
hasta el momento en un robo que parece sacado de un guión de Hollywood.
La Academia fue la primera en tomarse la situación con humor una vez
robadas las estatuillas, bromeando sobre la posibilidad de "un triángulo
de las Bermudas de los Oscar" en el que no sólo desaparecieron
papeletas y galardones, sino que podría llegar a desaparecer el maestro
de ceremonias Billy Crystal. "No nos vamos a poner a llorar. Tampoco
es el fin del mundo. No los necesitamos para esta ceremonia y está fuera
de nuestras manos hacer algo al respecto", confesó el director de la
gala dominical, Bruce Davis.
Lo que está confirmado es que
en el momento del robo, las estatuillas no contaban con ninguna vigilancia
especial. Estaban embaladas en cajas en las que no se indicaba su
contenido. Tampoco existió mucha cautela durante la aparición de estos
objetos, localizados en la basura en la parte trasera de un supermercado,
cuando el famoso por un día se interesó por una caja para su supuesta
futura mudanza y descubrió en el interior de una 53 de las estatuillas en
perfecto estado. "Cuando la abrí... ¡vi un Oscar! ¡Todo el mundo
sabe lo que es eso!", señaló Fullgear, que primero se llevó las
cajas a su casa y desde allí llamó no a la policía, sino a una emisora
de televisión local que, una vez con las cámaras en el lugar, se puso en
contacto con los investigadores. "Tengo más Oscar que cualquier otra
estrella", bromeó Fullgear.
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