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--Algunos periodistas piensan
que su programa, de alguna manera, ayuda a formar la agenda de noticias
del día. ¿Usted lo cree así?
--En cierta medida, es verdad.
Hay días en que son las cuatro de la tarde y siguen levantando las
conversaciones de la mañana. Eso para un periodista que ama lo que hace
es muy gratificante. Yo pienso en las obras de Kafka, en esos hombres
condenados a un archivo, anotando fichas todo el día y entonces cuando
tengo fiaca y me tengo que levantar a las cuatro y cuarto pienso "¡qué
bárbaro!". Si volviera a nacer lo haría de nuevo.
--¿Cómo fueron sus comienzos
en la radio?
--Recuerdo que un día de 1973
llegué a mi casa y escuché la voz de Cacho Fontana diciéndome que quería
que trabajara en el "Fontana Show". Al principio me pareció una
broma porque era "el" programa del momento. Además de ser una
leyenda de la radio, trabajar con él era muy divertido y provocaba una
adrenalina impresionante. El "Fontana Show" fue el primero en
largar móviles a la calle, cuando nadie lo hacía. Hasta ese entonces yo
hacía un noticiero de televisión con Antonio Carrizo.
--¿Qué hizo después?
--Desde el '75 hasta el '77
seguí con "La Gallina Verde" por Radio Continental. En ese
programa no hacía política. Allí leía los diarios extranjeros y los
analizaba, pero fueron años muy complicados. En
1977 empecé a hacer "Dos en la noticia" con Silvio Huberman.
Luego Silvio se fue y el programa pasó a ser "Magdalena en la
noticia", también por Continental hasta 1985. Desde el '86 estoy en
Mitre.
--¿Qué cambió con su llegada
a Radio Mitre?
--Ha sido una época
apasionante. Así como la dictadura en Continental fue muy angustiosa, el
retorno a la democracia, con la posibilidad de transmitir en vivo y en
directo todos los días, fue como estar en el ring side de la vida. Fue
muy emocionante. Ahora, en este horario estoy despertando a la gente con
mucha información. A pesar del madrugón mortal, hacerlo es un placer.
--¿Por
qué dice que fue emocionante la vuelta a la democracia?
--Fueron muchos años de
dictadura. Cuando existe la angustia, el paso del tiempo se hace más
lento. A mí me marcó mucho el hecho de haber integrado la Conadep.
--¿Cómo llegó a la Conadep?
--A veces las circunstancias
nos llevan a tomar determinadas obligaciones. Soy la novena hija de una
familia numerosa. Mi vieja me marcó mucho que si uno tenía la suerte de
tener una familia, una educación, de poder leer, uno no tiene disculpa
para no ser responsable de la realidad que nos rodea. No podemos hacernos
los distraídos. Al menos yo no podía.
--¿Qué aspectos rescata de la
radio?
--La inmediatez me encanta. Hay
más inmediatez que en la televisión, y más acercamiento con la gente,
mas calidad. Ahora con los satélites y los e-mails todo sucede más rápido,
pero en 1970 el famoso Discado Directo Internacional, el DDI, era un teléfono
enorme que estaba en el ropero del jefe del noticiero y se enchufaba para
ciertos programas.
--Después de tantos años de
radio, ¿qué momentos quedaron grabados en sus recuerdos?
--En realidad, yo pienso que la
gran nota es la actualidad cotidiana. Estar siempre metida en el ojo de la
tormenta, con la sensación de que la
velocidad, la lucidez y el criterio tienen que estar al más alto
nivel. Sin
embargo, recuerdo que cuando Rico hizo el levantamiento de Semana Santa me
dio tal desesperación de pensar que alguien sacara las tropas a la calle
que pedí permiso, me dieron un móvil y me fui al Congreso a transmitir.
Además, me da emoción cada vez que hay elecciones. También cuando veo
por televisión las sesiones del Senado. Es que pasaron tantos años
interminables, que eran verdaderos años de plomo... Eran agobiantes.
Tengo mi vida muy entrecruzada con esas historias, a tal punto que no
puedo dividir una cosa de la otra.
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